El aullido: El legado

Por la gente que amo

Sam

-¿Quieres dejar de hacer eso?-me pregunta Narcissa, tumbada sobre el sofá leyendo el libro de una amiga suya, mientras que camino de un lado al otro.-No dejas que me concentre en la historia, está a punto de pasar algo sumamente importante.-Enarco una ceja mientras la observo.-No pasará nada, Sam. Elvira sabe lo que hace.

-Lo sé, lo sé.-Murmuro, más para mi que para ella. Luego de que Alex nos revelara su verdadero nombre, se ha vuelto más colaborador con nuestras preguntas, aunque por ahora, Elvira solo le pregunta cosas de él mismo, y cuando le pregunté por qué, solo dijo:
"Todo es a su tiempo"

-¿Todo a su tiempo?-repito en voz alta, haciendo que Narcissa suelte un bufido y deje el libro por un lado para mirarme de forma cansina.-¿Qué se supone que significa? Hace un tiempo estaba desesperada buscando que soltara la sopa, ¿y ahora es "todo a su tiempo"? Es absurdo...

-Has estado diciendo lo mismo desde que llegaste y aunque me gustes, me estoy planteando echarte.-me reprocha Narcissa levantándose del sofá para mirarme de brazos cruzados.-Elvira tiene que tener sus razones para ahora querer esperar. Quizá ahora que tienen una oportunidad de poder obtener una nueva pista para encontrar a Tara, no quiere arriesgarse a echarlo a perder y que Alex no les diga nada. ¿O acaso es mejor para ti que lo presione para que luego este pueda volver a cerrarse y regresar al mismo agujero sin salida de antes?

-No, pero...

-¡Pero nada!-me interrumpe agarrándome el rostro entre sus manos, obligándome a mirarla a los ojos.-Ponte en el lugar de Alex por una vez, el hablar sobre el paradero de Tara quizá revele algo de su propia vida que puede meter a su familia en peligro. ¿Tu revelarías algo facilmente a personas que no conoces que podrian poner a Elvira y a Tara en peligro?

-No...

-Es exactamente igual con él.-me dice, soltándome finalmente.-Ahora hazme un favor y tómate un calmante. Me pones los pelos de punta.

Recoge su libro y se recuesta nuevamente en el sillón, mientras que la observo confuso, para después sentarme a su lado, provocando que me lance una rápida mirada por encima de su libro antes de regresar su vista hacia el mismo.

Narcisa siempre ha tenido sentimientos por mi, siempre lo he sabido, asi como ella siempre ha sabido que no la correspondo, pero nunca le pareció importar, y se veía muy contenta con tan solo ser mi amiga, y poder ayudar y apoyarme en cuanto pudiera, lo cual le agradezco profundamente, pero...

-¿Por qué lo haces?

La pregunta provoca que Narcisa fije su mirada en mi, cerrando su libro y dejándolo sobre su regazo.

-¿Por qué hago qué cosa?

-Esto.-le respondo, señalando nuestro alrededor.-ayudarnos tanto. Es decir, Elvira y yo te lo agradecemos muchísimo, yo más que nadie te lo agradezco pero no logro comprenderlo. ¿Crees que valgo tanto? ¿En serio te gusto tanto?

Narcisa se limita a mirarme en silencio, sin ninguna expresión en el rostro. Miro hacia la ventana, donde se comienza a ver como el sol está por ocultarse.

-Esto que le estamos haciendo a Alex, es ilegal.-continúo.-Si nos descubren, nos arrestarán, y aun sino lo hacen, si a Alex le apetece hacerlo, en cuanto lo liberemos nos podría denunciar. Y no solo Elvira y yo saldríamos mal parados de todo esto.

Esta vez, Narcisa si reacciona, optando por enderezar su espalda en el sillón, y lanzándome una mirada fulminante, acusadora y decidida, con los ojos entrecerrados. 

-¿Es una amenaza?-me pregunta con el asomo de un tono petulante falso en su voz, como si quisiera parecer más segura y despreocupada de lo que realmente está. Tomo una de sus manos entre las mias, provocando que su respiración se entrecorte unos segundos, antes de recuperar su estabilidad.

-No-le respondo, mirando nuestras manos entrelazadas.-Elvira y yo jamás te delataríamos, mucho menos después de todo lo que has hecho por nosotros. No me refiero a la prisión, me refiero a Alex. Él podría encontrarte y quien sabe lo que podría hacerte...-La miro a los ojos, y mi confusión aumenta aun más, pues en su mirada no hay ni una pizca de miedo, o duda: solo hay determinación y gratitud.-...Pero eso ya lo sabias.

Narcisa se lleva mis manos a su boca con su mano libre y las besa suavemente antes de dejarlas nuevamente entre ambos. Me mira a los ojos.

-Gracias por preocuparte, Sami.-me dice.-Pero ya habia tomado en cuenta los riesgos hace mucho.

-Pero no lo entiendo, ¿Por qué?-le pregunto, decidido a entender, a entenderla.-¿Qué es lo que ganas? ¿Qué te hace querer ayudarnos sabiendo que esta mal y que todo esto es una locura?

-Tienes razón en que es una locura.-me responde, acariciando su cabello, que ahora está sujeto en una trenza floja y despeinada.-Hombres lobo, secuestros, desapariciones, parece una pelicula de Ciencia ficción de Hollywood ¿qué sigue? ¿hombres con purpurina brillando bajo el sol? Todo un disparate.-suelta una risilla riéndose de su propio comentario, viendo hacia un punto lejano a un lado de nosotros.-Y tampoco es que gane algo ayudándoles. No me quieres, se nota a kilómetros, pero eso nunca me ha importado, y no busco ganarme tu cariño por medio de favores.-Vuelve a posar su mirada en mi.-Pero la cuestión es que tampoco pierdo nada ayudándote, aunque pueda que Alex después decida vengarse y liquidarnos a los tres, habría valido la pena.

-Pero, ¿por qué?-insisto, en un susurro.

-Porque ya estuve en tus zapatos.-me responde para mi sorpresa.-No exactamente en la misma situación, pero si en una muy parecida. Tuve la oportunidad de ayudar a alguien que me importaba y no lo hice, eso nunca voy a perdonarmelo. Ahora esta es mi oportunidad de intentar hacer una diferencia, por lo menos hacer algo diferente, porque sé que no puedo enmendar lo que hice. 

Se levanta del sillón con su libro y antes de retirarse hacia su alcoba, me voltea a ver.




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