El aullido: El legado

Ya es tarde...

Sam

Reboto la pelota contra la pared de mi habitación para dejar que aterrice en mi mano múltiples veces alrededor de una hora. Suelto un gruñido cuando mi alarma suena para avisarme que ya no debería dormir más. 

Pero el problema es que no pude pegar ojo en las dos horas que planeaba hacerlo. No puedo evitar pensar en Elvira. Me tiene muy enfadado, y preocupado. ¿Cómo se le ocurre quedarse a solas con ese...imbécil? Me sostengo el hombro con mi mano con tan solo recordar el dolor de su agarre. El malparido me agarró de imprevisto, si lo hubiera visto venir, de seguro hubiera sido él quien habría suplicado que parara.

Suspiro. Está a punto de ser completamente de noche y Elvira aun no me envía el mensaje prometido para que vaya pitando a verle. ¿Es que de verdad aún no encuentran nada? Tampoco es que espere mucho de ese estúpido...pero vamos, debieron de haber visto algo nuevo, ¿no?

-¡Samuel!-me llama mi madre. Me levanto de mi cama tan deprisa que termino con la cabeza dando vueltas.-Ven un momento.

"Mierda"

Mi madre jamás me dice Samuel. De hecho ella fue la primera en decirme Sam. No me llama Samuel a menos que esté en problemas, y por su tono sereno ensayado, estoy seguro de que estoy muerto. ¿Qué hice? Mis notas son...aceptables, si entrego tareas, aunque no son muy buenas. O ¿Qué NO hice? Joder si saqué la basura, lavé los platos, limpié mi cuarto, el garaje...¡El garaje!

-Mamá, no te enfades, ahora iba a limpia...

Me detengo en seco. En el sofá están mis padres. Mi mamá con el teléfono de la casa en las manos, con la cabeza gacha, sus hombros temblorosos debajo de ese horrible suéter de lana lila que insiste en usar, y sollozos que se le escapan de su boca, mientras mi padre la abraza por la espalda y le deposita besos en la cabeza.

-¿Mamá?-siento como mi cuerpo comienza a entrar en pánico en cuanto la veo llorar así, y no puedo evitar pensar en Elvira. De seguro ese maldito la atacó y escapó. Bastardo, como le haya hecho algo a El, lo voy a...-¿Qué está pasando?

Mi padre se levanta y va hacia mi, colocando su mano sobre mi hombro. Oh mierda, esto es muy malo.

-Hijo, será mejor que te sientes.

Elvira

-Sam, soy yo. Lamento haber tardado tanto en llamarte, pero Alex la encontró. Encontramos a Tara.-le sonrío al celular mientras me abrazo a mi misma y miro a la ventana.-Ven en cuanto escuches esto, idearemos un plan para ir a buscarla.

Dejo el correo de voz en el buzón y corto la llamada, antes de recoger las dos tazas y subir a mi habitación.

Alex me espera sentado en el suelo, con su espalda contra la cama, con un libro en sus manos, mientras sus ojos se mueven con rapidez sobre sus letras. Coloco la taza a su lado para evitar sacarlo de aquel mundo, pero Alex cierra el libro apenas la taza aterriza a su lado.

-¿Qué es esto?-pregunta dudoso, levantando la taza con el líquido blanco y grumoso en su interior.

-Esto, amigo mío, es mi receta personal de chocolate caliente.-le digo sonriente, mientras que me llevo la taza a los labios, dejando que el delicioso líquido se cole entre mis labios, abriendo paso al dulce sabor del chocolate.-Tiene mis ingredientes secretos, que ni tú, señor sabueso.-Enarca una ceja hacia mi.-Podrías adivinar.

-¿Es un reto?

-¿Lo es?-Le digo sin dejar de ver mi taza sonriente, pero veo de reojo como él me está sonriendo con una de esas sonrisas arrogantes que suele poner.

-Lo tomaré como un si.

-Tómalo como quieras.-le digo acomodándome en la cama para estar acostada boca abajo. apoyada en los codos y dejando la taza entre mis manos mientras lo observo llevarse la taza a la nariz para aspirar profundamente, con desafío y un poco de diversión. Cierra los ojos mientras olisquea el leve vapor que sale del chocolate caliente, como si se estuviese concentrando en cada uno de los aromas que trae consigo.

-Canela.-comienza a decir, y no puedo evitar que se me dibuje una sonrisa en el rostro.-miel...leche...café...y chocolate...

Le doy un almohadazo en la cabeza haciendo que de un respingo y tire un poco del chocolate en el suelo de mi habitación. Me lanza una mirada furtiva pero sin dejar de sonreír levemente.

-Mala perdedora.

-Tramposo.- me llevo la taza a los labios, observando como intenta limpiar el pequeño charco con su camisa. Debajo de ella, veo como una marca negra, como un tatuaje, se dibuja en su espalda, a punto de llegar a su espalda baja. Parece la huella de un lobo, aunque no sabría decir si es la de un perro o un lobo.-¿Qué es esa marca? 

Alex se tensa de pies a cabeza antes de voltearme a ver ligeramente, dejando que su cabello oculte sus ojos. Le ha crecido bastante, y ya tiene un poco de barba en su mentón. a lo mejor podría agarrar la rasuradora de papá y dársela, así como tratar de que se corte el cabello. O quizá yo pueda cortárselo...

-La llamamos el símbolo del aullido.-habla finalmente, levantándose y dejando la taza en el suelo.-Nos caracteriza como hombres lobo ante la sociedad. Podemos hacernos pasar por humanos comunes y corrientes sin mostrar nuestras habilidad toda nuestra vida si nos apetece, pero lo único que no podemos ocultar, es nuestra marca. Nacemos con ella, morimos con ella. Es la que refleja quienes somos. 

Se sienta a mi lado en la cama para darme la espalda y levantar levemente su camisa, dejando al descubierto el símbolo. No es muy grande, y de hecho viéndola de cerca, no parece estar hecha de tinta, más bien como si fuera parte de su piel, como un lunar o una marca de nacimiento. Dejo que mis dedos se deslicen por la marca, y no puedo evitar sonrojarme en el momento en que Alex no puede evitar estremecerse ante el contacto de mis dedos contra su marca. Su piel es suave, y cálida, y se eriza con el paso de mis dedos como si mis dedos le causara escalofríos. Es extraño, siento que mi corazón se acelera, mis dedos no se detienen en su marca, sino que van más allá, y comienza a acariciar toda su espalda. Una enorme cicatriz le corre gran parte de su columna, como si se la hubiera partido, aunque estoy casi segura de que si se la partió. ¿Cómo puede estar vivo aún? ¿Qué es lo que detiene a un licántropo? ¿Son inmortales acaso?




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