El aullido: El legado

El legado

Tara

No creo haber corrido tan deprisa en toda mi vida. Mis pulmones me arden con cada respiración, los músculos me queman por debajo de la piel, y la herida de la espalda la cual le falta poco para sanar, palpita al ritmo del corazón. Todo mi cuerpo me exige un respiro ¿Cómo le explico que si freno siquiera un segundo, el enorme lobo tras de mi, me arrancaría la cabeza? De cualquier forma mi cuerpo no dará más dentro de poco, por lo que sino me detengo por cuenta propia, mis piernas van a terminar por ceder al agotamiento. De una forma u otra, todo lleva a un solo sitio: Entre sus garras.

 Aunque al principio llegué a odiar ser parte de un linaje tan poderoso de licántropos, ahora mismo estoy segura que las habilidades heredadas de mi familia son las únicas que mantienen a Kenneth un par de centímetros atrás. Si fuera un licántropo cualquiera, jamás podría haber dado ni un paso sin que Kenneth me atrapara. La única forma de poner real distancia entre nosotros es si dejo salir a mi lobo, pero ni siquiera sé cómo hacerlo, mucho menos el como controlarlo a la hora de salir. Kenneth me dijo una vez que convertirse sin poder controlar al lobo es tan peligroso que sino lo consigues, deben de asesinarte ¿Quien me asesinará si me convierto y termino por matar a Kenneth? 

Tengo que elegir una forma humana de cómo hacerlo. Y debe ser rápido...

Subo la mirada mientras corro hacia los árboles, divisando algunas ramas gruesas que tal vez alcance si logro dar un buen salto, solo necesito una oportunidad para lograrlo. 

-¡Kenneth, soy yo!-grito hacia atrás al enorme lobo tras de mi, sin embargo mi voz es ahogada por sus estridentes gruñidos y alaridos. No voy a lograr nada de esta forma, mucho menos cuando la parte humana de Kenneth solo ve lo que Karina quiere que vea, tengo que pensar.

 

Kiara

Le gruño a los licántropos que comienzan a rodearnos con rapidez, mientras busco alguna forma de soltar mis muñecas. Escucho como los gemelos imitan mis movimientos casi con desesperación, sin apartar la mirada de Kyle, quien solo se ríe de nosotros antes de correr en la misma dirección que Tara tomó buscando huir del enorme lobo de Kenneth. Logro acercarme a Isaác y le tomo la mano con fuerza, sintiendo su tacto consolador disminuyendo el dolor de mis heridas. 

"Hipócritas" pienso "hablan de superioridad sobre los humanos y obtienen ayuda de los lobos diurnos."

-He esperado mucho tiempo para pelear contra Kiara.-habla una muchacha con ojos claros, sonriendo sádicamente. Nos quitan las mordazas de la boca y arrastran a los gemelos lejos de mí. Escucho como los gritos de Isaác se van haciendo más lejanos junto con los constantes gruñidos de Isac acompañando a su hermano. 

Es un juego. Utilizan la voz de mis seres queridos para estresarme o distraerme, así me veré más vulnerable.

Y una mierda. 

-Si tanto quieres pelear contra mi ¿Por qué no ahora?-la reto con una sonrisa de superioridad, la cual enfurece a los presentes.-¿Aun estando yo mal herida me tienes miedo? 

La chica suelta un gruñido antes de patear mi estómago, detonando otra serie de maldiciones y gritos de parte de Isaác, jurando que la mataría apenas se soltara. Joder, estoy cansada. 

-Claro que pelearemos.-bufa aquella chica, arrastrándome hacia le mismo sitio donde Tara le rompió la mano a Kyle.-Pero no uno a uno. 

Enarco una ceja, antes de lanzar una mirada hacia la espalda de la chica, topándome con ocho, tal vez doce pares de ojos mirándome con odio contenido, superioridad e incluso ira. Así que moriré peleando contra toda una manada yo sola, Tara va a odiarme en cuanto lo sepa. Le dije que no lo hiciera para hacerlo yo días después. En fin, tampoco es que me quede de otra...

Le lanzo una mirada a Isaác, el cual me mira con una desesperación palpable en sus ojos. Encuentro en sus pupilas dilatadas el reflejo de uno de mis recuerdos favoritos a su lado, un día que insistió en ir al borde del río solo a quedarnos abrazados, conmigo recostada contra su pecho y entre sus brazos. Sus manos acariciando mi piel mientras le contaba la historia de cada una de las marcas y cicatrices que adornan mi cuerpo, y su voz hablando de lo increíble que sería para nuestros hijos el hablar de su madre como la mejor guerrera en batalla. 
Nunca pude entender cómo tenía esas ideas tan idealistas en una realidad tan oscura como la nuestra, pero sus ojos brillaban al verme, y quise volver esos sueños nuestra vida. 

"Mi amor. Lo siento, nos quedamos sin tiempo..."

Suelto una risotada amarga, mirando de nuevo a los ojos a la chica. 

-Adelante, perra.

Que asi sea.

 

Tara

Una roca.

Una maldita roca.

Mi pie choca con fuerza contra una estúpida roca haciéndome caer y rodar sin control. La herida de la espalda vuelve a dolerme a tal punto que me saca un alarido, mientras hago lo posible por aferrarme a algo que me permita levantarme lo más rápido posible. 

Aparentemente mi caída sorprende también a Kenneth, pero en vez de aprovechar el hecho de que estoy en el suelo para finalmente acabar conmigo, se lanza hacia adelante en un salto, pasando sobre mi. Karina debió haberle dado la orden explícita y asesinarme únicamente devorándome, pues a esa velocidad pudo solo pasarme encima y ya estaría muerta.

Aprovecho que debe de bajar la velocidad para cambiar dirección y me levanto, corriendo lo más rápido que puedo hacia un árbol grande. Su corteza es gruesa y las ramas firmes están hasta arriba, por lo que si me sujeto de alguna rama antes de llegar a las más gruesas, terminaría por caerme. 

Idealmente debería de poder practicar un par de veces más, pero ya que no tengo ese tiempo, no tengo opción. Sintiendo las fuertes zancadas de Kenneth tras de mi, salto con fuerza logrando ganar altura, extendiendo mis manos hacia arriba, mientras llamo a mi lobo interior a que escuche mi desesperado llamado. 




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.