"Un nombre es más que un sonido; es la llave que abre las puertas del olvido."
Adrien se quedó quieto, sintiendo cómo la neblina lo envolvía como un velo frío. El cementerio parecía aún más silencioso que antes, como si incluso los muertos estuvieran atentos a aquella conversación imposible.
La voz volvió a sonar, más clara ahora, como si se hubiera acercado a su oído:
—No recuerdo cuándo fue la última vez que alguien me escuchó. Siempre he sido viento, sombra, un eco en la noche. Pero tú… tú me oyes.
Adrien tragó saliva.
—¿Quién eres?
Hubo un largo silencio, y durante ese instante Adrien temió que todo se desvaneciera, que al nombrarla, al intentar definirla, desapareciera como un sueño. Pero entonces, con una ternura quebrada, la voz susurró:
—Me llamo Elyra.
El nombre vibró en el aire, como si lo hubieran tejido los árboles y el río al unísono. Adrien lo repitió en un murmullo, probándolo en sus labios:
—Elyra…
Ella suspiró. Y en ese suspiro, Adrien sintió siglos de soledad.
—Ese nombre fue lo único que los dioses no me pudieron arrebatar —dijo—. Todo lo demás… mi rostro, mi vida, mis recuerdos, quedaron enterrados en este lugar. Estoy condenada a vagar como un eco de lo que fui, incapaz de tocar, incapaz de ser.
Adrien apoyó la frente contra la verja helada. Su corazón latía con una fuerza que no comprendía.
—Si no fueras real, no podría sentir tu dolor.
Elyra rió suavemente, una risa frágil, quebradiza como cristal.
—Muchos antes de ti han pasado por aquí. Ninguno respondió. Todos cerraron los oídos. Tú has pronunciado mi nombre… y eso me ata a ti.
Adrien se estremeció. Había algo en esas palabras que lo ataba también a ella, como un pacto invisible.
—No quiero que vuelvas al silencio —dijo casi sin pensar—. Si tu condena es ser un eco, entonces seré quien te escuche.
Por un momento no hubo respuesta. Solo la neblina moviéndose entre las lápidas, solo el viento rozando las ramas secas. Y entonces, con una ternura que rozaba lo imposible, Elyra susurró:
—Adrien… no sabes lo que acabas de hacer.
En algún rincón del cielo, una estrella tembló.