El Aullido Prohibido

capítulo 3: EL PACTO INVISIBLE.

"Toda promesa hecha al dolor se convierte en un lazo más fuerte que la sangre."

Adrien sintió un escalofrío cuando Elyra pronunció su nombre. Era la primera vez que esa voz incorpórea lo llamaba de esa forma, y en su interior algo se quebró, como si una parte de su alma hubiera sido marcada para siempre.

La neblina se arremolinó alrededor del cementerio, más densa, más viva. Adrien dio un paso atrás, pero la verja parecía ahora un muro impenetrable que no lo dejaba escapar.
—¿Qué significa esto, Elyra? —preguntó, con un hilo de voz.

La voz respondió con una calma que ocultaba un trasfondo de tragedia:
—Significa que me haAs reconocido. Y al hacerlo… has compartido tu vida conmigo.

Adrien apretó los puños.
—No entiendo.

Un suspiro lo rodeó, como si el aire entero hablara con ella.
—Yo soy un espíritu encadenado, Adrien. Fui arrancada de mi cuerpo por los dioses, condenada a vagar sin tocar ni ser tocada. Y cada vez que alguien me escucha… una parte de su alma queda ligada a la mía. Un pacto invisible que ni tú ni yo podemos romper.

Adrien sintió el peso de esas palabras. De repente, todo tenía un aire de sentencia, como si al pronunciar “te escucho” hubiera firmado su destino sin saberlo.
—¿Y qué pasa ahora? —preguntó, aunque temía la respuesta.

La voz tembló, como si se quebrara bajo el recuerdo.
—Los dioses no soportan los vínculos prohibidos. Te buscarán, Adrien. Buscarán romper este lazo antes de que se fortalezca… porque si lo hace, serás capaz de darme aquello que me arrebataron: existencia.

Adrien apretó la verja con fuerza, sintiendo la frialdad del hierro en sus manos.
—No me importa lo que hagan los dioses —dijo con una convicción que lo sorprendió a sí mismo—. Si he de cargar con tu voz, que así sea. Prefiero escuchar tu dolor a vivir en un silencio vacío.

Elyra permaneció callada un instante. Y luego, con un hilo de ternura, susurró:
—Entonces has sellado nuestro destino, Adrien. No habrá marcha atrás.

La neblina se agitó como un manto viviente, y por un instante, Adrien creyó ver una figura femenina delineada en el aire: cabellos largos, un vestido flotando en lo intangible, y unos ojos que, aunque no tenían forma, lo miraban con una intensidad imposible.

El aire se cargó de un poder antiguo. Y Adrien comprendió que ya no caminaba solo.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.