Sábado, 26 de octubre de 2019 | 21:45 p.m
Se cansó de fingir todos los días, aparentando que no le dolía encontrarlo por casualidad o incluso cuando mencionan su nombre. Y es que, el azabache, había destrozado su corazón con tal facilidad.
Entonces agarró uno de sus tantos cuadernos, arrancando una que otra hoja donde dedicaba e invertía todo su tiempo en escribirle cosas bonitas a su amado. Los destrozó y lanzó a su chimenea, avivando el fuego que apenas comenzaba a crecer y tomar forma.
Como su amor por él.