——————
¿Desde hace cuánto que no lo hacía? Ni él mismo lo sabía y se sentía de alguna forma culpable por dejarla abandonada en un buen lapso de tiempo. Sin visitas o sin contar con su ayuda en las circunstancias más difíciles donde la necesitaba.
Porque la Luna era sabia y daba consejos a cualquiera que se asomara a estar bajo su luz cálida.
——————
Jueves, 19 de diciembre de 2019
Se encontraba sentado en el mismo lugar de siempre, observando el paisaje con cautela esperando así el anochecer. No, no hacia falta mencionar la razón de su presencia en aquel lugar ya que era más que evidente que quería...
— Necesitaba hablar.
Ensimismado con lo último acontecido, dándole vueltas a un tema que era poco claro para él, no se percató de quién estaba por acompañarlo en su dolor.
O quizá sí.
Una voz aproximándose se escuchaba a lo lejos, teniendo una conversación amena con sus diminutas acompañantes: cuchicheando, soltando pequeñas risas y jugueteando entre ellas, como era de esperarse. El de cabellos largos estaba tan concentrado en su plática que apenas y pudo percatarse de la presencia del Autor. Y cuando lo hizo, rápidamente pidió silencio para así no interrumpir la tranquilidad del quien estaba ya presente en dicho lugar.
Esperando a la Luna para poder charlar.
— A veces el viento sopla en dirección contraria, acariciando tus cabellos y susurrando mi nombre contra tu oído.- y el Autor comenzó a recitar "Búsqueda".
Una nota dedicada para él, que por suerte, nunca llegó.
Aquella criatura se detuvo en una distancia prudente escuchándola con atención y observándola desde donde estaba. Posterior a ello, se despidió de las hadas prometiéndoles verse pronto.
Cosa que les disgustó, mas se retiraron sin chistar.
— ¿No las vas a acompañar?- interrogó, con voz suave.
Quería reír.
— No.- respondió mientras se acercaba a ella y tomaba asiento a su lado. — Prefiero estar aquí, contigo.
El Autor soltó un suspiro, incrédula, y el Elfo sacó su lira.
— ¿Por qué estás aquí?- y la pregunta fue formulada, con cierto tono de molestia e incluso de incomodidad.
Aquella criatura solo guardó silencio, posó sus manos cuidadosamente en dicho instrumento que llevaba consigo como si tratara de atrapar algo fuera del ojo humano y cuando lo consiguió, miró las estrellas que se mostraban ante ellos tímidamente.
Sonrió.
— El bosque es de todos no solo tuyo, mi querido Autor.
Y comenzó a tocar una suave melodía para ella.
Una melodía familiar para aquel par.
Melodía que los hizo vagar en sus recuerdos, sin piedad, aquella primera vez. Cuando esos dos tórtolos fingieron estar perdidos en lo profundo del bosque con la única esperanza de ayudarse mutuamente a salir. Cosa que no funcionó y al final terminaron pasando la noche, juntos.
Donde el Autor sin poder dormir le pidió a su amado que toque algo para ella y, que por suerte, este accedió.
La misma noche que escribió.
— "Al verte tocar".- dijeron al unísono casi al instante.
Cosa que los sorprendió y no dudaron en soltar una que otra carcajada. Negaron con la cabeza, divertidos, y nuevamente el silencio se hizo presente para posteriormente darle paso a la música.
El Autor, que se encontraba mirando las estrellas, ahora observaba a su acompañante. Quien se halló con los ojos cerrados, tan concentrado tocando aquella lira y que minutos después volteó a verla con una sonrisa.
De repente, al Autor, le asalta una sensación de nostalgia dolorosa.
— ¿Por qué una carta?- interrogó mientras se quitaba la capucha que la cubría.— ¿Por qué no te presentaste ante mí?- masculló con molestia.
Y una lágrima cayó.
El Elfo guardó silencio dejando su lira a un costado mientras que sus frías manos se posaban en las mejillas contrarias, acariciándolas, tratando así de calmarla. Le disgustaba ver al Autor de esa forma, no le agradaba la idea de lastimarla o incluso hacerla llorar. Por eso no se presentó, porque no estaba listo para una escena similar a lo que estaba presenciando ahora mismo o quizá…
—…
Mencionó el verdadero nombre del Autor, limpiando las nuevas lágrimas que amenazaban por caer. Haciéndola estremecer y deleitándola con su voz al llamarla, como también, produciendo que esta tiemble ligeramente y quiera huir del lugar. Cosa que el Elfo notó y la abrazó. Acariciando los cabellos contrarios mientras que esta solo correspondía aferrándose a él.
Añorando volver a tiempos aquellos.
La Luna, testigo de su amor, comenzó a asomarse con cautela. Enojada por lo que estaba presenciando y del intruso presente en aquel lugar. Tocando al Autor como si no hubiese bastado ya romperle el corazón por medio de una simple carta.
Cuando dicha estrella llegó a su límite.
—Huye.- habló. — No te dejes llevar y vete ahora mismo de este lugar.
Si bien el Autor escuchó a la Luna, se atrevió hacer caso omiso a sus sabias palabras. Porque honestamente se encontraba disfrutando del momento.
Momento que a lo mejor sería el último.
—Autor.- masculló con molestia la gran estrella del cielo, desapareciendo entre las nubes que iban a dar paso a una lluvia torrencial.
El Elfo fue el primero en apartarse de ella, cubriéndola y acomodándole la capucha mientras sonreía.
—Es hora de que te vayas.- mencionó observando al cielo amenazante.
— ¿Puedo darte un último beso?- imploró acariciando los labios contrarios, deseándolo desde hace mucho.
— Ya la oíste.- retrocedió. — Huye, mi querido Autor.
Y se marchó.