Hola mamá, ya ha pasado un tiempo desde que te escribí una carta, lo siento, solo no me sentía con ganas de hacerlo. Las cosas cambiaron mucho, para mal. O al menos lo veo así.
No me estoy bien, me duele el pecho. Tampoco quiero ir al colegio, he estado faltando durante varios días. Papá está de viaje, no se ha dado cuenta. Los maestros están muy enojados conmigo, como nadie firma los reportes no me dejan entrar a clases, prefiero no asistir, el resultado es el mismo.
La última vez que me sentí de esta manera fue cuando nos dejaste, aún me pasaba de vez en cuando. Pero papá estaba ahí, en desgaste por mi hermana y yo, apoyándonos mutuamente y sobrellevarlo no se veía tan difícil. Mis amigos estuvieron ahí, cuando dejé de ir a clases o lloraba entre estas. Pero los perdí a todos, mamá, por unos ojos bonitos.
Dejé de frecuentarlos, de salir y conversar con ellos. Un día solo se hartaron de mí, de los mensajes que ocasionalmente contestaba, por las llamadas perdidas. Me encararon ¿qué me ocurría? Yo me enamoré, y el amor nos hace perder la cabeza.
Me dijeron que escogiera entre él y ellos, yo estaba hecho un tornado de emociones, de cosas que no decía. Los tornados destruyen todo a su paso. Fue un espectáculo mamá, deberías haberlo visto.
Lo escogí a él, argumentando que jamás me había puesto a preferir a alguien. Fue la primera vez que levanté la mano. No sabía si lloraba por los moretones o porque en el fondo algo me decía que estaba mal, y me engañaba a mí mismo. Los rompí.
Y mentí, porque él fue quien primero me hizo elegir, el día que sabía que existía un importante y me atrapó a propósito. Yo creí que eso era amor.
Yo creí que me amaba.
Él nunca mejoró, mamá, cada día en peor. Y yo me hundía con él, porque estuve ciego y no quería ver la verdad. No quería darme cuenta de que las cosas no fueron como yo las vi. Pensé que el patito feo se convertiría en un hermoso cisne, solo se encontraba en el estanque equivocado. La vida no es un cuento de hadas, es una comedia romántica que te hace llorar.
Él me engañó, con palabras dulces y melodías confitadas, me hizo creer que era un ave libre mientras me encerraba en una jaula. Fue víctima de su propio delito, yo su cómplice.
Él estaba enfermo, es un ser maldito.
Ya no sé si puedo confiar en alguien otra vez. Creí que era una buena persona, y no lo fue. Cada día me arrancaba las ganas de volar, porque me decía que no era lo suficientemente bueno para él. Miles de veces. Y yo me esforzaba por amoldarme a sus caprichos; me perdía a mí mismo.
Le confesé cuánto me gustaba, me miró con repulsión. Me dijo que dejara de buscarlo, ya no me quería más a su lado. Que por favor no volviera a meter mis narices en su vida, solo le ocasionaba más problemas de los que tenía. Pero por sobre todo dijo que le doy asco.
En el colegio se enteraron de que me gustan los varones. No quiero saber cómo. Veo en la mirada de mis compañeros repugnancia. Los que fueron mis amigos alguna vez me miran con desprecio y especialmente, lástima. Pero nadie se atreve a acercarse, me tienen miedo, saben de lo que soy capaz si quiero lastimar a otros.
Los niños por la calle me arrojan papelitos, los adultos me clavan la mirada, sé que la gente susurra a mis espaldas. Me da miedo estar en contacto con otros, todos se ven con la capacidad de juzgarme, lo hacen. No quiero que invadan mi espacio personal. Yo no tartamudeaba al hablar.
Todos los días me baño en agua caliente, dicen que ayuda a eliminar las bacterias, tal vez con eso ya no le de náuseas a nadie.
Me gusta el silencio de mi habitación, cuando mi hermana sale y papá no está. Antes olvidaba dormir, ahora es lo mejor que me puede pasar, lo único bueno que tengo. En mis sueños puedo reír libremente, nada tiene sentido, no tengo que encontrarlo.
Quiero arrancarme la piel y ponerme una nueva, debería existir un vendedor de piel, compraría una de pingüino.
Nietzsche dice que el valor de una persona se mide por cuánta soledad pueda soportar. Eso responde el porqué no valgo nada.
Oye Dios ¿estás ahí? Necesito hablar. Siento que el amor está aquí y otras veces no. Lloró todos los días al llegar la noche sobre mi almohada; dime porqué la vida es un tormento.