El U.S.S Black Decker navego hasta aguas internacionales, lejos de las rutas de navegación usuales, hasta estar en territorio sirense, allí bajaron en un bote a su capitán, Garret, a Clementine Carazo, nominal de las sirenas, y al hechicero Malquiur Malcon en compañía de su asistente, Aredia Horus, habían sido invitados por la reina de las sirenas a un evento de gran importancia, el baile de las medusas prismáticas.
En el bote también iban los hermanos de Aredia, ocupándose de remar, y Grimm Vezzel, nominal del Wyrm, sin sus poderes recién restaurados toda aquella empresa sería imposible; se alejaron del buque hasta ser detenidos por un soldado tritón montado en un hipocampo.
-Val vento, Hozu e mirolai, Monon e somia varano, o lu Janome.
-Dice que se llama Janome y lo envía la reina a escoltarnos-el capitán se había aplicado en aprender sirense.
-Sera mejor que entren al agua primero-dijo Grimm, con lentes oscuros y gozando del sol como nunca-tienen que quitarse todo de la cintura para abajo.
-“Es por la cola”-aclaro el pequeño Wyrm.
-Si yo debería saberlo, es igual que con el traje de hada.
-Comienza conmigo-dijo Clementine, saltando al agua-no vaya a ser que pierdas los poderes de hechicero al ser un tritón.
Para romper una maldición solo debía concentrar su energía y lanzarla, no fue difícil, Clementine como sirena se veía graciosa con el cabello tan corto, luego les toco a los demás echarse al agua, pantalones, zapatos y demás fueron dejados dentro del bote.
-¿Esto va a doler?-pregunto Aredia, medio muerta de la vergüenza porque estaba semi desnuda a la par de su jefe.
-No lo haría si fuera el caso-le tranquilizo Grimm.
De hecho fue bastante agradable, uno por uno tomaron la mano de Grimm y se sintieron insuflados de un curioso calorcillo que abarco todo el cuerpo, luego se sentía como un tirón hacia abajo, el peso de la recién adquirida cola, la de Aredia era gris, tirando a negro, muy elegante, la de Malquiur hacia juego con su cabello.
-Ok, antes de cualquier cosa comprobemos que el cambio fue completo-se sujeto al bote y se sumergió, Aredia hizo lo mismo.
Dio bastante miedo pero Aredia se atrevió a abrir los ojos y la boca y confirmar que ahora era capaz de respirar bajo el agua, el capitán Garret hacia lo mismo y se fijo que Clementine se había quedado mirándose.
-¿Estás bien?-le pregunto.
-Si…si, es que…nunca había tomado esta forma, Dawn había prometido traerme al agua y enseñarme a nadar pero…
-Oigan, si-dijo Malquiur, mirándose la cola-¿esto como se usa?
-¿Ya están listo?-todos dieron un respingo al escuchar al soldado tritón hablándoles, aparentemente el idioma vino como parte de la transformación-tengo unas cadenas para que se sujeten, los llevare a la ciudad.
-Entonces vamos-dijo Garret-saldré a decirles que esta todo en orden, el barco nos esperara hasta que regresemos.
-Me voy a despedir-dijo Aredia, asomando la cabeza, tardo algunos minutos y cuando volvió a sumergirse se estaba riendo.
-¿Qué pasa?-pregunto Malquiur.
-Dicen mis hermanos que si no regreso para cuando dijo se van a robar un submarino para ir a buscarme y ay de usted si me pasa algo.
-Tomo nota, Dios me salve de ser atacado por la familia de mi guardiana.
Se agarraron todos a las cadenas y Jenome los arrastro hacia las profundidades, hondo, cada vez más hondo, en un fascinante pero breve viaje en el que vieron bancos de peces y atravesaron campos coralinos, luego pasaron por una gruta submarina llena de algas bio luminiscentes y desembocaron en un mundo distinto, la mal nombrada ciudad hundida (porque jamás había estado en la superficie) de Atlántida, una metrópolis de roca y coral llena de una luz de en sueño proyectada por lámparas encantadas; los ciudadanos les miraban con curiosidad al pasar, aunque tuvieran colas seguían usando por arriba sus ropas usuales y una camisa era bastante más de lo que una sirena o un tritón llevaría puesto.