———— ARCO I ————
LA NUEVA GENERACIÓN
Capítulo I - Para ver el futuro, hay que entender el pasado
Se escuchó el ruido de un escudo quebrándose. Alguien jadeó dolorosamente. Una voz, rota por la urgencia, susurró algo que apenas se distingue:
—Tienes que salvarte… cueste lo que cueste… es la clave de todo… te amo.
La oscuridad espesa se disolvió con el áspero rasguido de un fósforo contra la madera. La llama débil parpadeó, arrojando sombras nerviosas que bailan en las paredes de troncos sin pulir de una cabaña pequeña. No más de treinta años, pelo castaño, ojos azules cansados, se sentó encorvado frente a un escritorio cubierto de mapas y viejos recortes de diarios. Una taza de café frío y olvidado descansaba a su lado. Abrió un cuaderno con tapas de cuero y, con un bolígrafo, se preparó para escribir.
"No sé si este cuaderno terminará siendo una confesión, un testamento, o simplemente la carta de un loco. Y no sé a quién le estoy hablando. A ti, Emma. O quizás a un completo extraño que encuentre esto después. Solo sé que es necesario que alguien entienda por qué llegamos aquí."
"Debo empezar por el principio. Las invasiones demoníacas son una constante, sí, pero no son como en las películas. No son ejércitos. Son incursiones pequeñas: nunca más de veinte, pero cada uno es una máquina de matar. Cazan de noche. El humano siempre pudo responder… hasta hace treinta años. La Invasión Alfa 1."
Pausó la escritura. Se refregó la cara. El cansancio le pesaba más que el bolígrafo. Suspiró.
"La Alfa 1 nos borró una ciudad del mapa. El problema no fue la cantidad. Fue la energía. Siempre tuvimos el luminis, la fuerza que nos permite defendernos. Pero en esa invasión, los demonios aceptaron el oscurus, la energía opuesta. Se volvieron imparables para las armas normales. Por eso la humanidad tuvo que encontrar su respuesta: los Centinelas. Aquellos que nacen con la afinidad al luminis y pueden canalizarlo. Es lo único que nos mantuvo en el juego."
"Soy Félix. Y soy uno de los últimos. En nueve años en la AMuCoD (la Agencia Mundial Contra Demonios), pasé de ser uno más a ser el Centinela más fuerte. Éramos treinta, y ahora… ¿Cuántos quedamos? Y el luminis… creo que no nos está abandonando. Creo que lo estamos gastando."
Se detuvo de nuevo. Sonrió a medias al mencionar ese nombre.
"Hace tres años, conocí al amor de mi vida: Emma."
Félix se quedó mirando el nombre en la página, el bolígrafo suspendido en el aire. La vela, más baja, crepita, y por un instante, la oscuridad parecía engullir la pequeña cabaña.