Ella preparaba la cena y cortaba muy delicadamente la carne, pero aún tenía sangre y el color carmesí en sus manos la hizo detenerse, respiro hondo y tomo nuevamente su cuchillo para continuar. Colocaba la sartén al fuego y servía vino rosado en dos de las copas. Coloca la vajilla en la mesa y la ansiedad empezaba, si cualquier madre debía ver como su único hijo se iba a vivir a la capital, estaba bien, pero ella no era cualquier madre. Para ella, era diferente por el simple hecho de que aún no confiaba en la independencia de su hijo y mucho menos en las personas de la capital.
Bruno, el perro, ladraba y movía la cola de emoción, esa era la señal, su esposo y su hijo, Yuri, habían regresado de la universidad. La mujer de cabellos teñidos de rubio, se acercó a la puerta para recibirlos, les dio la bienvenida con un abrazo y se dirigieron al comedor.
— Ma, ¿Cuándo veremos el departamento en la capital? – Yuri bebía su jugo.
— Tranquilo, todo a su tiempo.
— Confía en tu madre, le dijiste que escogiera un departamento por tí. – Comentó el sujeto con ojos en su esposa.
— Ya, solo estoy algo ansioso – sonreía como nunca, pues comenzaban sus planes de independencia.
— Te entiendo, – el hombre lo señalaba con el tenedor – cuidado con estar haciendo fiestas todas las noches, te mudas para estudiar y trabajar.
— Si pa, me lo han repetido todo el año.
— Con justa razón – declaró la mujer recogiendo los platos con ayuda de su esposo – hoy en día no se puede confiar en nadie.
— Hablando de confianza, –respondió Yuri con curiosidad – ¿Quién era el hombre del otro día, el moreno colocho?
El corazón de la mujer latía a mil por segundo, sabía que Yuri preguntaría, ese instinto curioso estaba en sus venas. Su esposo terminaba de ordenar la vajilla y se acercó discretamente a la mujer para susurrarle al oído “tenemos que decirle o buscará respuestas en otro lado, mejor que lo sepa por nosotros.” Ante esta petición la mujer asintió levemente, y volvieron a sentarse a la mesa.
— Él era un viejo amigo. – Sonrió y vio levemente a su esposo que le sostenía la mano en señal de apoyo – ¿Sabes por qué siempre cargabas localizador?
— Porque el trabajo de mi padre es peligroso y gracias a mis suplicas ya no lo llevo conmigo – los tres rieron y Yuri continuó – aunque admito que era algo excesivo.
— Verás, Yuri, no era por tí, – suspiro – sino por nosotros.
— ¿De qué hablas? – giro para ver a su padre, quien con una mirada le indicaba que escuchara a su madre.
— Para empezar no siempre vivimos en España, de hecho yo soy de América del Sur, bueno, tu padre también.
— Lo que queremos contarte no es más que una historia del pasado. – Agregó el hombre de cabellos rubios – Y ahí queremos que permanezca, en el pasado.
— Bien los escucho, ahora quiero saber como relacionan ese pasado con el localizador.
— Hace unos años, existió una guerra entre dos pandillas, ambas peleaban por narcotráfico y venta de armas ilegales. Al estar en guerra, muchos inocentes murieron, un punto clave fue recibir y transportar la droga a la capital, pues ambas pandillas querían adueñarse de ellas, al mismo tiempo en uno de los barrios perteneciente a una de las pandillas se infiltró un detective que cambiaría la panorámica de muchas personas, así inició un caos dentro del caos de la guerra de pandillas, inicio en el barrio DeLouis…
Editado: 14.12.2024