El Barrio Delouis

Cap.9. En picada

Solo se escuchaban gritos y gemidos de dolor. Una persona estaba ayudando al doctor y los demás nos quedamos a la expectativa. Rondaba la media noche y al fin se abrió la puerta verdosa del cuarto. El doctor se quitó las gafas como si de verdad le importará y nos dijo que estaba bien y que solo había sido superficial a pesar de que fue a corta distancia, en unas dos semanas estaría como nuevo. Claro, como si el estilo de vida le diera dos semanas para recuperarse. Alto, pensé. ¿Me estaba preocupando por ese asesino?

— Además, – continuó el doctor – quiere verte, Yoi.

Sentí que cada paso me hundía más y cuando al fin pude entrar en el cuarto, lo ví semi sentado en la cama e hizo un gesto con la cabeza, así que cerré la puerta.

— Lo que dije hace rato, sobre mis órdenes.

— No importa – lo interrumpí – se que el dolor te hizo decir muchas cosas y yo no quiero…

— Es cierto. – definitivamente no era duda o broma lo que veía en su rostro, sino más bien una seriedad que me daba escalofríos. – Si algo me pasa, debes guiar a esos idiotas.

— ¡Pero yo no quiero! – olvide las formalidades, el respeto y el maldito puesto sin importar las consecuencias. Pero no quería que todos se enteraran así que baje el tono de mi voz sin bajar la intensidad – ¡Lo único que he hecho es tratar de mantenerme en el mismo lugar, pero tú te empeñas en demostrarle a todos que siempre puedo más! Pero ya no puedo. Ya no maldita sea.

— ¡Debes! Aún no has entendido de que se trata todo esto…

— ¿Todo esto? Claro que lo entiendo ¡Se trata de ti y tus malditos caprichos! Yo no seré tu sucesora ¡Antes muerta!

— No te puedo conceder eso, ni aunque yo quisiera. – negó casi rindiéndose y por primera vez pude ver ese cansancio que con los años había acumulado. – La abuela sabe la verdad, si yo te la digo ahora no me vas a creer.

— ¿Qué verdad? ¿Qué mierda, Terkan? ¡Esto es solo otro maldito juego! ¿No es así?

— ¡No! ¡Hubiera preferido que fuera! ¡Pero no! – era cierto y sus ojos lo decían de todas las maneras posibles – Soy yo o ese puñado de asesinos que no dudarán ni un segundo en matarte a ti y a toda tu familia.

— ¿Qué… qué quieres decir? – aún no lo entendía del todo, pero mientras su boca se abría para decir aquello que temía, sentí que no podía estar más ahogada que ahora.

— Me refiero a que debes estar conmigo, no solo en la pandilla sino que debes estar conmigo, Yoika. Te salvé la vida, no por algo a cambio sino porque yo también debía hacerlo.

— ¿Cómo que debías? No eres una persona que le deba algo a alguien. – y en verdad lo creía.

— Que te lo explique la abuela.

— No se trata de tu sucesor ¿O sí?

— No, preciosa.

No sé burlaba y, de nuevo, esa mirada que no había podido comprender me causó escalofríos. Salí sin decir nada y lo primero que hice fue ver a todos los que estaban ahí, no se que estaban esperando o si esperaban algo, pero esa conversación no debía salir de esas cuatro paredes y yo me iba a encargar de eso. Todos me inspeccionaban queriendo una respuesta que jamás llegaría y simplemente me aleje sin agachar la cabeza o creer que podía mandar. Porque no iba a dejar que me vieran alterada y no quería mandar en nada.

Llegué a la tienda de carnaval y saqué a mis primos. Mierda. Ese problema se me había olvidado por un segundo. Llegamos a la casa y literalmente los tiré a su cuarto para encerrarlos. Mi madre estaba al pendiente y una vez les dije que no pasaba nada, se fueron a dormir. Pero yo no pude, sabía que la abuela estaba durmiendo y aunque quisiera saber de qué se trataba todo esto, no podría hasta mañana.

Revise la librería que tenía apenas cosas importantes y algunos libros que me había regalado Tony, hasta que mi mano tomó no un libro, sino un álbum que apenas y tenía fotos para poder llamarlo así. Lo abrí y los espacios vacíos se comenzaban a tornar amarillos, pase las fotos poco a poco hasta dar con la que tenía de Bryan y su hermano, el papá de mis primos. Lo más clásico de todo esto, es que la foto estaba manchada en una esquina, una parte negrisca casi quemada por un incendio de hace años, antes de que yo naciera. Quité la foto de su sitio y me tumbé en la cama, suspiré levemente hasta volverme a preguntar ¿En verdad valía la pena mi vida? No es que quisiera quitarme la vida de nuevo, pero esto se estaba volviendo más agotador de lo normal.

¿Acaso alguien puede vivir con la muerte de un niño? ¿Alguien puede vivir mandando una red de drogas? ¿Acaso vivir se trata de sobrevivir en un mundo donde no pediste nacer? No culpaba a mis padres, sino a la suerte de haber nacido en un lugar como este. Tal vez no era suerte sino más bien, algo al azar que nadie puede decidir.

¿Podría con esa verdad que la abuela tenía que contarme? ¿En serio tanto maldito gobierno para no hacer nada con tipos como Omega y los Manolio? ¿Tanta autoridad para no hacer nada con personas como yo? Lo sé, no es mi decisión y aún así, formó parte de esas personas…

Si más del 3% de la humanidad entera vivía en mis condiciones, no quería pensar en el otro 7% que vivía en las drogas por mera conveniencia y placer. Un 10% estaba podrido y el otro 90% no tardaría en caer poco a poco, uno a uno. Sé que no debería preocuparme por eso, pero me era inevitable pensar en cómo, sobre todo, habían personas que les daba placer vivir en mi mundo. Vivir en una mierda que solo te condena y te hace ver hacia atrás cada vez que sales. Vivir para cuidarte en cada paso, ver hacia todos lados con miedo que alguien te vigilé, contar los pasos porque te puedes perder, no hablar de más porque te pueden silenciar y, no confiar en nadie porque cada mirada puede ser una puñalada.

Ya había sobrevivido a todo eso, sí había logrado superar la muerte de esas personas, si había conseguido la confianza de Terkan, si había logrado que Omega se alejara de mí y si había conseguido sacar a mi hermana de todo esto. Podría salir yo también, todo eso no sería en vano. Sabía que, ahora, me estaban buscando porque seguro se corrió la voz de la chica que mató al hijo de Reish, así que tendría que salir de toda está mierda, de una vez por todas. Comenzaría con Terkan, si me creía con la capacidad para “liderar” su pandilla, entonces confiaba más de lo que yo pensé, y podía comenzar usando eso a mi favor, usaría cualquier recurso. Bueno, tal vez omitiría uno…




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