El Barrio Delouis

Cap. 15. Amigos de la muerte

Yoika

Nos ataron del abdomen y manos a una viga larga que tocaba el techo. Estábamos deshidratados y cansados. Después del secuestro nos trajeron a este lugar, no recuerdo el camino y tampoco cómo llegamos, pero cuando desperté, Mark estaba junto a mi, igual de atado que yo. Habían pasado unas horas y calculamos las 4 de la madrugada. El clima empezaba a cambiar una vez que la adrenalina disminuyó, nada parecía estar a nuestro favor. Según Mark nos pusieron bolsas negras para taparnos la vista, pero no recuerdo porque después que nos encerraron, el primero que cayó fue Mark, luego Omega me sujetó y me inyectó.

— ¿Cuánto crees que aguantemos?

— No lo sé.

— ¿No estás mareada?

— No, ya no. – gire para verlo. – ¿Por qué ayudaste a Terkan?

— Porque sentí culpa, culpa por todo lo que hemos hecho, ¿Tú lo hubieras dejado ahí?

— No... No lo sé.

En el fondo no sabía cómo responder a esa pregunta porque una parte de mi lo hubiera ayudado mientras que otra parte lo hubiera dejado morir. Me empezaba un dolor punzante en la parte posterior de la cabeza y cerré levemente los ojos, joder, estábamos a punto de salir cuando todo se fue a la mierda. Pero no me podía rendir ahora, no podía dejarle el paso libre a la muerte y si iba a morir, al menos sería luchando.

Inspeccioné el cuarto en busca de algo que nos pudiera ayudar, pero no había nada más que una mini ventana casi tocando el techo, que estaba a 2 metros de altura. No había sillas, ni cosas filosas, entonces recordé la navaja que llevaba en mi tobillo, pero me era casi imposible moverme de esa forma ahora, me dolían los huesos y el laso alrededor de mi abdomen no ayudaba. Intenté mover el pie, pero el sonido de la puerta me detuvo. Eran Reish y Omega.

Ellos nos anunciaban la muerte, nos anunciaban eso que, estaba segura, iban a posponer solo por el placer de vernos sufrir. Caminaron hacia nosotros y cerraron la puerta, que por cierto parecía pesada y hecha de metal. Las llaves las tenía Reish en su bolsillo izquierdo.

— ¡Al fin! Pensé que Omega te había dado más droga de lo normal. Pero, que bien, – se acercó hasta quedar a centímetros de mí, me tomó de las mejillas y me dirijo a su cara – ahora podemos empezar las presentaciones.

Intento tomarme por la fuerza, pero aproveché que mis piernas estaban libres y con una patada se dió por satisfecho. De hecho, sonrió y se acercó sólo para golpearme en la cara.

— Ahora entiendo porque Terkan te necesitaba tanto, no solo era por tu sangre sino por tu jodida actitud. – las señales de alerta sonaron en mi cabeza – ¿No crees, Yoika DeLouis?

— ¿Qué? – Mark tuvo la misma reacción que yo tuve cuando me lo dijeron. Omega se acercó a mi amigo y empezó a golpearlo.

— ¡Basta!

— ¡Anda, niegalo! ¡Niega que eres hija de Fisher DeLouis! ¡Anda niegalo!

— ¡Sí! ¡Sí, mierda! Soy su hija, deja a Mark en paz. – Agache levemente la mirada porque decirlo en voz alta era todavía peor.

— Tranquila, tu secreto está a salvo con nosotros. – Su mirada tenía ya planes para mí futuro y no me gustaba lo que estaba viendo – Así que estuve peleando contra tí, todo este tiempo.

— No tienes idea… – se dió media vuelta para irse – Estás matando al asesino equivocado, no fui yo quien mato a tu hijo.

— ¡Cállate! ¡Por eso y muchas cosas más, estás aquí! ¡Vas a sufrir el mismo destino! ¡Y el mismo miedo, pero tú miedo va a tener un nombre, Reish Manolio! – Omega ni siquiera volteó a verme.

Se fueron. Y mi primera preocupación, fue Mark, estaba encogido y con el pómulo roto, pero aún se mantenía de pie. Quise decirle algo, pero sabía que nada de lo que dijera iba a solucionar esto. Nada cambiaba porque esto no solo era de palabra, sino de sangre.

Nos mantuvimos en silencio, durante mucho tiempo hasta que la ventana dejó escapar unos rayos de luz, había amanecido. Y con ello una nueva tortura o chantaje. Volteé de nuevo para ver a Mark, pero seguía igual, con la cabeza agachada y en silencio. No sabía si era el dolor de los golpes o el simple hecho que se daba por derrotado ante la situación.

Calculé las 8:00 a.m. por el calor, pero no estaba segura. El tiempo era algo que ya no podía tener sentido si no veía con mis propios ojos de donde salía el sol. El sonido de la puerta se escuchó y conté, 1, 2, 3, 4, 5… al fin se abrió dejando a Reish como protagonista. Sus ojos parecían más complacidos de lo normal, supuse que por el aspecto de Mark, pero para mí sorpresa ahora estaba derecho, dándole la cara a nuestro secuestrador.

— Te trajimos un regalito. – se quitó del camino y mis ojos no creían.

— Yoi… – fue silenciado por un golpe en la cabeza, era Luis.

— Estaba rondando la playa cuando lo encontramos. ¿Te parece bien si le digo para qué está aquí?

— ¡No! ¡Déjalo en paz! ¡Él no tiene nada que ver! – tiraron a Luis cerca de mí y este me sonreía con nostalgia y miedo. – ¡NO!

— Ahora sabes que estoy dispuesto a acabar con todos los DeLouis ¡Y tú serás la culpable por esconderte tras Terkan! – se alejó. Arrastraron el cuerpo de Luis dejando una mancha de sangre por el cuarto. Si tenían a Luis, seguramente el siguiente era Carlo.

No lloré, no podía, ¿Cómo? Si Omega seguía en la puerta esperando una señal de debilidad para romperme. Sentía que un nudo se formaba en mi garganta y el calor de unas brasas me recorría todo el cuerpo, habían matado a mi primo por un maldito apellido que yo nunca había decidido tener. Pero tal vez tenga razón y me escude con Terkan por no aceptar mi destino. Tal vez sí, tal vez si hubiera hecho más…

— Sería tonto preguntar si estás bien. Pero necesito que reacciones…

— El siguiente es Carlo, y no me voy a quedar aquí sin hacer nada, no me lo perdonaría.

— Yoika, no es tu culpa…

— Pero lo será si no hago nada.

Paulo

Habían pasado 12 horas desde el secuestro de Yoika y Mark, pero mi impaciencia estaba al límite. Tal vez una llamada al capitán podía arreglarlo todo, pero yo no tenía el teléfono, lo tenía Yoi. Ella podía llamar y hacer que su infierno acabará, no me importaba si me dejaban aquí perdido en manos de Terkan, pero sí sabía que ella estaba bien, podía soportarlo. Podía soportarlo todo, pero no a ella en manos de Reish.




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