****ADVERTENCIA. ESTENCAPITULO PUEDE TENER CONTENIDO SENCIBLE PARA ALGUNOS LECTORES****
Por mucho que esperamos a mi hermano, a Tony, no aparecía y aunque me alivia, una parte de mi teme que este pasando por el mismo martirio que nosotros. Que lo estén torturando en alguna parte. O incluso en alguno de esos dos cuartos.
Hoy es nuestro quinto día y nos quedamos sin agua, lo poco que hemos dormido ha sido cuando el otro se queda de guardia. Las ojeras son evidentes al igual que los ojos levemente hinchados. Las heridas siguen ahí, pero con menos inflamación y el silencio ha sido protagonista últimamente. Ninguno se atreve a preguntar por la situación moral del otro, estamos viviendo lo mismo y lo único que podemos hacer es quedarnos sentados, uno junto al otro y a veces abrazarnos para intentar protegernos. Sabemos que no es suficiente, pero sabemos que resistimos por el otro hasta que uno caiga.
- ¿Recuerdas nuestro juramento?
- Hicimos tres. – tomó su mano para sobar sus nudillos que están hinchados y rojos. – ¿A cuál te refieres? – con su otra mano me acaricia el pelo.
- El que involucra terceros.
- Dos de ellos involucran terceros. – bufa y podría jurar que tiene una leve sonrisa en su rostro.
- El de… – hace una pausa que no logro entender del todo – llevar nuevas personas al barrio. Fede está embarazada. – me despegó más rápido de lo que quisiera y busco sus ojos, está a punto de llorar – Ese bebé es mío.
- ¿Qué? – es lo único que logro decir.
- Sé que lo juramos. Juramos no tener hijos sino podíamos darles libertad, pero… – se quiebra y agacha la cabeza. – Ese día estaba borracho, joder no es excusa…
- Shhh – me acercó hasta abrazarlo y dejar que llore. Está jodidamente arrepentido. Este era nuestro segundo juramento porque no queríamos que más niños crecieran en las condiciones que nosotros crecimos. Más específico, juramos no tener hijos porque vivirían el mismo infierno que nosotros, porque no les daríamos libertad.
Lo abracé lo más que pude y él sollozaba, ahora recuerdo porque el doctor le tenía una respuesta a él y Fede. Sé que estaba borracho, pero tampoco lo culpo por lo que hizo. Ahora estamos encerrados en estas cuatro paredes y no puede ni siquiera asegurarle libertad a Fede. Lo juramos porque nos veríamos egoístas teniendo hijos y viéndolos sufrir sin poder hacer nada al respecto, lo juramos porque la libertad nunca fue opción ni siquiera para nosotros, lo juramos porque sencillamente no podíamos ser capaces de sobrevivir con alguien más. Pero ahora Fede está embarazada y los sollozos de Mark se escuchan en toda la habitación, él siempre fue una persona responsable y nunca dejó que su mamá enfrentará las cosas sola, siempre estuvo para ella, pero ahora no está ni siquiera para Fede, para ese bebé.
- Tienes que vivir. – es lo único que puedo darle, esperanza – No por ti, sino por ese bebé.
- ¿Co… cómo? – su voz está quebrada, sé que ese bebé le pesa más que todas las palizas que hemos recibido aquí. Puedo sentirlo en cómo me aprieta como si buscará un refugio, algo que haga que ese día desaparezca.
- Hallaremos la forma. – cierro los ojos fuertemente y solo veo un rostro, con ese rostro veo una salida para mí también. – Siempre hallamos la forma.
- Yoi… si no logro salir de aquí… – sé detiene y se acomoda de nuevo, obligándose a mantener la calma – llévate a Fede contigo, por favor, no dejes que mi hijo se convierta en alguien como yo.
- Mark…
- ¡Por favor! – súplica y me sonríe como si estuviera pidiendo un último favor.
- No lo digas así, – niego con la cabeza y siento que mis ojos están húmedos – no como si te estuvieras despidiendo.
- Gracias. – me abraza de lado y nos quedamos así. Quería llorar con él, pero no pude, sin embargo, algo en mí se rompió junto con él.
Escuchamos la puerta. Está vez solo veían los dos bastardos y nadie más. Me levanté, pero casi al mismo tiempo lo hizo Mark, hoy parecía ser el día de los finales o simplemente así se sentía porque ya no podíamos con más, pero nos obligamos a dar lo último que quedaba de nosotros.
- Ahora yo supongo que ya pueden con Omega. – Reish cerró la puerta detrás suya y Omega se acercó.
¿Íbamos a pelear? Sí, Omega se lanzó a Mark mientras yo intentaba golpearlo. Vaya que lo golpeamos, pero él lo hacía más, con más constancia y más fuerza. Nosotros estábamos jodidamente cansados, nuestro cuerpo apenas podía soportar mantenerse en pie y pese a todo, lo golpeamos.
La herida de mi pómulo se abrió de nuevo y caí al suelo, Mark aprovechó para tomarlo del cuello y ahogarlo, Omega luchaba y lo tomaba por los moretones de sus brazos para debilitar el agarre. Yo me concentré en golpear su abdomen una vez que recuperé el aliento. Mark lo ahogaba y yo lo golpeaba, era lo último que teníamos para dar, pero no tomamos en cuenta una cosa, una que nos condenó.
El sonido de disparos hizo que Mark soltará a Omega, este me empujó lejos y se alejó. Yo me centré en una cosa, la sangre que corría del costado de mi amigo, Mark. Me lance a ayudarlo, pero era demasiada sangre, no podía contener la hemorragia y Mark soltaba pequeñas lágrimas de sus ojos. Comencé a entrar en pánico y la poca presión que hacía en la herida no era suficiente, no iba a ser suficiente y lo sabía, pero no quería que muriera, no podía dejarlo morir. Su mano se acercó para tocar su herida que dejaba un charco de sangre espesa dejando de él. Le costaba respirar al igual que a mí, pero ninguno era capaz de hacer más.
- Perdón… – fue lo que dijo. Pesaba tanto porque cuando nuestros ojos se chocaron, ambos supimos que no solo le pedía perdón a Fede, sino a mí, a su madre, pedía perdón por todo lo que hizo. Le pedía perdón a su hijo y una única lágrima salió de mis ojos. Pero fue tan grande, que cuando cayó sobre el rostro de Mark, también cesó su respiración y ese, fue su último perdón.