Cap. 20. Realidad 4

— ¡Mierda!

— ¡Yuri! – reprendieron ambos padres al unísono.

— Ya, ya. Perdón, es que… carajo – estaba atónito. No procesaba bien todo, no lo procesaba del todo porque una parte de él decía que era verdad y tenía miedo a esa parte, a esa verdad.

— Por hoy lo dejamos hasta aquí. – negó su padre con la cabeza.

— ¿Qué? No, no. Ustedes tienen que decirme cómo terminó esto.

— ¿Ahora por qué la urgencia en saber? – la mujer se recompuso las gafas como si fuera una profesora a punto de interrogar a un alumno.

— Necesito saber que paso. Todavía falta algo ¿No es así? Falta la maldita cereza del pastel.

— Yuri, cuida tu boca. – advirtió el padre con ojos severos. – Te lo diremos, pero ya pasan de las doce, mejor ve a dormir. – El chico buscó la hora en su teléfono y cierto, eran las 12:45 a.m.

— Bien. – los padres sabían que no se iba a quedar tranquilo así que contaron tres segundos antes que Yuri, desde la puerta, se diera vuelta para preguntar. – Solo díganme algo. ¿Cómo es que esos “sucesos” – hizo comillas porque, era una historia ficticia – nunca los noto alguien? Ajeno al barrio, claro.

— La gente si lo nota Yuri. – aclaró su madre poniéndose de pie – Pero a veces es mejor no meter las manos.

— ¿Entonces por qué ese detective lo hizo? – frunció el ceño en busca de más respuestas.

— Seguramente porque la amaba, y cuando amas a alguien haces cualquier cosa por ella.

— ¿Entonces detrás de toda esa mier… – se aclaró la garganta y corrigió – …basura todavía hay personas que le llevan amor y esperanza a otras?

— Sí. – el padre sonrió orgulloso, porque parte del mensaje le había quedado claro – Todavía hay personas buenas.

— Descansen. – titubeó al hablar pero con la mente un poco más clara.

Dejaron las cosas como estaban y cada uno se fue a descansar. El mundo no cambiaba, pero las personas sí. Allá afuera todo seguía en su lugar, pero el factor de cambio eran ellos y nada más. No había más.

Un pequeño vacío se instaló en aquella casa, no era nostalgia, ni emoción, sino uno de esos vacíos que hacen que el silencio sea abrazado y contemplado. Un vacío donde el silencio era el causante de las preguntas y respuestas que parecían eternas hasta que el sueño los derrotaba. Ese silencio que se instala en las casas de vez en cuando para recordar lo que significa una verdadera “plática profunda” y tiene un algo que deja cosquillas y al mismo tiempo tranquilidad.

¿Personas buenas? No sé qué pensar sobre las personas buenas, pero sé que todavía existen actos de bondad en esto a lo que llamamos sociedad. Y eso es, aparentemente, suficiente.

La mañana siguiente, se tomaron el tiempo para ver con claridad su entorno. ¿Qué estaba pensando en realidad? ¿Qué pasaba en su vida? No pasaba mucho, pero los actos de las personas eran esas pequeñas patadas que nos hacen tropezar de vez en cuando, tal vez no con intención, pero sí con todas las de perder. Había algo en los carros que pasaban por su camino, algo en las miradas de las personas, había un profundo sentimiento hacia aquellas que pedían limosna en la calles (calles donde las “autoridades” les permitían estar), y había también mucha incertidumbre sobre el futuro.

La mujer sentía que su contribución en la agencia no era suficiente, y sí, no era suficiente porque esas agencias de ayuda comunitaria eran apenas gotas para la cantidad de ayuda que se necesitan, pero al menos ayudaba. El hombre trataba de resolver a diario esos casos de homicidio y secuestro porque sentía que encontrando a esas personas, era un consuelo, era un granito de arena. Yuri por otro lado, creía que su carrera podía dar más, pero ¿Era eso lo que en realidad quería? Tal vez, ahora, viendo la situación, esa carrera podía ser más de lo que pensaba y sí, si podía dar su apoyo a todas esas personas.

Se pregunto seriamente si llevar un localizador y una navaja era exagerar. Con la historia, se dió cuenta que no, no era exagerar, pero tampoco era la gracia llevar esas dos cosas a todos lados. Por el trabajo que hace su padre, sí, tal vez era bueno, pero por las personas que rodeaban el mundo, era jodidamente necesario. Así que la historia, no era más que una justificación con puntos y comas sobre que tanto había que mantenerse alerta sin llegar a la paranoia. Bueno, ese era el punto de vista de Yuri, pero el mundo no podía tener ojos en el mismo objetivo, no, el mundo se enfocaba solo en su objetivo.

Lo cierto es que el mundo no podía ver lo mismo en todos los sentidos. Joder, apenas y podemos ponernos de acuerdo para elegir presidente, dudo que podamos ponernos de acuerdo para hacer algo por esa gente. Gente como tu y yo que sencillamente no tiene lo que tenemos.

— ¿Podemos pasar a “Comunicación dos vías”?

— ¿Por qué? – les tomó por sorpresa, pero más aún, la pregunta fue de la nada.

— Necesito averiguar algo para la clase de Comunicaciones ¿Podemos?

— Si, claro. Solo salimos del tráfico. Queda de camino así que estará bien. – claro, el hombre de ojos claros mantenía la calma, pero apretaba el volante cuando avanzaban.

— Gracias.

Comunicación dos vías, era una empresa de prensa que publicaba todo tipo de artículos mediante ambas partes llegarán a un acuerdo de promoción y publicación. Sin embargo está empresa se especializaba en algo muy particular, normalmente los artículos que se publican eran artículos escandalosos.

Los artículos eran algo así como la estafa de un ministro, adjuntando pruebas sobre la información y luego se abría una investigación para llevar al ministro a juicio, dónde casualmente, el artículo era cierto. Esos artículos estaban protegidos bajo una firma muy prestigiosa que protegía ambas partes, a la empresa y al emisor. En algunas ocasiones el emisor es publicado de manera anónima y había un contrato específico dependiendo de las condiciones, como su anonimato. Pero otros artículos llevaba el nombre del emisor y no había culta atrás, lo cierto era que como prensa no estaba haciendo nada malo, solo publicando las noticias según las recibían, pero debían ser cuidados.