El Barrio Delouis

Cap. 21. Superación y Rencor

Fede

Nunca pensé que después de todo… Después de decirme que se haria cargo, se iría y ahora, está muerto. Muerto por defenderla a ella, mierda. ¿Qué carajos tiene ella para que todo el maldito mundo la quiera cerca? ¡Estoy embarazada y ella sigue jodiendo la vida de más personas! Primero Mark y ahora ella. Suspiré porque no sabía qué hacer. No quería abortar al bebé porque es MI bebé, pero tampoco puedo mantenerlo, joder ¿Qué voy hacer?

— ¿Por qué me dejaste Mark? ¿Cómo va a crecer nuestro hijo sin un padre?

Hace tres meses. Antes del capítulo 10

Ya habían entregado el paquete y Jorge me había invitado a tomar un par de tragos. No era la primera vez que me unía a una de estas fiestas, pero se sentía diferente. Pasaban de las 10:30 p.m. y la gente empezaba a drogarse en pequeñas cantidades mientras otros bailaban por aquí y allá. Caminé entre la multitud para encontrar a Jorge, pero a quien me tope fue a Mark.

— Perdona. Hola Fede, hace mucho que no te veía por acá.

— Jorge me invitó. – desee que se interpuso era, que dijera algo en contra.

— Oye eso está genial. Lo acabo de ver… – se giró para buscarlo – Ah, – no se que habrá visto, pero poco me importaba si él se quedaba conmigo, al menos por un rato. – ¿Quieres bailar conmigo un rato, en lo que Jorge se desocupa?

— Sí. – respondí casi de inmediato, sin darme cuenta de la emoción que deje escapar.

Me tomó de la cintura y me acercó a su cuerpo. Bailamos juntos como unos locos, sin seguir el ritmo de la música, no sé porque se había acercado, pero yo era feliz aún si en mis ojos veía a otra persona. De hecho, lo hacía, pero no me importaba, yo quería a Mark desde siempre. No me importaba su familia, su pasado o las malditas muertes con las que cargaba, para mí, él siempre sería mi foco de luz en este mundo, mi esperanza.

Nos alejamos para beber unos tragos, un par de vodkas y no faltó el tabaco. Estábamos borrachos, pero aún conservamos un poco de nuestros sentidos porque nos obligamos a no beber de más aunque a ratos parecía que sí.

Jorge ya se había desocupado, de hecho llegó a buscarme, pero lo ignoré alegando el calor de la fiesta. Yo sabía lo que se sentía ser desplazado por otra persona, pero si estás horas podía estar feliz al lado de Mark, lo haría. El moreno sonreía y se divertía, de hecho, era la primera vez que lo veía así de alegre en una de estas fiestas ¿Era por mi compañía o simplemente había tenido un buen día?

De un momento las cosas empezaron a ir rápido. De hecho, dieron tan rápido que sentí sus manos en la parte baja de mi cintura y cuando me acercó a su cuerpo hasta quedar pegados, no pude contenerme y lo besé. Un beso arrebatado, alegando mis sentimientos por él.

— Fede… – se alejó un poco hasta que pudo verme a los ojos – Estamos muy borrachos…

— ¿Y con eso qué? – le sostuve las mejillas y no sabía si era alcohol o simplemente necesitaba más de él, pero suspiré diciendo – Se que la ves a ella en mí, pero por una noche, solo una noche, tienes que verme a mi…

— Fede… no quiero cometer ningún error.

— Mark te quiero. – volvimos a acercarnos y me tomó la mejilla para besarme de nuevo.

— Lo sé, y lo siento.

En el presente.

Mis pies eran más rápidos que mis pensamientos y lo único que necesitaba era verla, tenerla enfrente. Ya habían pasado 10 días desde que había vuelto y estaba dispuesta a hacerla responsable. Llegué hasta la casa de Terkan y entré solo porque alegue buscar a Héctor por un asunto de pago. Obvio era mentira, pero eso me dió la oportunidad de ver al detective y seguirlo, porque donde estaba él, estaba ella. Llegamos a una habitación y sin esperar nada. Me lance hacia el detective para quitarlo de enfrente.

— Fede...

— ¡Por tu culpa murió! – pensé que el enojo que sentía iba a sobrepasar mis ganas de llorar, pero me equivoqué porque pronto sentí las gotitas en mi rostro – ¡Mark iba a volver conmigo!

— Fede, yo... Lo siento...

— ¡Mal agradecida! Él te salvó y tú lo mataste ¡Fue tu maldita culpa! – me acerqué y sus ojos anticiparon mis movimientos, pero no anticipó la bofetada en su rostro. O tal vez sí, porque cuando levantó la vista y sus ojos eran mares de lágrimas y no pude atreverme a más. Caí al suelo, rendida, derrotada porque yo no podía con esto. – Él te amaba y yo lo sabía… pero aún así quise amarlo también porque… porque él iba a volver.

— Mark, – hizo una pausa y me levanto el rostro con sus manos – también te amaba. Lo último que hizo fue asegurar tu protección y la de su bebé…

— ¿Cómo?

— Me hizo jurar que te sacará de aquí, y así lo voy hacer. – en el fondo lo sabía, más por mí o por él, lo hacía por el bebé. Se sentía culpable y yo también.

Yoika

Hace tres años.

De entre todas las mentiras y traiciones de este lugar, la más abusiva y arrebataba siempre había sido relacionada a los niños. Sí, los niños. Muchos de ellos se metían al asunto de la pandilla por mera cultura o “familia”, pero otros pocos eran obligados y otros más eran involucrados por terceras personas. Siempre había un niño de por medio, ya sea en una amenaza, secuestro, violación o en un asesinato y ¿Cuál de esas era peor? Tal vez todas eran iguales por la sencilla razón de que los niños eran los protagonistas.

El día de hoy no era diferente pues nos tocaba amenazar a un deudor que tenía dos hijos, una niña de 12 y un niño de 6. En ningún momento pensé que Omega pidiera mi ayuda y la de Mark. Pero ahí estábamos, con un arma en la espalda y dos sujetos arrodillados en el suelo, mientras los niños los sostenía Rapiña. Ellos estaban viendo como les pegamos a los hombres, les sacamos sangre e incluso, Omega, le partió un diente a uno. Ellos veían sufrir a su padre y aprendían que solo a golpes se puede obtener lo que uno desea. Yo me limitaba a pegarle a los hombres con tal de no ver más las lágrimas de los niños.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.