Halcón
Si bien las cosas iban mejorando en el bar, los clientes estaban aburridos de las mismas chicas, aunque algunos se conformaban con su favorita. Pero el Fiscal y el Juez, no eran hombres fáciles de satisfacer, siempre procuraba estar con alguien diferente o al menos prestar se atención en alguien poco destacable. Usaban ese método para dejarse estafar por mis chicas o para que ellas no pudieran recordarlos, porque al final ellos eran solo: un cliente más.
Hoy era día de revisión. Traíamos a un doctor que daba visitas a domicilio. Los requisitos para elegir al doctor, eran simples: que no fuera de la ciudad, tener más de 45 años, ofrecerle una buena suma de dinero, asegurar que fuera un hombre discreto y sobre todo, que no tuviera un apellido de renombre. Con esas pequeñas medidas podía asegurar un chequeo exitoso. A ellas las mandaba a mi casa de campo que estaba a nombre de alguien a quien había matado y las vestiamos con ropa decente. Todo para que ellas no quedarán embarazadas o arreglar pronto el problema. No soy un hombre tan cruel, solo me aseguro que todo sea limpio y perfecto.
— ¿Cuándo iremos por la nueva mercancía? ¿No crees que estamos gastando mucho en un solo producto?
— Hijo, en estos casos, vale la pena. Créeme, confía en el buen ojo de tu viejo.
— Bien. – se fue a darle la paga al doctor – Vamos por todo o nada.
— Así se habla.
En este negocio, nosotros somos de los más influyentes y buscados, en ambos bandos, tanto del lado de la justicia como del lado de los barrios bajos. Eso era lo bueno de vivir en Brasil, sabíamos ocultarnos para no tener que involucrarnos con los colombianos, pero teníamos el mismo poder. Aquí las cosas marchaban a un ritmo, aparentemente, más lento, pero igual de eficaz y siempre a la disposición de una buena chequera.
...
Sabía que no éramos los suficientes para acabar con los DeLouis, pero sí los necesarios para alcanzar el objetivo. Siempre había uno, dentro de la justicia, los hombres como yo éramos el principal objetivo. Dentro del gobierno, el pueblo ignorante, lo era. Dentro del barrio, la muerte. Todo giraba en torno a un objetivo. Absolutamente todo. Cuando las cosas empezaban a irse la mierda, era bueno recordarse que había un objetivo y por el cual se estaba alcanzando. Todo, absolutamente todo, giraba en torno a eso, incluso nuestras patéticas vidas.
La idea era llegar temprano, cerca de las 6:30 p.m. cuando el sol había abandonado un 90% del día y nos daba chance para pasar desapercibidos, sin embargo, llegar a cierta hora no nos daba ninguna garantía. Nada nos aseguraba que alguien no iba a saltar a su defensa. Teníamos todas las de perder y aún así, me arriesgue. Sabía lo que ella valía y si Terkan la consideraba tanto, era porque no solo era su favorita, sino la favorita de muchos. Porque las personas como ella, se convierten fácilmente en objetivo y no específicamente por sus capacidades sino por lo que son por fuera y lo que intentan aparentar. En su caso: una mujer fuerte, que no se dejaba de nadie, ante nadie agachaba la mirada y, sobre todo, retadora. Eso es lo que uno busca para este negocio, porque casi siempre los clientes buscan a mujeres así para hacerlas dóciles y estaba ansioso por ver eso.
Eran las 6:00 y estábamos muy cerca de llegar. Todos llevaban el uniforme por si alguno se perdía o colaba entre los malandros, ya sabía como identificar a mi gente. Este sería el último trabajo con los DeLouis y debía salir perfecto. Tomamos las armas y nos colocamos el antifaz, sobre todo la seguridad, porque a pesar de no contar con el total apoyo del gobierno, en la carretera, cada dos postes de luz, había una cámara. Así que esas tres, pero cruciales cámaras no nos podían captar, no siendo hombres importantes de la ciudad.
Terkan
Todo había resultado mas llevadero de lo normal y los problemas parecían desaparecer, pero detrás de toda esa organización, los chicos de mi pandilla estaban tensos. Ya nadie quería al detective y, por obvias razones, lo querían muerto porque sabía demasiado. Yo intentaba, en lo posible, tratar de mantenerlos a raya, pero algunos se estaban saliendo de mis manos. Como era de esperarse, no todos estaban de acuerdo y muchos estaban ansiosos por saber quien iba a sustituir a Omega, pero eso era una de mis últimas preocupaciones.
Se supone que eso debe ser mi primera preocupación, pero justo ahora, solo estoy pensando en ella y qué esta haciendo justo ahora. El detective me dijo que irían a la playa para darle luto a Mark, pero más allá de eso, estoy nervioso. Hace menos de una semana apareció otro hombre muerto en las afueras de DeLouis y tenia la letra H con tinta negra, segura fue Halcón y no estoy seguro si es solo una provocación más o una advertencia.
Todavía existen personas que toman lo que quieren por la fuerza y en este mundo, eso se hace siempre. Por suerte tenemos el plan B. No me preocupa tanto mi propia seguridad sino la de barrio, he hecho todo lo que puedo para mantenerlos a salvo y sin que el gobierno se meta para llenarnos de impuestos y muchas otras cosas que no podemos pagar porque a duras penas podemos salir día a día, pero si yo muriera la única capaz de mandar y tener un “orden” sería ella, pero ya ni siquiera es una opción. Así que me toca cumplir con toda la responsabilidad, así solo por eso, debo sobrevivir el día que Halcón ataque. No por mí, sino por ellos.
A muchos de los jefes nos les importa su pandilla, pero la diferencia con ellos es que yo todavía tengo algo que proteger, al menos hasta que llegue Halcón y ella pueda salir.
Paulo
El paquete me había llegado por medio del doctor y las armas, también. Me sorprendió lo mucho que nos ayudo para que el plan se llevara a cabo, pero cuando le preguntamos el motivo, pues no podía ayudarnos, así como así, eso lo aprendí aquí, nos dijo que tanto Mark como Yoi eran personas muy especiales y de las pocas que valían la pena aquí en el barrio. No me sorprendió esa respuesta. Pues ya me la esperaba.