El Bastardo Desdichado

Capitulo 3 Decidido A Encontrarlo

El detective Ramos se dejó caer sobre la silla y sacó una libreta de apuntes de su abrigo. Una vez acomodado, le ofreció una sonrisa franca a Javier para alentarlo a hablar, pero éste seguía sumido en el reclinable; meditabundo y nervioso.

- Considere usted mi absoluta discreción. Dígame, ¿por qué está interesado en contratar mis servicios?

- Necesito encontrar a mi hijo y a su madre. – Al fin dijo Javier y separó un poco la espada del asiento.

Ramos estiró una de sus cejas y levantó la cabeza para mirarlo. Javier volvió a echar la espalda hacia el reclinable y suspiró profundamente.

- Hace poco más de dos décadas tuve una relación pasajera con otra mujer.

Perdió por un segundo la vista, pero inmediatamente parpadeó para volverla a los ojos del detective. Reparó que era la primera persona a la que le contaba de su secreto.

- Para ese entonces, yo ya estaba casado con Sonia, y ella acababa de decirme que esperaba un hijo mío. Yo estaba confundido, pues yo no amaba a mi esposa. Usted sabe, detective, antes, entre las familias adineradas se acostumbraba a pactar matrimonios a conveniencia, ese fue el caso de mi familia y de la de Sonia, pues el día de nuestra boda se fusionaron importantes negocios.

- Entiendo, señor.

Javier se terminó un cigarrillo, de inmediato encendió otro, después se retorció suavemente sobre el reclinable para acomodarse mejor. Exhaló suficiente tabaco para finalmente sentirse relajado y proseguir:

- Diana, así se llama esa mujer, vino a darle un aire de frescura a mi vida, pues yo me hallaba desilusionado y lleno de coraje por la imposición de mi matrimonio con Sonia, pues sentar cabeza en el momento más inoportuno de mi juventud venía a dar al traste con mi vida.

- De acuerdo. Hábleme de esa mujer, de Diana. ¿Desde cuándo perdió contacto con ella?

- Desde el mismo día en que me dijo que esperaba un hijo mío. Diana no sabía que estaba casado y que aquí en la ciudad de México mi esposa también esperaba un hijo. Le mentí, le dije que volvería.

Javier era un hombre fuerte. Sin embargo, ese recuerdo logró que los ojos le brillaran como candelillas en la noche.

- Disculpe…

- Pierda cuidado, señor Linares. Lo entiendo y le prometo que haré todo lo que esté en mis manos para encontrar a esa mujer y a su hijo. ¿Qué edad tiene ahora el muchacho?

- Veintiséis años.

- ¿Alguna fotografía que tenga de ella, de la señora Diana?

- Ninguna. Solo le puedo decir que se llama Diana Gutiérrez. Vivía en la colonia Obrera en Ciudad Valles, San Luis Potosí, y en ese entonces trabajaba en un puesto del mercado “Constitución” de dicha ciudad.

- Si es que aún vive en ese lugar será fácil dar con ella. Le aseguro.

- Hay algo más que debo decirle, detective.

- Usted dirá señor Linares.

- Le explicaré el motivo por el que he decidido buscar a esas dos personas, y es lo más delicado del asunto.

Ramos se acomodó mejor en el asiento motivado por la curiosidad. Javier aflojó el nudo de su corbata evidenciando que lo que estaba a punto de decir le provocaba una sensación de asfixia.

- Una banda de delincuentes, extorsionadores para ser precisos, valiéndose de no sé qué artimañas, ha descubierto mi secreto.

El detective, quizás acostumbrado a esos temas, no mostró sorpresa alguna.

- ¿Se da cuenta de la gravedad del asunto, detective?

- ¿Supongo que le han pedido dinero por no revelarle el secreto a su familia?

- No solo eso, y siendo franco, no es eso lo que me inquieta.

- ¿Entonces?

- Tienen secuestrado al muchacho y le harán daño si no obedezco a las órdenes de Androctonus, El Escorpión.

- ¿El Escorpión?

- Así se hace llamar.

- Sé de lo que se trata, señor Linares. No es usted el primero ni el último al que ese personaje hace daño. Tenga mucho cuidado. Le recomiendo que sea muy precavido en lo que decida hacer. Él no debe saber que usted busca por su cuenta a la señora Diana. Podría reaccionar de manera peligrosa. ¿Qué le ha dicho?

- Que tiene a mi hijo y que lo matará si no pago la cantidad que pida. De Diana no dice nada.

- ¿De manera que usted prefiere localizar a la madre de su hijo para protegerla también, una vez que se lo entreguen?

- Así es. No sé en qué condiciones esté ella, pero indudablemente también corre peligro. Quiero ayudarla y cuando ambos estén frente a mí, pedirles perdón.

- Está bien. Desde mañana recorreré todos los lugares posibles en esa ciudad.

- Me parece perfecto, detective. Enseguida le entregaré un cheque con la cantidad suficiente que le permita moverse con agilidad en el caso.

Una extraña emoción sacudió el pecho de Javier. Cualquiera que tuviera ojos habría podido darse cuenta de que aquel hombre se hallaba ilusionado con la idea de encontrar al hijo que aún no conocía.



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En el texto hay: intrigas mentiras amor verdadero

Editado: 22.02.2023

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