Las fiestas eran maravillosas, nadie se negaba a ello, nadie decia que no , aunque podía pensar en alguna que otra excepción a la regla algún “Grinch” que detestase estar rodeado de gente, disfrutando de la música y olvidándose de las responsabilidades por un rato.
Y esto viene de alguien que después de unos cuantos errores cometidos por culpa del alcohol, se había enemistado con la vida nocturna y lo que acarreaba consigo, pero quien a la vez había hecho una excepción por su mejor amiga, por su hermana de otra madre, por la única persona que había sido incondicional con ella sin importar que.
Solo por ella había aceptado interactuar con este individuo que no era más que un chico cualquiera, uno más de los que estaban en el bar que habíamos escogido para emborrachar a la futura novia quien se estaba quejando a mi lado, echada en el sillón mientras que la manicurista se encargaba de arreglar sus uñas, colocando delicadas perlas que hacían juego con el vestido que le habían traido desde Inglaterra y que había sido un regalo padre, a modo de recompensación por no estar con ella en su dia especial.
Las puertas se abrieron de par en par y tras ellas aparecieron Marlene y Becca con una cubeta cargada de dos botellas de champagne y cuatro copas.
Mi estómago se revolvió de solo recordar el gusto de las burbujas en mi lengua.
— ¿Adivinen quién regresó?— Lene puso en alto la botella— Nos hará falta para poder soportar que nuestra bebé es una chica grande— comentó enjuagando unas lágrimas imaginarias.
—Oh, basta. Solo es un paso más, continuaré siendo yo— afirmo convencida de que sería así.
Las tres compartimos una mirada cómplice y un triste asentimiento de cabeza. Sabíamos que no seria así y que lo quisiera o no, su conducta se modificaria producto del bendito matrimonio. Ya no habrían pijamadas hasta tarde, o cafés a horas inusuales, deberíamos ajustarnos a su agenda y no quejarnos de ello ya que estábamos al tanto de cuán susceptible y sensible era ella como de su habilidad para victimizarse, por lo que esos comentarios solo podrían ser soltados cuando no estuviera cerca.
—Ademas no soy la unica que dejo de ser una bebé— puso en alto sus manos para chasquear sus dedos dramáticamente— Nuestra querida Ash, por fin dejo de serlo y se animó a adentrarse al mundo del sexo de una noche. Cuéntanos, ¿cómo fue? Has estado bastante callada respecto a ese asunto— agregó extendiendo su brazo e indicandole a Becca que llenase una copa y la dejase en la mesa.
Mis mejillas se ruborizaron instantáneamente, realmente odiaba ser el centro de atención, sobre todo en estas situaciones así, donde me sentía obligada a exponer los detalles más mínimos de mi intimidad. Desafortunadamente era consciente de cuan insistentes podían ser mis compañeras y como no me dejarían en paz hasta que lo soltara todo.
— ¿Si lo digo me dejaran tranquila?— murmure, sintiendo como el calor me consumía por dentro.
—Obvio. El chisme es como el aire que respiramos— contestó Marlene cuya mirada destilaba curiosidad.
Me dirigí a uno de los sofás y me tiré sobre el derrotada.
—Bien. Fue— busqué en mí cabeza la palabra adecuada para describirlo— Maravilloso, nadie me había hecho experimentar lo que él hizo, ninguno con los que estuve antes me hizo sentir lo mismo que él.
— ¿Ni siquiera Víctor?
Negué y me estremecí al oír su nombre.
— ¿Estás insinuando que por fin pudiste salir de lo convencional? Ya no más esas poses usadas y trilladas.
—Y aburridas— señaló Becca terminándose de un trago su bebida.
Sonreí ante su emoción. Lo cierto es que Vic además de ser un patán era un 0 en la habitación.
—Abrio un nuevo umbral para mí. Desconocía que una lengua y unos dedos podían ser tan…Útiles— aclame llevando inconscientemente mis dedos a mis pechos al recordar sus caricias.
—O sea que pudiste dio con ese punto?— inquirió Sasha coquetamente haciendo girar la punta de la suya.
Mi boca se abrió de par en par como respuesta a su desenfado y la liviandad con la que hablaba de ello.
—Much…Muchas veces— aclare mí garganta.
—Te felicito, chica— chilló y se dirigió a las demás— Les pido que alcen sus copas por Ashley quien se acaba de sumar al club del orgasmo.
Las otras dos estallaron en aplausos, siendo sus cómplices.
Cuando estos finalizaron, Marlene tomo la dirección de la charla.
— ¿Y lo volverás a ver?
Demonios, esa era una buena pregunta, sinceramente.
—No…No lo sé— susurre— Cuando desperté está mañana, ya no estaba ahí, había tomado sus pertenecías y no dejo ni un mensaje, ni una nota con su nombre— hice una pausa— Pero está bien, supongo que así es como debe ser— afirme— Al fin y al cabo, fue algo de una vez, ¿no es ese el propósito de los rollos de una noche? Me emborrache, lo probé, ya está. Estoy limpia, borre de mí cada rastro de Víctor y estoy limpia.
— ¿O sea que ya no lo extrañas?
—No. Estoy sobria de él y del alcohol, también — reí— Y ahora que lo estoy nunca más volveré a arriesgarme.
—v¿Eso significa que puedes hacer borrón y cuenta nueva?
—Cr…Creo que sí. Estoy dispuesta a abrirme de nuevo al amor— afirme— No voy a renunciar a él.
— ¿Iras de tu extraño desconocido?
—No. Eso sería estupido, sin embargo le estoy agradecida por enseñarme que aún tengo mucho para dar. Además sería bobo soñar con que podríamos tener algo, fue un simple desliz— contesté firmemente convencida de que era así.
Y rogando estar en lo cierto porque no podía permitirme enamorarme del equivocado.
No de nuevo.