5. El encuentro.

Mí mirada iba de un lado al otro, tratando de seguir a la gente que circulaba por la espaciosa sala de espera.

Carros repletos de ropa entraban y salían de los cuartos mientras escuchaba gritos y órdenes retumbar por todas partes.

Mí currículum subía y bajaba en mis piernas con distintos niveles de intensidad a medida que las movía a la espera de que me hicieran pasar a la oficina de Dominic. El mandamás, el que decidiría si yo era material de primera para trabajar aquí.

Había incluido en las hojas que había traído conmigo, cada evento en el que había participado y había preparado un portfolio con los diseños que había creado desde que tenía 15 años, con suerte lograba cautivarlo y empezaba a tenerme en cuenta desde ya.

Y la verdad es que me hubiese encantado poder focalizar mí energía en ello, no obstante en lo único que podía pensar era en la conversación que había mantenido con la colega de Marlene, quien amablemente me recibió en su consultorio para hacerme una ecografía de emergencia.

—En efecto— dijo con una sonrisa en su rostro— Hay latidos por lo tanto hay un bebé aquí— me informo.El frío gel provocó que me estremeciera en la camilla fría mientras la doctora pasaba el aparato sobre mí estómago.

— ¿De cuantas semanas?— inquirí aunque sabía a la perfección que no tenía sentido averiguar eso, con la única persona que había tenido sexo había sido con el sujeto que me había llevado a casa luego de la despedida de Sasha.

—Un poco más de tres semanas 

—Oh no— fue lo único que alcancé a murmurar.

Su expresión se transformó por completo al escucharme.

— ¿Un embarazo no deseado?

—S…Si.

—No quiero sonar demasiado brusca pero… ¿Sabes quien es el padre?

Desafortunadamente lo hacía.

—Un tipo que conocí en una fiesta— confesé humillada por cuán irresponsable y estúpida había sido.

—Supongo que se lo comunicarás— dijo en un tono que me hizo creer que estaba a punto de juzgarme.

—Si tuviese como— susurré— No sé su nombre, ni dónde vive , o trabaja. No tengo forma de dar con él.

—Fue algo de una noche.

—En efecto…

—Ya veo. Bueno, puedo ofrecerte soluciones— se puso de pie y se dirigió a su escritorio— Tengo panfletos de clínicas que podrían ayudarte a encontrar una alternativa — añadió con el semblante serio.

¿Era yo o estaba insinuando que me deshiciera de mí hijo?

—No— contesté con las lágrimas en mis ojos apunto de derramarse de ellos— Quiero tenerlo.

—Comprendo. También puedo derivarte a un centro que le da una mano a las madres en tu situación. Son excelentes para lidiar con esto y no te dejarán desamparadas.

—Gr…Gracias.

— ¿Puedo dejar mí papel de médica por un instante y recomendarte algo?

—Por supuesto — dije, haciendo un enorme esfuerzo por recuperarme.

—Haz lo posible para dar con él, puede que sea un patán y todo no obstante merece saberlo. Quizás te sorprenda.

No creía que fuese así, de haber albergar un mínimo de humanidad se habría quedado y no habría huido como un cobarde.

Un dedo sobre mí hombro me hizo volver a la actualidad.

— ¿Señorita Pearson?

—Esa soy yo. ¿Qué ocurre? — sentencie saliendo de mí disociación.

—El señor Dominic la espera en su escritorio. Le sugiero que se apure porque no es un hombre al que le agrade que le hagan perder su tiempo.

—De acuerdo— afirme poniéndome de pie, llevándome instintivamente mí mano a mí estómago.

😦😦😦

 Mis nudillos llamaron a su puerta y tome una profunda respiración, ordenándome a mí misma tranquilizarme para de alguna manera disminuir las náuseas que se habían apoderado de mí ser.Lo último que necesitaba era terminar vomitando delante de mí jefe.

—Pasa— gritó desde adentro.

Y con su confirmación tire de la manija y así abrirla, para descubrir que el infierno me esperaría al cruzarla.

No podía ser. Tenía que ser una maldita broma. No había forma de que a unos centímetros de mí estuviese él.

El extraño con el que me había acostado. El padre de mí bebé.