Narrado por JULIET
¡Plop!
El sonido de la notificación me irrumpe en la música para la concentración que llevo puesta en el computador mientras permanezco con mis auriculares. Reviso mi tarea, marco el punto en el que he quedado dentro de las clases de español online y cambio de pestaña corroborando que he recibido una respuesta al mensaje que he dejado al señor Deniz. Lamentablemente ya no es la hora de la clase, pero tengo muchas ganas de poder charlar con él o de verle, asunto que me hace pensar en reprogramar para este preciso instante la conversación.
Sé que no es muy profesional de mi parte, pero tampoco es que me vaya a lanzar sin más ante él, a sabiendas de que me gusta. Con tener una charla y darle clases a un hombre tan atractivo, no significa que vaya a faltar a mi actuar laboral como corresponde.
Su mensaje aparece en la pantalla.
“¿Hola?” me pregunta.
“Buenos días, señor Deniz. Creo que se le ha pasado ya la hora de su clase y el sistema no nos permite poder tenerla ahora. Tendremos que reprogramarla ¿le parece a usted bien? Le advierto además que esta plataforma hizo un cobro mínimo a su tarjeta como multa, pero si tomamos la clase en las próximas veinticuatro horas más tardar, se verá descontado del cobro. ¿Desea continuar?”
Luego de enviar su explicación, él sigue en línea. Teclea una respuesta que no tarda en aparecer en la pantalla:
“Oh, tú eres algo así como una maestra particular.”
¿Qué le pasa?
Claro que no soy una “maestra particular” sino que soy una profesora en línea a quien ha contactado para darle clases a su hijo… o a él…o algo así.
Procedo a tientas con respeto, sobre todo porque desde el soporte revisan constantemente nuestra interacción con los alumnos/clientes.
“Soy la profesora Juliet Mindy, con quien usted ha solicitado una clase de turco para enseñarle el idioma a su hijo pequeño. ¿Es así? ¿Usted la ha solicitado?”
Su demora no tarda en llegar.
“Ya. Comprendo. Entonces no eres algo así como una cita por Tinder. Y esto no es una aplicación para citas por detrás.”
Qué rayos le sucede.
Además, ¿no tiene esposa? Porque si se refiere a que soy una suerte de fulana, está completamente errado.
Por la foto en cuestión y la poca información que poseo hasta el momento, ¡tiene un hijo! ¡También tiene una esposa! No le creería si me dijera que esa hermosa mujer es la hermana o la ex.
Sin embargo, ya me gustaría a mí encontrar una cita como él en Tinder, pero no es la clase de hombres que me suelo cruzar en esa aplicación cuado entro a pasar el tiempo y hacerme una idea de lo que es encontrar una cita de catálogo. Está claro que alguien llegó antes a la vida de este hombre si es que tiene un hijo, sino es que es gay. Al menos mi prejuicio me hace barajar esas dos alternativas.
“Señor Deniz” le escribo “Quisiera saber si le interesa reprogramar nuestra clase de hoy así damos inicio al proceso. Caso contrario, le solicito que lo informe con el botón de abajo que implica Terminar Proceso para encontrar a otro profesor de la misma disciplina. ¿Sí? Esto no es Tinder ¡Muchas gracias!”
Lamentablemente no estamos en Tinder, pero tampoco pondré en riesgo mi trabajo cuando desde la plataforma supervisen el chat.
“No, no. No quiero dejar de hablar contigo.”
Okay, esto ya me huele a acoso cibernético. O bien, a algo así como un loquito que solo busca gastarme una broma.
Es que muchas personas aún no entienden que esto es trabajo, que mejoramos la calidad de vida de quienes tratan encontrar soluciones rápidas y efectivas para una barrera tan crucial como es el recurso idiomático.
“Verás” añade “no soy Kerem. Soy algo así como el niñero de Alí… No puede él contactar contigo ahora, pero rayos, eres muy atractiva.”
Van a sancionarme si sigo esta conversación, en primera instancia porque están falseando la identidad de un usuario. Va contra las reglas.
Por un instante pienso en la posibilidad de que quizá sea otro profesor dentro del mismo idioma en la plataforma quien pretende que la plataforma me imponga alguna sanción o tenderme una trampa para que mi puntuación de excelencia cambie.
No, señor. No vas a conseguirlo.
Pero tampoco puedo interrumpir la conversación sin más por una creencia supuesta que acaba de cruzarse en mi cabeza, lo cual me valdría un motivo más que justificado para que me suspendan la cuenta.
“Gracias” digo sin más.
Una vez escuché en un audiolibro que si alguien te halaga es importante que lo aceptes, que atesores el halago y agradezcas por él. Nunca te disculpes por algún cumplido que te hagan, créete digna de ello
Aunque estas clases no son de autoestima ni de superación personal como el libro que escuché en aquel entonces.
“Soy Elijah. Un placer.”
“Lo siento, no puedo contactar con cuentas que probablemente estén siendo vulneradas por algún tercero.”
Analizo la posibilidad de reportarlo, no obstante, aguardo a ver cuál es su respuesta que no tarda en absoluto:
“¡Ups! Es cierto, la privacidad de mi amigo y demás. Pero dime una cosa: ¿estás soltera? ¿Me permites invitarte una copa?”
“Lo siento, debo reportar este chat.”
“Cielos, no. No lo hagas por favor.”
“?”
“Ignora mis intentos de ligar contigo. Es que mi amigo realmente lo necesita para su hijo. Es más, el pequeño está ahora mismo revolcándose en la alfombra de la casa mientras su niñero habla con una atractiva chica a la que quiere ver pronto.”
“...”
“Deja, olvídalo. Kerem reprogramará la clase seguro. Y no creo que le implique molestia alguna un recargo en su tarjeta. Ni siquiera lo notará.”
“Aguardo reprogramar la clase con el propietario de esta cuenta.”
“Así será.”
Y me despido cerrando el chat.
Bien, si tienen que reportar el chat que sean los mismos de Soporte, no creo haber faltado a los principios de esta web al advertirle.