El Bebé del Millonario

CAPÍTULO 5

Narrado por KEREM

 

—¡De ninguna manera piensen que esto quedará así! ¡Iniciaré una demanda en contra de esta bendita aerolínea, cómo puede ser que nos enteramos por las noticias de lo que ha sucedido con el vuelo!

La mujer que está a cargo de la gerencia de la sucursal de este aeropuerto es quien ha salido y nos han reunido a todos los familiares en una sala privada para explicarnos los detalles acerca de cómo fue que el avión se perdió de radar, en qué punto, teorías acerca del punto de arribo del vuelo, pero lo que queda latente y todos acá dicen entre llantos y desesperación, que es poco…probable que…

Cielos, ¡no! Me niego a pensar que eso pueda ser asi, no justifico de manera alguna que eso pueda suceder, que nos digan del noventa por ciento de los casos y todo lo que quieran, pero es mi esposa. ¡Mi esposa iba en ese avión que ahora ellos no consiguen localizar! ¡No entiendo de qué manera en que un monstruo de no se cuántas toneladas volando por los cielos de puede terminar perdiendo para una aerolínea completa!

Hay entidades gubernamentales y fuerzas de seguridad en la sala. No me importa, voy a cantarles las cuarenta de ser así necesario.

—Señor—me dice la mujer que no ha de tener más de veintiocho años, y es a quien mandan a dar la cara—, ya le explicamos que la información se filtró incluso antes de que nosotros mismos podamos confirmarla.

—¿Se filtró que un avión no aterrizó cuando debía? Oh, vaya, pero qué asunto más extraño.

—Nos lo reportaron del aeropuerto, pero minutos atrás perdimos el contacto e intentamos establecerlo, sin éxito hasta el momento.

—¡No les creo ninguna excusa!

—Por favor—me dice uno de los guardias poniendo una mano en mi hombro—. Será mejor que mantenga la compostura. La representante de Aerolíneas Yenz ya le ha aportado las explicaciones pertinentes.

—¡Me valen esas explicaciones, necesitamos que aparezcan nuestros familiares!
Otros presenten también insisten desde la absoluta indignación que nos devuelvan a nuestros seres queridos, que nos brinden explicaciones, el reclamo se vuelve cada vez más elevado en el tono y consigue que muchas personas que estaban por abordar vuelos terminen desistiendo de hacerlo, incluso se anula la ruta en la que salió el vuelo anterior.

La tipa que responde por los de Yenz decide apartarse blindada por otros seguratas mientras sostenemos nuestros reclamos.

En un instante decido sentarme en una de las butacas, observando la pantalla al frente donde se anuncian los vuelos.

Uno que salió minutos luego que el de mi esposa anuncia su llegada. El corazón golpea fuerte en mi pecho ante la idea de que pueda ser el de ella.

Tengo la esperanza de que la pantalla anuncie que ha sido un arribo exitoso, que todo está bien, que todo esto solo ha sido un disgusto y un mal rato. Me aferro con uñas y dientes a la opción. Escucho una voz que me resulta lejana, es mi asistente de la compañía quien está en Estados Unidos conmigo.

—Señor Deniz—me habla y lo siento por lo lejos como si estuviese metido en un túnel y cada quien se encontrase en un extremo con respecto al otro—. ¡Señor!

Un pitido agudo atraviesa mis oídos de punta a punta. Me agacho, incorporando la cabeza hacia abajo, como si quisiera meterme bajo tierra. Quiero gritar. Quiero gritar tan fuerte…pero no puedo, la voz no me sale, he reclamado todo lo que me ha sido posible sin éxito ya que eso no me va a asegurar nada.

Mis ojos se llenan de lágrimas mientras pienso en Zara.

En sus ojos.

“Te amo.”

Lo prometiste.

“Los amo”.

¡Lo prometiste!

“Mañana estaré de regreso.”

¡Ni pienses que te permitiré volver a marchar sola, Zara! ¡No lo voy a permitir, no volveré a pasar por esto otra vez.”

“Lo prometo.”

—¡SEÑOR!
Me sacude y apenas consigo distinguir mi entorno al darme cuenta de que intenta sacarme del estado de trance en el que me encuentro metido.

Al momento que enfoco mi campo visual, descubro a Neville a mi lado enfundado en una chaqueta y guantes negros.

Sus ojos oscuros me miran fijamente.

—Neville—digo con apenas un hilo de voz que hace audible mi encadenación de letras en débiles palabras—. E…estás aquí.

—Sí. Por favor, tome esto.

Me señala unas pastillas y agua.

—¿Qué haces?—le pregunto.

—Le ayudará a relajarse.

—No quiero relajarme, ¡no quiero! ¡Solo necesito volver a ver a mi esposa!

—Seguro así será, señor. Pero será mejor que pueda tomarse una de estas al menos así le ayuda a encontrar un poco de paz en estos momentos.

—Paz. No. No quiero paz.

—Lo sé.

—Neville—me vuelvo a él y apenas percibo que mis lágrimas van humedeciendo mis mejillas, cayendo desde las cuencas—. ¿Estuviste alguna vez en una situación similar a esta? ¿Sabes lo que significa lo que está sucediendo?

—No, señor. Pero comprendo su dolor.

Algo provoca una alteración a nuestro alrededor.

La gente parece conmoverse por algo.

No sé de qué se trata. Algunos se abrazan, otros lloran, otros tienen los ojos fijos en la pantalla. El renglón con el vuelo en el que Zara salió ya no está en anaranjado sino en rojo, con una advertencia en el estado del vuelo.

—¿Qué significa eso, Neville?—le pregunto.

Él se voltea y mira también.

Se lleva una mano a la boca, conmocionado por lo que está viendo.

—N…Nev…—insisto—. Dime qué está pasando.

Acto seguido las puertas se abren.

Entran dos hombres trajeados con un equipo grande de personas de seguridad y guardia médica de emergencia.

—Aquí les habla el gerente superior del aeropuerto, tenemos en comunicación también al ejecutivo superior de Aerolíneas Yenz—explica el tipo.

No.

No lo digas.

No.

El ambiente se vuelve gélido.

Cortante.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.