El Bebé del Millonario

CAPÍTULO 7

 

Narrado por KEREM

 

—Señor, el pequeño ya está durmiendo en su habitación—me anuncia la institutriz que he contratado para que cuide de Ali.

Estoy en el sillón de la sala, estudiando los últimos movimientos de La Bolsa, analizando las cifras de inversión que mi grupo de asesores me han facilitado para esta ocasión. Sin mirarla y dejando el pocillo de café junto a mi portátil, le contesto:

—Bien. Puedes marcharte ya.

—Que tenga buenas noches, señor Deniz.

—Ajá.

Busca su abrigo y la mujer sale. Acto seguido, la cocinera me anuncia que ya dejado todo listo en la cocina.

—Puedes marcharte—le digo.

Vuelve a saludarme, pero no le contesto. Estoy con el móvil en la mano ahora con una alarma que me anuncia que está a punto de comenzar la conversación con la chica de la plataforma digital de idioma que viajará con nosotros a Sillicon Valley.

Me dedico al negocio de la inversión en nuevas tecnologías, hay ruedas de pitches y de fondeos importantes que llevo tiempo queriendo analizar, solo que hasta la fecha no me consideraba con las herramientas suficientes como para saber a ciencia cierta dónde colocar el dinero para que el margen de error del producto sea el menor posible.

Una vez que dejo de lado el móvil, veo un mensaje de Neville donde me advierte que hoy es la reunión.

Sí, ya lo sé.

Solo le dejo el mensaje en visto, lo cual es suficiente para que sepa que ya me he dado por enterado al respecto.

El avión de ella sale a las cinco de la madrugada mientras que el mío sale a las nueve. Necesito que ella esté lista e instalada para cuando se encuentre con Alí ya que no llevo a nadie más extra como para que pueda definir con exactitud cuál será nuestro destino ya que la institutriz no tiene instrucción en el idioma y ella es la mejor puntuada, según lo estudiado por Neville, para este trabajo.

En el mejor de los casos, no tendría que estar haciendo esto. Ni siquiera empleados de mi firma han tenido jamás una conversación conmigo en persona, cuando Neville me planteó que tendría que tenerla por videochat con la tal Judith Mandy, le dije inmediatamente que no. Me advirtió Neville sobre los riesgos de no responder, del mundo online y de que una oferta como la mía podría ser considerada impropia, por lo que necesitaba sí o sí que este videochat se produzca a la brevedad.

“Búscate a otra si ella no confía.”

“Señor, cualquier persona nos pediria algo así.”

“No me importa, Neville. No tengo tiempo.”

“Compartirá las veintitcuatro horas del día con su hijo las próximas semanas, lo conveniente sería al menos tener una conversación con el padre del pequeño.”

“No. Lo mejor sería que hable con la madre.”

Pero sirvió escuchar mis propias palabras en el espacio de silencio generado para ser consciente del peso de mis palabras.

Por supuesto que eso no podría suceder.

Porque mi hijo no tiene madre.

Y con la partida de ella, se fue mi alma también. Sin Zara no soy más que un muerto viviente deambulando en modo automático por el planeta Tierra.

“Pauta un horario después de la cena. Cinco minutos, ni uno más. Y diez antes dile que ya esté en línea, si entro y ella no está, que se olvide de esta conversación.”

“Bien, yo me encargo.”

Cedí finalmente y Neville pareció mostrarse contento porque ese era el primer gesto de humanidad que tenía en mucho tiempo.

Elijah también me acompañará en este viaje, pero a él no le confío en absoluto el cuidado de Alí, además que él no sabe hablar turco.

—Buenas noches, señor—me dice la mujer que ha terminado con la limpieza. ¿Sigue ahí? Creí que se había ido.

Paso de ella y me vuelvo a mi computador, viendo que ella está conectada.

Juliet Mandy está en línea esperando mi mensaje

“Hola” le tecleo en el chat. “Llamando.”

“Ok” me contesta.

Bien, de pocas palabras.

Sospecho que nos llevaremos bien.

Sin embargo, en cuanto le llamo, no me atiende.

“¿Estás ahí?”

No atiende.

Intento de nuevo.

“OYE” le escribo.

“Aún faltan tres minutos” me contesta ella “estoy cenando.”

Es cierto, aún falta.

“Es ahora o nunca” le digo, furioso.

“Dos minutos, señor Deniz.”

¡¿Pero quién diantres se cree que es?!

Estoy a punto de mandarla al demonio, sin embargo, la voz de Neville resuena en mi cabeza como una reprimenda a raíz de que somos conscientes de que no estamos a tiempo de conseguir a alguien mejor para dentro de unas pocas horas.

Mucha gente le ha dejado comentarios y estrellas magníficas que pocos tienen, prácticamente no hay un solo comentario negativo en miles de personas que han tenido clases con ella.

En medio de mi scroll revisando su perfil, percibo que es la hora y tengo una llamada entrante de la tal Judith.

 

 




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