El Bebé del Millonario

CAPÍTULO 13

Narrado por KEREM

 

Una vez que estoy en la ducha, no sé por qué me siento tan entusiasmado. Llevaba mucho tiempo sin sentirme así, más aún por una mujer. ¿Juliet me ha hecho sentir que por un instante podría llegar a olvidarme de Zara? Por supuesto que no, la sigo teniendo presente, desde su partida no ha existido ni un solo segundo que no piense en ella, aún dormido sigue persistente en mis pensamientos, en mis recuerdos, en mis emociones que se esfuerzan por sostenerla aferrada a mi ser.

El agua fría envuelve mi cuerpo e intento concentrarme en lo que significará posteriormente la reunión, pero la idea de que ahora mismo esté Juliet al otro lado de la puerta no me ayuda. ¿Ya habrá salido? ¿Se habrá cambiado? ¿Y si salgo justo en el momento que ella se esté cambiando de ropa? ¿Se habrá marchado hasta la habitación de la institutriz de Ali para verse con ella y así evitar al máximo posible seguir aquí conmigo? Necesito de mi propia intimidad, resguardarla y sentirme a salvo con mi propia bronca interior. Todos dicen que tarde o temprano seguiré mi vida más allá de Zara, jamás esperé quedar…viudo… ¡Dios, no! ¡Esa palabra conmigo no! Si me casé, juré que seria para toda la vida y no lo que la realidad intenta imponerme. Al principio estaba en una negación completa, no quería tener idea alguna respecto de que podría haber sido real lo de ese accidente.

Pero todo sucedió sin más, todo siguió, ¡todo en el mundo siguió y algo tan terrible tuvo que suceder sin pena ni gloria alguna!

No dejo de pensar en ella ni por un instante al respecto, no paro mis pensamientos, no puedo creer conmigo mismo que algo así haya llegado a mi vida haciendo que me deba replantear todo, completamente todo.

Debo esforzarme por mantenerla en mis pensamientos, pero la tensión entre mis piernas me lleva a mantener en mi mente a Juliet.

Ella está ahí.

Caray.

No puedo caer en cometer una locura.

Debo pensar y procesar las cosas de manera diferente, debo conservar mi enfoque y mis impulsos.

Cambio el agua a fría, completamente y así permanezco hasta que llega el momento en que decido salir de la ducha.

Mi costado más irracional ruega que Juliet siga acá en cuanto estoy fuera de la ducha, pero ya envuelto en una toalla y evidenciando mi entusiasmo, encuentro que la habitación está vacía y que sus cosas están incorporadas a un costado.

Suspiro y me dejo caer a los pies de la cama, quedando de piedra observando mi propio reflejo en la pared vidriada de la habitación.


 

—¡Veo que ya se conocieron!—brama Neville con alegría en cuanto encontramos a Juliet con la institutriz y el pequeño Ali en el comedor del hotel en planta baja. Parece que se han tomado un jugo, espero no le hayan dado naranja al niño, eso le podría traer problemas. En mi casa, la nutricionista del niño se encarga de llevarle una dieta rica en nutrientes con los horarios que corresponden.

—Thammy. Judith. —Las saludo al verlas debajo.

—Ejem, se llama Juliet, señor—acota Neville a mi lado en voz baja. La aludida pone los ojos en blanco al escucharme.

Juliet está sentada en un amplio juego de sillones con mi hijo en brazos mientras Ali muere de la risa al tiempo que ella le hace algo con las manos escondiendo su rostro tras sus palmas y mostrándose nuevamente.

—¿Qué le estás haciendo a mi hijo?—le pregunto.

—Jugar. Lo que probablemente el propio padre no hace con él—asegura ella, abrazándolo. Él también tiende sus manos.

¿Cómo es que en tan poco tiempo hayan congeniado tan bien? Me pregunto si Juliet tiene hermanos menores o hijos.

Dudo que si tuviera un hijo haya decidido asumir este viaje.

Cielos, no sé nada sobre ella. Tampoco entiendo por qué me siento interesado, no tendría que ser así.

No es que ella me interese, solo que me hace sentir un poco de curiosidad si sería tan mala madre de tener un hijo y haberlo dejado sin el amparo de ella misma en tanto quien debería estar a cargo.

Estoy prejuzgando mal.

No debería estar pensando este tipo de cosas, apenas tiene veinte años, diez menos que yo y mucho talento, pero una actitud que no le permitirá llegar a ninguna parte.

—Por supuesto que sí juego con mi hijo—contraataco.

Tanto Neville como Thammy hacen un sonido extraño, como si se estuvieran tragando una risa. Miro a mi asistente de costado, con reprobación.

No me expongas, Neville.

—A ver—dice ella, tendiendo a Ali por sus bracitos—. Sosténgalo.

—¿Qué?

—Sostenga a su hijo.

—No tengo por qué hacer eso.

—Juliet…—Thammy se mete de por medio—. Mejor no.

El niño está frente a mi y tiene mala cara.

Niño bobo, ¡no tendrías que estar a punto de llorar por estar frente a tu padre! Yo mismo me siento incómodo mirándolo a la cara.

Una vez que Ali lo vuelve a estrechar contra su pecho, me quedo de piedra mirándole con furia y le digo a Juliet:

—Tienes suerte de saber turco, pero no entiendo cómo pueden haberte puntuado bien en esa aplicación. Yo haré justicia.

—Verá que cumpliré con sus expectativas y aún más—asegura Juliet, volviendo a Ali contra su pecho y el pequeño se envuelve con sus bracitos alrededor de su cuello, escondiendo el rostro, como si el ogro de su padre nunca hubiese existido.

—Vámonos—les advierto.

Neville se queda con Thammy, pero Juliet no avanza.

Me vuelvo a ella.

—¿Qué sucede?

—¿Por qué no vienen?—le pregunta a los demás, aun con mi hijo en sus brazos.

—Porque esta salida solo es de ustedes tres—dice Neville—. Es el almuerzo de bienvenida con las familias.

Juliet se vuelve a mí.

Hay un signo de interrogación en el rostro.

—Lo sé—digo, tras un largo suspiro—. Pero tampoco es que pueda ponerte un cartel en el rostro que diga que no eres quien otros creerán que puedas ser.




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