El Bebé del Millonario

CAPÍTULO 15

Narrado por KEREM

 

—¡Kerem!

—¡Ian!

—¿Y esta preciosura que tienes acá?

¿Por qué la pregunta de mi amigo me parece que ha sido respecto a Juliet y no respecto a mi hijo? Mis ojos se dirigen en su dirección rebajándole en una mirada asesina de reprobación, furioso por lo que acabo de escucharle decir.

Suelto un bufido cargado de broncas y permito que las cosas fluyan con total desinterés. A mi hijo tampoco le gusta el rostro de Ian ni sus colmillos largos mirando en dirección a Juliet, así que hace pucheros hasta romper en llantos.

—¿Por qué mejor no vamos a ocuparnos del almuerzo y luego se nos suma Ali, te parece?—le propongo a Ian.

Juliet parece ni siquiera notar que acabo de pasar de ella, sino que desde mi sugerencia de que piense en convertir su talento en una empresa, se ha quedado pensativa. Es una mujer inteligente y con mucho potencial, no me extraña que una sugerencia como esa le genere cierta comezón mental, quedándose incrustada y se la deba rascar cada tanto para sentir el placer de darse una idea de cómo sería este cambio de esquemas que acabo de plantear. Luego la pincharé aún más con eso, no es que me importe en absoluto, sino que así como ella es contestaria conmigo yo también la puedo dejar inquieta carcomiendo en sus propios pensamientos. Y prometo dejar aún más inquietudes a flor de piel en ella.

Una vez que estamos dentro, Ian me advierte:

—Crei que no vendrías, amigo. Me alegra saber que estás acá.

—No tenía más opción, en este evento están los emprendedores mejor rankeados de todo el mercado y serán los que hagan el gran pivote del mañana.

—¿Tan así?

—Estudié los números y las pruebas. Sometí el resultado a falseos y probabilidades y consegui un margen de error mínimo en la mayoría.

—Uno de ellos ya cotiza en Bolsa y tiene el respaldo de Capitales Massera. Lo más curioso es el mercado al que apuntaban en un comienzo: de ser un mercado de libros digitales de ficción pasaron a convertirse en una plataforma de multi-entretenimiento que ofrece productos originales y podría margar el futuro de un híbrido entre el streaming y la lectura tradicional, además de que es completamente interactiva.

—Derribando la cuarta pared.

—Literal. Ellos lo han conseguido completamente.

—Lo estuve viendo, sí.

—Y ahora el impulso lo desean para hibridar.

—Hibridación con hibridación. A eso le llamo crecer a lo grande, pero siempre que no pierdan su esencia.

—Sí. Escuché que quieren incorporar realidad virtual. Gafas de realidad virtual en el producto a las estrategias de gaming.

—Algo que al principio solo eran libros y lectores aficionados interactuando se convirtió en la posiblidad de hacerte tú del control de esas historias y personajes, incluso en una cuatridimensión que la industria del gaming le ha provisto.

—Cuánto ha cambiado ese sector de mercado. Ojalá yo hubiera tenido esas oportunidades de pequeño, nadie me despegaría de mis libros y mis videojuegos, todos en el mismo lugar.

—Pierde cuidado: el mercado principal es más bien el sector adulto. Es el sector bancarizado, entrar aquí con una tarjeta de crédito es la clave.

Me gusta hablar con Ian porque tiene mucha perspectiva de futuro y buen ojo para los negocios. Básicamente, jamás hemos errado al elegir una inversión cuando se ha tratado de seguir sus condiciones e indicaciones al tener un listado en el cual decir de manera tajante “sí, es por acá donde debemos encaminarnos”. Es algo que va más allá de los estudios de mercado más exhaustivos, es intuición en algo que le gusta mucho y lo vive desde adentro, como un cliente de su propio producto, la bilateralidad de mayor consumo que hoy en día hace al prosumidor, es decir consumidores que se convierten en productores y siguen siendo los que consumen para poder seguir produciendo.

Lo sé, tecnicismos.

Algunos que se borran inmediatamente de mi cabeza mientras subimos unas escaleras vidriadas que permiten observar la galería donde hay ahora mismo una muestra de arte en el edificio y me quedo embobado observando la manera en la que Juliet aprecia las pinturas y mi hijo tiene sus bracitos enredados en el cuello de ella.

Es que yo les tomaría una fotografía a ambos o los enviaría a retratar para ponerlos en la galería colgados de un marco costoso. Me gusta la imagen que tengo frente a mí y no la dejaría pasar por nada del mundo.

—Tengo que hacer algo—le digo—. Sostenme esto.

Le paso mi tablet donde tengo digitalizadas todas las carpetas que será necesario visualizar a lo largo de toda la jornada.

Debemos ir al almuerzo, pero ellos dos están ahí y no sé cómo es que podrán cuadrar siendo seres tan sensibles en un mundo tal frío y hostil.

—¿Qué sucede?—me pregunta.

Y saco el móvil, apunto en dirección a Juliet y a Ali y les tomo la foto.

Al terminar, Ian me observa con el entrecejo fruncido.

—¿Acabas de fotografiar el trasero de tu niñera?

Dos cosas.

Dos cosas son las que me hacen enfurecer de pronto.

Primero, que le haya dicho niñera y segundo que le haya mirado el trasero. Bueno, no es lo que hice exactamente, pero en cierta forma sí.

—¿Qué dices? Retráctate—le obligo.

—Tranquilo, era broma. ¿Le has sacado a tu hijo?

—Por supuesto, no soy un pervertido—le aseguro.

Una vez que me devuelve la tableta electrónica, sigue hablando sobre los productos que nos enseñarán hoy, sin embargo, una vez sentados en las mesas donde nos servirán a cada uno, dejo reservada la silla y el lugar donde se sentarán tanto Ali como Juliet y saco el móvil para darle zoom a la foto.

Sí, Ian tenía razón.

Esa falda le sienta bien a Juliet, pero me gustaría que fuera más corta…

Un momento. ¡No! ¡¿Qué rayos sucede contigo, Kerem?! ¡Concéntrate!

—¿Kerem?




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