El Beso ✓ [#1]

Capítulo uno: J.E

 

Melting – Kali Uchis

Lottery – Kali Uchis

 

Capítulo 1

J.E.

—Hola, Jack. —Jack volteó con el suave sonido de su voz—. Cambié de opinión. — Rose se acercó hasta él con cautela, mientras su amado le dedicaba una sonrisa—. Dijeron que estarías aquí…

—Shhh. Dame tu mano. —Con suavidad la acercó hacia él, llenando su mirada de curiosidad—. Ahora cierra los ojos. Hazlo. Sube a la barandilla…

—Lo haré…

—¿Confías en mí?

—Confío en ti.

—Ahora abre los ojos. —En la punta del Titanic, Jack sostenía de la cintura a Rose mirando hacia el horizonte, con un hermoso atardecer alumbrando sus rostros.

—Ahhh… —suspiramos mi madre y yo al tiempo.

—Quiero a un Jack —dije melancólicamente, con la boca llena de palomitas. Miré hacia el lado y noté a Kristen limpiando sus mejillas con los dedos. Daniel rio al verla llorar por Titanic por milésima vez y Andrea estaba completamente hipnotizada con la pantalla.

Imaginar que alguien puede llegar a quererte de esa forma es muy lejano para mi perspectiva, aunque conociendo mi masoquismo extremo, nunca cambiará mi aspiración a aquello.

El hecho de que alguien te pueda volver tan loca como para explotar de emoción al verlo… Es demasiado complicado llegar a ese punto. ¿Por qué? No lo sé.

Estar enamorada del amor no te llevará a ninguna parte, ¿cierto? O al menos eso es lo que oí decir a alguien alguna vez.

—¿En qué piensas, Jane? —dijo Kristen cediéndome un pañuelo.

—Está intentando no llorar por milésima vez. ¿Mujeres, nunca se secan por tanto llorar con esta tonta película? —preguntó Daniel, intentando poner la voz más varonil que podía.

—No —contestamos todas alzando nuestras botellas de soda. 

—Más respeto con tu tía favorita, Daniel. Jack es un hombre en extinción. —Todas asentimos dándole la razón a mi madre.

—¿Quién eres y qué pasó con la voz de DinoDan? —dijo Andrea mirándolo de reojo, divertida. 

Daniel se encogió de hombros y siguió mirando la película ya rendido.

—Por culpa de Rose. —Me volteé hacia Andrea para lanzarle palomitas en su cabello dorado por el comentario—. ¡Ay, Jane, no hagas eso! No es mi culpa que Rose dejara morir a Jack, él si cabía en la tabla.

—¡No, Andre! Tenía que ser así. Rose debía dejar ir a su amor —rebatí

—Pendejadas —exclamó Andrea lanzando palomitas al televisor.

—Ey, ey… Una palomita más y ustedes limpian todo.

—Pero lo haremos de igual forma, mamá.

—TZZZ. No me discutas Jane. —Mi mamá en las tardes de cine olvida su edad y trabajo. Es nuestra tradición desde que conocí a los chicos. No sé en qué momento dejamos de ver Lazy Town para después ver Nothing Hill o toda la temporada de Bridgerton en una tarde.

—Mmmm, a mí me parece que Jane piensa en otra cosa.

—¿Lo bueno que está Leo DiCaprio? Por supuesto que sí.

—Ey, él es mío. Está muy viejo para ti —contestó mi madre.

—Mmm, yo creo que habla de un tal Eth…—la interrumpí zapándole un puñado de palomitas en la boca.

—¡Mira mamá, viene el beso! —apreté con más fuerza la boca de Kristen mientras forcejeaba. Daniel ni siquiera notó nuestra lucha, él estaba hipnotizado en la pantalla igual que todas—. Ups, qué pena, se acabaron las palomitas.

—No importa Jane, ya comimos suficientes.

—Yo quiero más y Kristen también, ¿cierto Kris? —asintió intentando tragar con dificultad. —Volvemos en un rato.

—¡Te perderás la mejor parte!

—¡Me la sé de memoria! —grité saliendo por la puerta, jalando a Kristen con todas mis fuerzas.

—¿Temblaste, querida?—preguntó con una sonrisa pícara en su rostro.

—¿Estaban ricas las palomitas? —Saqué mi llave del cerrojo con fuerza y comencé a caminar hacia la tienda.

Touché —Comenzó a caminar detrás de mí, mientras yo formulaba la mágica solución para que cerrara esa boca de cotorra que tiene —.Y… ¿Cuándo será?

—¿Cuándo será qué?

—¿Cuándo será el día que te declares a Ethan? Según tus páginas era… ¿Cómo le decías? Ah, ya sé. ¡Ethan, “la luz de mis penumbras”!

—Qué mentira, jamás escribiría algo así.

—Claro que sí. Oh, Ethan, eres el poseedor de la belleza más magnífica de la historia. ¡Oh, Ethan!

—¿Puedes callarte? No me hace gracia, menos que lo comentes donde no te lo he pedido.

—Oh, se enojó la florecita. —Kristen se detuvo en frente de mí estorbando el paso—. ¿Por qué no quieres decirlo?




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