Mensaje correcto para la persona equivocada
Jane
Los ojos verdes electrizantes de Ethan me petrificaron. ¿Alguna vez en la historia había podido verlos tan de cerca? Jamás.
¿Quién puede tener los ojos esmeralda tan perfectos como él? Nadie.
No pude evitar que mi cuerpo temblara hasta en los pensamientos. Su cálido roce era singular y sobre todo sus magníficos ojos hacían la diferencia en todos los chicos del instituto. Ahora sí confirmé que el apodo «magnífico» le queda a la perfección.
Intenté huir lo más rápido que pude de él. Las mejillas me acaloraban, mis manos sudaban y sentía que mi corazón se saldría de mi pecho rebotando por el pasillo y se perdería por el mundo.
Llegué al salón del señor Fisher para ingresar a alemán, hasta que me di cuenta todo el tiempo que me había retrasado.
Mi alma volvió al cuerpo y comencé a preocuparme, «me mandarán a dirección, me mandarán a dirección»
Toqué la puerta tímidamente. El profesor Fisher explicaba con una vara los apuntes escritos en la pizarra y al verme se sentó en su escritorio, dándome a entender que no podría entrar.
Me senté en el piso con la espalda apoyada sobre la puerta, en algún momento el profesor se iba a dar por vencido y abriría.
Escuché unos murmullos que crecían a mi lado. Ryan Maclean junto a Mark Dempsy se tironeaban de broma, hasta que un inspector tocó el silbato dejándolos helados del susto.
Reí disimuladamente y saqué mi móvil para pasar el tiempo. Ambos grandulones basquetbolistas guardaron la compostura por un momento, hasta que vieron que el inspector se alejaba y volvieron a molestarse.
Rodé los ojos sin dejar de sonreír y volví a concentrarme en mi teléfono. Aunque eran unos idiotas, me hacían reír con sus estupideces.
—¡Ey, tú! —gritó Ryan apuntándome con su dedo—. ¿Cómo te llamas? —Fruncí el ceño y apagué mi teléfono.
—¿Por? —contesté extrañada.
—No sé, te vi y quise saber. —Sonrió pícaramente y me guiñó un ojo. «Ash, ya volvió a su modo idiota mujeriego»
—Jane, ¿tú? —Sabía quién era, pero me gusta pensar que eso podía dañar su ego como un puñal en el pecho
—¿No sabes quién soy?
—Creo que te he visto en los pasillos, pero no te recuerdo realmente.
—Ouch, me caíste bien —dijo Mark riéndose de Ryan mientras le pegaba en su hombro con sus puños.
—Ryan, Ryan Maclean. —Se acercó a mí y se sentó en frente. Extendió su mano para saludarme y yo bajé la mirada hacia ella. Traía anillos gruesos de plata en su dedo de al medio, eran grandes, rosadas y parecían un poco maltratadas. Estuve pensativa si tomarla o no por unos segundos. Mark me miraba con sus ojos enormes, casi boquiabierto por dejar a Ryan esperando tanto tiempo. Volví a mirarlo y le di la mano—. Quizás me viste en los periódicos escolares o en la foto que está afuera del instituto con el campeonato de…
—No, me parece que tienes tu casillero junto al mío. ¿Tú dejaste yogur regado por la puerta de mi casillero el otro día?
—No, yo no…
—Culpable —dijo Mark levantando la mano—. Pensé que era el de Ryan.
—¿Querías regar yogur en mi casillero, Dempsy?
—Oh, en ese caso, estuviste cerca. Mi casillero es el B5, el de él es el B6. —Le guiñé un ojo y me levanté del piso para irme—. Ten más cuidado la próxima vez.
—Espera, Jane, ¿no tienes clase de alemán? —dijo Ryan haciéndome parar en seco
—No, quizás viste el horario de alguien más. —Relamí mis labios y me fui hacia el baño.
El señor Fisher no me dejaría entrar en un largo rato, así que dejar a Ryan con sus palabras en la boca no estaba nada mal. Podía escuchar la risa a carcajadas de Mark burlándose de Ryan, lo cual me hizo reír a mí también.
Esperé un rato a que se fueran para volver y esperar a que el profesor se dignara a abrir la puerta.
Sonó el timbre para el receso y todos salieron disparados de los salones como animales enjaulados. Me dirigí a hablar con el profesor hasta que la alarma de nuevo anuncio calmó los pasillos
—Buenos días. Soy el entrenador Thompson y quería invitarlos al penúltimo partido de esta temporada, hoy a la próxima hora. Démosle apoyo a nuestros tigres y ganemos juntos otra vez la oportunidad de ser campeones. Los esperamos, ¡vamos, tigres! —El logo del instituto desvaneció el rostro del entrenador y todos comenzaron a aplaudir al equipo. Creando una gran aglomeración en los pasillos.
Toqué la puerta del salón en medio del bullicio y vi por la ventana al señor Fisher haciéndome señas para entrar.
Pasé con cautela y la cabeza baja, esperando el reto de su parte por no asistir.
—¡Kraushaar! La extrañé en clase.
—Lo siento, es que me distraje y…
—No me gustan las excusas, Jane y lo sabes. A mi clase se falta con un justificativo que tendrás que conseguir en dirección. Tráemelo lo más rápido posible, si es que el partido no te interrumpe en el proceso.
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Editado: 18.12.2023