El Beso

Capítulo diecisiete

Placeres culpables

Necesitaba consuelo.

Lo único que anhelaba era calor y seguridad. Me sentía frágil y débil, como si en cualquier minuto el problema más mínimo pudiese quebrarme con facilidad.

Al entrar en mi casa noté a mi madre con su uniforme dormida en el sofá, con Julia abrazada fuertemente. Como siempre había envoltorios y envases de cosas regadas por el mesón. «Lo cual siempre me ha molestado y al parecer soy el único».

Me detuve para recoger las botellas de mi madre en el piso, pero solté un ligero quejido al soltarme de Andrea y caer con todo mi peso sobre la rodilla.

«El impacto fue más grande de lo que pensé»

—Dan, déjate de tonterías y ve a recostarte —demandó Andrea susurrando lo más bajo que podía, aunque su voz la opacaba el sonido de la televisión. Miré a mi madre una vez más y a Julia. Llevaba el maquillaje corrido por toda la cara y el cabello revuelto y desordenado sobre su frente.

Cómo quiero a mi mamá. A pesar de todo, no puedo evitar que se me ablande el corazón. Creo que lo mismo le pasa a Julia con mi padre.

Andrea me tomó de la mano y me ayudó para llegar a mi cuarto y recostar la rodilla. De la cocina sacó una bolsa de hielo, y tuvo que escalar mi armario para sacar, de una bolsa escondida, analgésicos. Ella sabía por qué todo estaba tan escondido y en dónde yo guardaba todas las cosas de emergencia; así que por esa razón, no hizo preguntas.

De mi armario sacó una camiseta y unos shorts deportivos, usándolos como pijama para dormir a mi lado.

—No tienes que quedarte, Andre. Estoy bien.

—No, no estás bien. Tienes un menudo lío de problemas emocionales y ahora físicos, así que mejor levanta esa pierna sobre la almohada para revisártela y cuéntame qué pasó. —Asentí obedeciendo a sus indicaciones. Me quité la ropa quedándome en camiseta de pijama y bóxer. Andrea tomó la bolsa de hielo y comenzó a examinar la rodilla que ya comenzaba a tonarse morada hasta la mitad de la pantorrilla—. Oye, con eso no podrás caminar mañana.

—Con analgésicos, ducha con agua caliente y hielo sobreviviré, no te preocupes Andre. Estaré como nuevo antes de lo que esperas.

—Mhm… Tienes que tener más cuidado con el tránsito, Daniel. En el caso de que no hubiera frenado estarías debajo de cuatro ruedas de auto con la cara hecha una pasa —reí burlándome de su tono.

—¡No te rías! —Mamá me dio un manotazo en la herida haciendo que me callara. —Esto es en serio.

—Lo sé, mamá. Lo sé.

—No soy tu mamá, soy tu mejor amiga y tengo el deber de darte un manotazo cuando te comportas como imbécil.

—Me suena más a mi mamá.

—No, tu mamá te quitaría el teléfono. Yo actúo desde la violencia. —Rodé los ojos riendo—. Ahora dime, ¿qué hacías ahí? ¿Fuiste a ver a Kristen?

—Fui a celebrar mi aniversario con Kristen —le corregí.

—Oh, mucho peor. ¿Todo mal?

—Pues… Lo único que conseguí es una exnovia que me engañó con Maxwell en mi cara, una pierna casi rota por un auto y una posible muerte arrollado por un conductor que apenas chocó conmigo, salió huyendo. Así que sí, salió bastante mal.

—¿Tú crees? —dijo abriendo los ojos enormemente. Recostó su mejilla en mi pecho y yo la rodeé con mis manos—. ¿Qué tiene Kristen en la cabeza?

—Todo menos cerebro —dije soltando un suspiro.

—¿Cómo te enteraste? —aclaró su garganta cambiando su tono a uno más comprensivo.

—Literalmente tuve que ver más allá. Al parecer no contaba con que miraría por la ventana y la descubriría besándose con Maxwell. Cuando entró a su casa, la madre de Kristen la examinó. Venía con los ojos rojos, apestaba a sustancia y alcohol, con chupones en el cuello y bueno… Ya tú sabrás. ¿Te parece razón suficiente como para terminar con ella, o debí…?

—Esa perra. —Se tomó la cabeza con ambas manos y me miró boquiabierta—. ¿Cómo pudo hacer algo así? ¿Cómo puede ser tan mala? Una cosa es engañar a tu novio y la otra es hacer como que no existiera. No te merece, Dan; así que ni pienses en que debiste hacer algo diferente.

—Hace unos días estaba tan feliz… Tú sabes que ella no recuerda ninguna fecha y mencionó nuestro aniversario como si lo hubiese esperado hace mucho tiempo. Supongo que los días cambian todo y solo se puso así por culpa. —Fijé mis ojos en el piso.

Andrea lentamente fue acercando sus manos a mi espalda y mis hombros, subiendo hasta mi cabello y acariciándolo un poco. «Me hacía sentir calor, me sentía acompañado y querido».

¿Hace cuánto no me sentía así? Esa fue la pregunta del millón.

¿Hace cuánto tiempo alguien me hacía sentir así de querido sin querer algo a cambio? ¿Hace cuánto que no era momentáneo?

Siempre que Kris era amable terminaba por pedir cosas. No me importaba, porque sabía que su naturaleza no era de expresar mucho amor, pero jamás me cuestioné si era una forma de ser o solo un método para conseguir lo que quería.

La quiero, es cierto y siempre lo haré, pero en el caso de que la perdone por ese sentimiento de llevar mucho tiempo juntos solo empeoraría las cosas.




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