"Para conseguir algo que nunca has conseguido, tendrás que acometer actos que nunca has acometido".- Pedro Hernández.
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Hana.
Aprieto el trapo en mis manos son el miedo consumiéndome por dentro al verlo frente a mí, su intimidante y despreocupada postura me aterra, doy un paso hacia atrás cuando empieza acercarse a mí, no creo que pueda llegar hacerme daño, no estoy sola aquí, Briana y la gerente están conmigo.
— ¿Por qué huyes Hana?
— ¿Cómo sabes mi nombre? — cuestiono a la defensiva.
— Te hice una pregunta — musita con voz firme.
— También yo.
Ambos nos quedamos mirándonos directo a los ojos mientras que yo me alejaba y el se acercaba cada ve más a pasos lentos. Mi objetivo es llegar hasta la puerta del personal autorizado y echarme a correr.
¿Se preguntarán porque no he llamado a Briana y a la gerente?
No soy una egoísta al ponerlas en peligro, Andrew lleva un arma en su cintura y estoy segura de que no siente ningún remordimiento en el momento de usarla.
— ¿Crees que con llegar a la puerta te desharás de mí tan fácilmente?
Ladea su cabeza burlándose de seguro por mi rostro. No sé que tiene este tipo, y porque Max se encuentra involucrado con él, pero mi mente me pide que me aleje de una vez por todas.
Como si mis suplicas internas fueran escuchadas, la puerta detrás de mi se abre revelando a una Briana que mantiene su rostro sin ninguna expresión.
— La cafetería esta cerrada, así que te pido que te vayas — admiro a esta chica, es muy fuerte y valiente.
— No me iré sin ella — me señala —. Mi madre quiere verla.
¿Su madre? ¿De qué rayos está hablando este tipo?
— Si quieres esperarla te recomiendo que lo hagas afuera, aquí ya no puedes estar — Andrew sonríe ante las frías y duras palabras de Briana.
— Esta bien — me observa —. Te veré afuera.
Cuando quedamos nosotras dos en el lugar suelto el gran bocado de aire que estuve conteniendo todo este tiempo, sin embargo, el miedo y los nervios no desaparecen al saber que estará esperándome afuera.
Al parecer Briana se da cuenta y me pide que me marche primero por la puerta de atrás, y no estoy más que agradecida con ella. Entonces asegurándome que nada le pasara a ella, ni a la gerente atravieso la puerta con rapidez.
Una ves fuera me aseguro de encontrar un taxi y alejarme lo más pronto posible, aunque él esté esperándome en la puerta principal, no me puedo confiar. Un taxi llega al mismo tiempo que siento algo frio en espalda.
— ¿Pensaste que escaparías de mí? — susurra en mi oído —. Metete al auto y no digas nada.
Asustada hago lo que me pide, el taxista ajeno a la situación nos pregunta a donde nos lleva a lo que él le dicta mi dirección. El largo viaje hasta mi casa fue acompañado de una gran aura de tensión y desesperación de mi parte cuando sentía como cada vez acercaba mas el arma a mi piel.
Le cancela al conductor cuando nos encontramos en la entrada de mi casa, observo alrededor del vecindario con la esperanza de encontrar alguna ayuda, cosa que no me favorece ya que al ser muy tarde todas las luces de la casa están apagadas.
— Muy bien, ingresaremos y hablaremos como personas civilizadas — dice a mi lado.
— ¿Civilizadas? — cuestiono con sarcasmo.
ÉL sonríe y me señala la puerta, la cual nerviosa ingreso la llave otorgándonos el paso al interior de ella.
— Sin rodeos ¿Dónde esta el sobre te que dio Max?
Su cercanía me pone nerviosa, por ende no me deja procesar su pregunta con claridad, ¿Qué tiene este hombre que hace que todos mis huesos se congelen?, Estudio con cuidado sus facciones recordando aquella noche en el cual me salvo, y después en las noticias su rostro cubierto, el color de sus ojos azules con un pequeño ligero tono gris me cautivan.
— ¿Terminaste de admirarme? — su tono burlón me trae a la realidad apartándolo de inmediato.
— No sé a qué sobre te refieres, Max no me entrego absolutamente nada — me toma de las muñecas acercándome de nuevo a su cuerpo.
— ¿Segura? — murmura —. Si no me dices donde lo tienes soy capaz de matarte — acaricia la boca del arma en mi mejilla con delicadeza, mientras que su cálido aliento golpea en mis labios.
Mi pecho se infla mientras que mi respiración se agita cuando recorre el arma desde mi clavícula hasta mi pecho enterrándola en ella. Mantengo mi vista fija en la suya, sus ojos no revelan ningún sentimiento, ningún destello piedad.
— Te lo diré, si me ayudas a encontrar a Max — parece que mis palabras le divierten cuando suelta una carcajada, mantengo mi expresión seria y firme a mis palabras —. Esa es mi condición, el sobre por mi hermano.
— Me gustas — susurra.
— ¿Qué?
— Max me dijo que su hermana era muy frágil y le creo — me toma de las mejillas y sin previo aviso acaricia mis labios manteniendo su mirada centrada en ellos.