Son más de la media noche y Max aún no aparece. Me siento en el sofá muy preocupada. Él nunca acostumbra a estar fuera de la casa por mucho tiempo. Menos ahora con todos los sucesos de asesinatos que están ocurriendo.
Tomo mi taza de té imaginándome lo peor, con mi celular en la mano espero unos minutos más antes de contactar con la policía, escucho el sonido de un motor de inmediato me acerco a la ventana y me alivio al ver su figura acercarse a la puerta.
Pero lo que me deja intrigada es la persona que se encuentra en el auto, nunca lo había visto por estas zonas.
Antes de que mi hermano inserte la llave ya he abierto la puerta observándolo estupefacto en la entrada.
— ¿Dónde estabas Max? — pregunto cuando el pasa por mi lado.
— ¿Qué haces despierta? — pregunta extrañado.
— Te hice una pregunta Maximiliano.
— En una pequeña reunión con mis amigos.
— Pudiste haberme avisado. Estaba preocupada.
Me cruzo de brazos mirándolo subir las escaleras hasta la segunda planta un poco tambaleante, sigo sus pasos y lo ayudo llegar hasta su habitación. Enciendo la luz y me sorprendo cuando veo una mancha de sangre en su camiseta blanca con el logo de Avenged Sevenfold.
— ¡¿Qué te paso?! — exclamo horrorizada —. ¿Estas herido?
— No es nada — aparta mis manos de su camisa.
— Pero estás sangrando.
— No es mía — dice nervioso —. Una persona resultó herida en el bar y la ayude.
Insatisfecha me acerco a él a inspeccionar si no tiene una herida, siempre he sido muy quisquillosa en estos temas. Él me toma de las mejillas haciendo que observe sus ojos.
— Estoy bien — dice una vez más.
— Pero, tu camiseta...
— Deja de ser paranoica — golpea mi frente gentilmente.
Se saca la camiseta dejándome apreciar su pecho desnudo sin ninguna herida e imperfección en ella.
— ¿Lo ves?
— Me asuste demasiado — murmuro.
— Lo sé — me abraza.
— Eres lo único que tengo Max.
— Lo se mugrosa — Nos quedamos abrazados por varios minutos. Hasta que él se separa de mí observándome fijamente. Toma un sobre de su chaqueta extendiéndomelo.
— ¿Qué sucede? — pregunto extrañada.
— Quiero que tengas este sobre — musita —. Prométeme que por nada del mundo lo abrirás y lo cargaras siempre contigo.
— No entiendo nada.
— Solo prométemelo Hana, contiene información valiosa.
Asiento
— Te lo prometo Maxi — tomo el sobre sellado en mis manos.
🚫🚫🚫
Hoy las clases culminaron temprano, sonrío porque es viernes y hoy es noche de película con mi hermano. Hemos organizado un calendario de actividades para toda la semana, suena algo estúpido, pero desde que murieron nuestros padres y quedamos completamente solos sin ayuda de familiares aprendimos a salir adelante y llevar la vida a nuestra manera como adolescentes.
— Maxi he traido...
Mis palabras quedan en el aire cuando veo el desastre en la sala principal de la casa. De mis manos se resbala la bolsa de papas que traía. Apresurada busco a mi hermano por toda la planta baja, subo las escaleras dejando en medio pasillo mi bolso.
— ¡Max! — exclamo entrando a su habitación.
Aquí también está todo desordenado, sus ropas están esparcidas por todo el suelo, el colchón esta tirado, el armario abierto y sus perfumes quebrados.
No dejo de pronunciar su nombre angustiada con un nudo en mi garganta, al entrar a mi habitación me quedo desconcertada al observar que también está destrozado, es como si alguien vino hasta aquí en busca de algo.
Regreso de nuevo a la planta baja muy nerviosa, mis manos se han puesto heladas al pensar que pudo pasarle algo mientras no estaba.
Camino despacio hasta el sofá levantando los portarretratos del suelo, me llevo las manos a la boca ahogando un grito cuando veo sangre en una esquina del sofá. Mis manos tiemblan, todo mi cuerpo se debilita.
Visualizo un pequeño papel arrugado.
Pagaras por habernos robado.
Leer estas palabras me resulta algo desconcertante y terrorífico a la vez ¿mi hermano fue capaz de robarle a alguien? Es algo imposible él no es esa clase de persona. Maxi es alguien honrado que consiguió trabajo en una cafetería a unas cuadras de nuestra casa.
— ¿Hana? ¿Qué sucedió aquí pequeña? — Mirella nuestra vecina se encuentra en la puerta observando el desastre.
— Sra. Mirella — me lanzo a sus brazos llorando.
— Tranquila — soba mi cabello —. ¿Llamaste a la policía?
Niego.
Dentro de media hora la policía se encuentra en mi casa verificando todo los alrededores en busca de alguna pista, uno de los oficiales toma apuntes de mi testimonio y de los demás vecinos, otros toman fotografías de los hechos. Me tomo un poco de té de manzanilla que preparo Mirella para calmar mis nervios.
— Entonces Señorita ¿Noto algún comportamiento extraño en su hermano?
— No oficial.
— Bien nos llevaremos las muestras — musita —. Si dentro de 48 horas su hermano no aparece tomaremos esto como secuestro.
— ¿48 horas? ¡Quiero que encuentren a mi hermano ya! Puede estar en peligro — exclamo indignada.
— Lo siento señorita las leyes son así — guarda su libreta —. Con su permiso.
Los oficiales se retiran dejándome en compañía de la Sra. Mirella.
— Cálmate Hana.
— No me puedo calmar, a mi hermano podrían estar haciéndole algo — sollozo tomando mi pecho.
Esa noche fue el comienzo de mi tortura y desvanecimiento al no tener la única persona importante en mi vida.
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¡Continuará!
Antes que nada esta prohibida la adaptación y copia del libro.
Evitemos los plagios y dolores de cabeza que conlleva esta situación.
La historia contiene FALTAS ORTOGRAFICAS.