El beso de la Luna

14. CURIOSIDAD

Arick Jhonson

El teléfono sostenido entre su oído y su imponente hombro parecía empequeñecer en la mano de Arick. Su voz, normalmente un rugido autoritario que hacía temblar a los Alfas más experimentados, se había suavizado ligeramente al hablar con Rhysand.

"Así que todo tranquilo, ¿verdad, Rhys?"- preguntó, mientras sus ojos dorados escrutaban el paisaje boscoso que se deslizaba más allá de la ventanilla del lujoso vehículo que lo transportaba. A pesar de la distancia, podía sentir la familiaridad reconfortante de la voz de su Beta.

-"¿Tranquilo? Ja. Como si esta manada supiera lo que significa esa palabra,"- gruñó Apex en el vínculo mental, su tono cargado de un sarcasmo juguetón que a menudo exasperaba a Arick.

Arick suspiró internamente. -"Podrías intentar ser un poco más... regio, Apex. Soy el Rey Alfa, después de todo."-

¿Regio? ¿Como una estatua aburrida? Prefiero la emoción de un buen juego de persecución de ardillas, replicó Apex con un ladrido mental de diversión.

Ignorando a su hiperactivo lobo, Arick continuó la conversación. -"¿Y Aurora? ¿Todo bien con mi hermana?"-

-"Aurora está... siendo Aurora, mi Rey,"- respondió Rhysand con un tono que Arick conocía bien: una mezcla de afecto y resignación. -"Está con Luna. Ve a saber dónde se habrán metido. Hoy es su cumpleaños, ¿recuerda?"-

Un ligero ceño frunció el entrecejo de Arick. Luna. Ese nombre resonaba en su mente con una frecuencia cada vez mayor. Su hermana la mencionaba en cada llamada, describiendo su belleza etérea y su espíritu tranquilo. Rhysand también había hablado de ella, destacando su resiliencia y la calma que irradiaba. Incluso algunos de los Alfas que había visitado en sus viajes habían oído hablar de la misteriosa joven de cabello blanco que había llegado del sur.

-"Ya veo,"- fue lo único que dijo Arick, tratando de sonar casual. -"Parece que mi hermana ha encontrado una nueva... amiga."-

-"Más que una amiga, mi Rey,"- respondió Rhysand con un tono significativo. -"Hay una conexión especial entre ellas, lo verá cuendo regrese."-

-"Ya veo,"- repitió Arick, aunque su mente comenzaba a trabajar a una velocidad vertiginosa. ¿Qué era lo que hacía a esta tal Luna tan especial? ¿Por qué tanto su pragmático Beta como su excéntrica hermana parecían tan... intrigados por ella?

-"Mencionaste que... que era una joven fuerte,"- añadió Arick, tratando de obtener más información sin parecer demasiado interesado.

-"Lo es, mi Rey. Más de lo que aparenta,"- respondió Rhysand, un tono de respeto profundo en su voz. -"Tiene una resiliencia admirable."-

-"Bien."- Un silencio breve se extendió por la línea. -"Probablemente llegue a la manada a principios de la próxima semana. Hay un par de acuerdos más que necesito finalizar."-

-"La manada estará ansiosa por recibirlo, mi Rey,"- dijo Rhysand con su habitual lealtad. Cortó la llamada y dejó caer el teléfono sobre el asiento de cuero.

Sus pensamientos se centraron en esa joven desconocida que había capturado la atención de sus seres queridos. ¿Quién era realmente esa chica? ¿Por qué su llegada había causado tal revuelo silencioso en su manada?

265 años. 265 largos años sin el reconocimiento de esa única alma destinada a entrelazarse con la suya.

La paciencia, una virtud que siempre había cultivado como Rey Alfa, comenzaba a agotarse. La imagen de Rhysand y Aurora, tan inmersos en su amor, a menudo despertaba en él un anhelo punzante. Él también quería sentir esa conexión, esa certeza de haber encontrado su otra mitad.

A estas alturas, la apariencia juvenil de sus treinta años humanos contrastaba fuertemente con la antigüedad de su espíritu. Ya no le importaba cómo sería, qué manada la viera nacer, qué peculiaridades la adornaran. Solo la quería. La necesitaba.

La urgencia, un fuego lento que había ardido durante siglos, se había intensificado en los últimos años, un anhelo casi físico por la presencia de su otra mitad. Y ahora, la mención constante de esta misteriosa Luna añadía una nueva capa de intriga a su búsqueda. Quizás, solo quizás, el destino estaba a punto de jugarle una carta inesperada.




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