El beso de la Luna

16. El Reconocimiento del Alfa. Parte 1

Arick

La llegada a la manada, aunque recibida con la reverencia y el respeto habituales, había pasado para Arick en una especie de bruma sensorial. Su lobo, Apex, había estado inquieto desde que cruzaron los límites de su territorio, un nerviosismo sutil que Arick no lograba comprender. Se había limitado a saludar a su cuñado y a su hermana con la cortesía debida, notando la peculiar calidez con la que Aurora hablaba de la tal Luna, pero su mente estaba demasiado nublada por el cansancio del viaje como para prestarle demasiada atención.

Necesitaba descanso, la acumulación de semanas en la carretera pesaba sobre sus poderosos hombros.

Se había encerrado en sus aposentos, un santuario de silencio y oscuridad, intentando conciliar el sueño. Pero incluso en el umbral del inconsciente, una presencia extraña comenzó a filtrarse en sus sentidos. Un aroma exquisito, una mezcla embriagadora de frambuesa dulce, chocolate oscuro y la suave calma de la lavanda, lo envolvía como una caricia invisible.

Al principio, creyó que era un sueño, una fantasía elaborada por su lobo anhelante tras siglos de espera. El olor se intensificaba, llenándolo de una necesidad visceral que lo sobresaltó.

Idiota! ¡Despierta!- rugió Apex en su mente, la euforia tiñendo cada sílaba. -¡Es ella, Arick! ¡Nuestra mate! ¡Está cerca! ¡Levántate y ve a buscarla! ¡Márcala! ¡Es nuestra!-

La urgencia en la voz de Apex era inconfundible, una alegría salvaje que resonaba en cada fibra de su ser. Arick se incorporó de golpe en la cama, el corazón latiéndole con fuerza en el pecho. El aroma, antes un susurro onírico, ahora era una realidad palpable, llenando la habitación con una promesa embriagadora. No era un sueño. Ella estaba aquí. Su mate.

Sin dudarlo un instante, se levantó y salió de su habitación, siguiendo el hilo invisible de ese aroma celestial que lo guiaba como un faro en la oscuridad. Bajó las escaleras con la agilidad de un depredador, su cuerpo tenso y expectante. Y entonces la vio.

Estaba en el pasillo, de pie junto a Aurora, ambas absortas en una conversación animada. Su cabello blanco brillaba tenuemente a la luz que se filtraba por una ventana cercana, y su belleza... era como la de una aparición lunar, delicada pero con una fuerza silenciosa que lo atrajo como un imán. El aroma que lo había despertado emanaba de ella, intensificándose con cada paso que daba hacia ella, embriagándolo hasta la médula.
El tiempo pareció detenerse. Arick sintió que el mundo a su alrededor se desvanecía, dejando solo la presencia de esa mujer que su lobo había esperado durante siglos. Sin poder controlarse, impulsado por un instinto primario e innegable, la rodeó con sus brazos, atrayéndola hacia su pecho con una posesividad feroz. Su voz, profunda y resonante, rompió el silencio del pasillo. -"Mía."- La proclamación resonó con la autoridad de un rey y la certeza de un lobo que finalmente había encontrado su otra mitad. La encontró. Su espera había terminado.

"¡Oh, que hermosa que es, marquemosla ya."- dijo Apex desesperado.

-" No podemos hacer eso ahora, estás loco, la vamos a asustar."-
-"Ya la tenemos con nosotros vamos a montarla, ahora, ¡vamos!."

Lo mejor que pude hacer fue ignorar a mi caliente lobo y disfrutar este momento por mucho tiempo más.




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