Perspectiva de Aurora
¡Por la Diosa Luna! ¡Lo había visto! ¡Lo había presenciado con mis propios ojos! El momento en que dos almas destinadas finalmente se reconocían. Mis ojos estaban llenos de lágrimas brillantes, una mezcla embriagadora de alegría pura y una punzada de... ¿envidia? No, no envidia. Más bien, una profunda felicidad por mi taciturno hermano y la maravillosa amiga que el cielo, o más bien, la caprichosa Diosa Luna, había puesto en nuestro camino.
Arick... mi estoico, a veces gruñón hermano, abrazando a Luna como si su vida dependiera de ello. ¡Y esa mirada en sus ojos dorados! Nunca lo había visto así, tan... poseído, tan intensamente conectado. Era como si siglos de anhelo finalmente hubieran encontrado su puerto seguro. Y Luna... mi dulce, hermosa Luna, aferrada a él con una sorpresa aturdida pero con una creciente calidez en su rostro. ¡Era perfecto! ¡Absolutamente perfecto!
Una pequeña punzada de mi espíritu juguetón me impulsó a romper la tensión palpable. -"Ejem... ¿les recuerdo que hay más gente en la casa, tortolitos?"- dije con una sonrisa traviesa, aunque mi voz aún temblaba ligeramente por la emoción. Arick ni se inmutó, sus brazos permanecían firmemente alrededor de Luna. Rodé los ojos con cariño. ¡Típico de mi hermano! Cuando encontraba algo que le gustaba, se aferraba a ello como un oso a su miel.
-"Arick,"- insistí con una risita, -"¿piensas dejarla respirar en algún momento? ¡Parece que la vas a aplastar!"- Finalmente, aflojó un poco su agarre, aunque sus manos permanecieron firmemente en sus caderas, como si temiera que Luna pudiera desvanecerse en el aire. Sus ojos dorados no se apartaban de ella, recorriendo cada rasgo de su rostro con una intensidad fascinante.
-"Luna,"- logré decir, mi voz aún ligeramente temblorosa, -"permíteme presentarte formalmente a este gruñon posesivo. Él es Arick, nuestro magnífico, aunque a veces un poco... territorial, Rey Alfa. Arick, ella es Luna, la razón por la que el sol brilla un poco más hoy."-
Arick finalmente apartó sus ojos de Luna, aunque solo por un instante, para dirigirme una mirada que oscilaba entre la advertencia y una gratitud silenciosa. Luego, volvió su atención a Luna, su voz sorprendentemente suave cuando habló. -"Luna... es un nombre hermoso. Tan hermoso como tú."-
Luna se sonrojó ligeramente, una delicada coloración rosada tiñendo sus mejillas pálidas. -"Arick... es un placer conocerte,"- respondió, su voz suave pero firme, con un ligero temblor que delataba su propia sorpresa.
-"Vengan,"- dije, guiándolos suavemente hacia la pequeña sala de estar. -"Necesitamos celebrar este glorioso acontecimiento."- Justo en ese momento, Rhysand entró en la habitación, su rostro mostrando una mezcla de curiosidad y una sonrisa expectante.
-"¿Qué sucede aquí?"- preguntó, su mirada recorriendo a mi hermano y a Luna, que aún permanecían cerca el uno del otro, como si una fuerza invisible los mantuviera unidos.
-"¡Rhysand!"- exclamé, con los ojos brillantes. -"¡Nuestro Rey gruñón ha encontrado a su mate! ¡Esta hermosa criatura es Luna!"-
La sorpresa iluminó el rostro de Rhysand, que rápidamente se transformó en una sonrisa genuina y cálida. -"¡Por fin! Arick, felicidades. Luna, bienvenida oficialmente a nuestra... peculiar familia."-
-"¡Necesitamos champagne!"- anuncié con entusiasmo, haciendo un gesto a una de las criadas que pasaba por el pasillo. -"¡Trae la mejor que tengamos! ¡Este es un día para celebrar!"-
Mientras esperábamos las burbujas, mi espíritu juguetón volvió a aflorar. Me acerqué a Luna con una sonrisa pícara. -"Así que, Luna, prepárate para las celebraciones de la manada. Son... animadas. Y asegúrate de beber mucha... agua. Ya tendrás tiempo de probar nuestro famoso hidromiel cuando seas un poco mayor."- Le guiñé un ojo, disfrutando de su leve confusión y del ligero ceño fruncido de Arick. ¡Oh, esto iba a ser muy divertido!
Finalmente, la criada llegó con una botella helada de champagne y copas relucientes. Brindamos por el feliz encuentro, por el futuro que les esperaba y por la alegría que Luna había traído a nuestra manada.
Después de un rato, sintiendo la necesidad de que estos dos recién descubiertos mates tuvieran un momento a solas, Rhysand y yo intercambiamos una mirada cómplice y nos excusamos discretamente, dejándolos solos en la pequeña sala, envueltos en la magia de su recién descubierto lazo. ¡La Diosa Luna realmente tenía un sentido del humor maravilloso!
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Editado: 11.06.2025