El beso de la Luna

19. El Despertar de dos Almas (Extendido)

La pequeña sala de estar se había convertido en su universo momentáneo. Arick no podía apartar sus ojos de Luna, cada rasgo de su rostro delicado pero fuerte grabándose en su memoria.

El aroma que emanaba de ella lo envolvía en una burbuja de necesidad y anhelo, una sinfonía embriagadora de frambuesa, chocolate y lavanda que finalmente había encontrado su origen.

-"¡Es hermosa! "-exclamó Apex en el vínculo, su voz teñida de una excitación palpable. -¡Su loba! ¡Por fin la siento! ¡Es poderosa, Arick! ¡Siente su fuerza!-

Arick sintió una punzada de sorpresa ante la intensidad de su lobo. Hasta ahora, Apex solo había manifestado una impaciencia general por encontrar a su compañera. La admiración y el respeto que ahora emanaban de él hacia la loba de Luna eran algo nuevo y significativo.

-"Apex... siente a tu loba,"- dijo Arick, su voz grave apenas un susurro, sus ojos fijos en Luna. -"¿Puedes... explicarme?"-

"Arick," comenzó Luna, su voz suave pero con un matiz de secreto en ella, "mantengo a Tea oculta... no por miedo, sino por precaución. Su poder... es inmenso, antiguo. Siento que el mundo aún no está preparado para conocer su existencia, para comprender su verdadera naturaleza. Es como guardar un tesoro invaluable en un lugar seguro, esperando el momento adecuado para revelarlo. Tea es... diferente, Arick. Su linaje se remonta a tiempos olvidados, y su manifestación podría generar temor o incluso ser mal utilizada. Necesito entender completamente su poder, aprender a controlarlo por completo, antes de que el mundo sepa de su existencia. Es una responsabilidad que cargo conmigo, un secreto que he guardado para protegerla... y para protegernos a todos."

Continuó, sus ojos grises brillando con un recuerdo lejano. "Mi primera transformación ocurrió cuando tenía diez años. Mi madre me contó que, durante su embarazo, tuvo un sueño muy vívido. La Diosa Luna se le apareció en un claro bañado en luz de plata. Extendió su mano y tocó su vientre, justo donde yo estaba. Luego, la besó suavemente y le dijo que yo sería la 'portadora de Tea', una loba milenaria de gran poder, un espíritu antiguo destinado a traer paz a dondequiera que fuera. Y por eso, mi nombre sería Luna, 'la luna de lunas', un faro de luz en la oscuridad, un reflejo del poder y la serenidad de la propia Diosa."

"Mi conexión con Tea me otorga dones que van más allá de los elementos. Puedo influir en las emociones de quienes me rodean. Soy capaz de sembrar la ira en el corazón más tranquilo en un instante, o de disipar la furia con una simple mirada. Puedo evocar sentimientos de amor profundo o un odio visceral, dependiendo de lo que Tea considere necesario. Ningún poder alfa puede doblegar mi voluntad, Arick; de hecho, la presencia de Tea me permite infundir respeto y obediencia en cualquiera, sin importar su rango o poder. La plata no me daña, ni el acónito en dosis normales; para siquiera desmayarme, necesitarían cantidades letales. Puedo enfrentarme a cualquier ser, ya sea hombre lobo o vampiro, en mi forma humana, porque Tea siempre está conmigo. No necesito transformarme para que ella esté presente; lo sabrás cuando mis ojos cambien a un celeste puro, el color de los ojos de Tea, la señal de que su poder me envuelve por completo.

"Aún estoy aprendiendo a controlar todo."- admitió Luna con una modestia que lo conmovió. -"Cada día me siento más fuerte."-

Un silencio cómodo se instaló entre ellos, roto solo por el suave crepitar del fuego en la chimenea. Se observaron en detalle, estudiando los contornos de sus rostros, la luz que danzaba en sus ojos, buscando en el otro las respuestas a preguntas que aún no se habían formulado.

-"¿Cuáles son tus sueños, Luna?"- preguntó Arick finalmente, la curiosidad genuina tiñendo su voz. -"Ahora que estás aquí... ¿qué esperas?"-

Luna dudó por un instante, como si estuviera desenterrando anhelos enterrados. -"Quiero pertenecer de verdad,"- respondió con sinceridad. -"Quiero aprender a controlar mis poderes, a entender quién soy realmente. Y... quiero ser feliz a tu lado, cómo tú compañera, tu luna, ser tu igual."- Su mirada se encontró con la de él, transmitiendo una vulnerabilidad que lo tocó en lo más profundo.

-"Esta es tu manada ahora, Luna,"- dijo Arick con una certeza que no admitía discusión. -"Y te ayudaré a descubrir todo tu potencial. Encontraremos esa felicidad juntos."-

Fue el turno de Luna de preguntar. -"¿Y tú, Arick? Como Rey Alfa... ¿cuáles son tus expectativas para con tu luna?"

Una sombra melancólica cruzó el rostro de Arick por un instante antes de ser reemplazada por una determinación firme. -"Mi sueño siempre ha sido proteger a mi manada, asegurar su prosperidad y su seguridad. Durante mucho tiempo... también soñé con encontrar a mi compañera. Después de tantos siglos de espera..."- Su mirada se posó en ella, cargada de un significado profundo. -"...ese sueño finalmente se ha hecho realidad, tu mi hermosa y fuerte luna eres mas de lo nunca me imaginé y le doy gracias a la Diosa luna por bendecirme y bendecir a mi manada contigo... Y, también soy gracias al tonto que te dejó escapar, por eso estás aquí en mis brazos."-

Hablaron durante horas, compartiendo fragmentos de sus vidas, sus aspiraciones, sus miedos más profundos. Arick le contó sobre la responsabilidad de liderar una manada tan poderosa, sobre el peso de las decisiones y el orgullo que sentía por su gente. Luna le habló de su vida antes del rechazo, de su familia, de la confusión y el dolor que había sentido, pero también de la creciente fuerza que había encontrado en su interior.

A medida que las horas se desvanecían, un lazo invisible pero poderoso comenzaba a tejerse entre ellos. Era un respeto mutuo que florecía de la admiración, una lealtad silenciosa que se prometía en cada mirada, y una conexión innegable que resonaba en el silencio entre sus palabras. Arick percibía la fuerza latente bajo la delicada apariencia de Luna, su espíritu resiliente y su corazón noble. Luna, a su vez, veía más allá de la imponente presencia de Arick, vislumbrando la sabiduría en sus ojos dorados y la profunda responsabilidad que llevaba sobre sus hombros.




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