30. Creía que iba a ser Peor

La atmósfera en la Manada Luna Oscura había experimentado una metamorfosis palpable desde la llegada del Rey Alfa y su inesperada compañera. La tensión inicial, tejida con sorpresa e incertidumbre, se había ido deshilachando lentamente, reemplazada por una excitación contagiosa, casi febril, ante la presencia de una figura tan poderosa y la intrigante historia de su Luna.

Los anfitriones, liderados por un Alfa Thomas que luchaba por mantener su compostura regia ante la magnitud de la visita, se desvivieron por extender una hospitalidad impecable. Los aposentos preparados para Arick y Luna en el antaño olvidado último piso de la casa principal ahora resplandecían con un lujo discreto, gracias al diligente trabajo de los miembros de la manada.

Las pertenencias del Rey Alfa, enviadas con la eficiencia que caracterizaba a su séquito, ya estaban dispuestas, creando un espacio que combinaba la comodidad del hogar con la autoridad de un líder.

Tras un breve interludio para desempolvar las huellas del viaje, la pareja real se unió a la cena formal de bienvenida, un evento que marcaba su introducción oficial a la comunidad de la Luna Oscura. El gran salón de la casa de la manada vibraba con una energía contenida, una mezcla de celebración y una reverencia casi palpable ante la presencia del Rey Alfa. Largas mesas de madera oscura brillaban bajo la luz cálida de las velas, adornadas con manteles de lino y la vajilla de plata familiar.

El aire estaba impregnado del tentador aroma de la comida tradicional, guisos especiados y carnes asadas, preparados con esmero para honrar a sus ilustres invitados. Robert y Carolay Simons estaban sentados cerca de Luna, sus rostros radiantes de orgullo y una felicidad apenas contenida.

Durante la cena, las conversaciones iniciales fluyeron entre el Alfa Thomas y el Rey Alfa. -"¿Cómo encuentra el estado de nuestra manada, Su Majestad?"- preguntó Thomas con una formalidad respetuosa.

"Impresionante, Thomas," respondió Arick con su voz profunda resonando en el salón. "Se percibe una fuerte unidad y un respeto por las tradiciones. Los informes que recibí eran precisos."

Mientras tanto, Luna conversaba animadamente con la Luna Emma. "Estoy tan feliz de estar de vuelta," dijo Luna con una sonrisa sincera. "Todos han sido tan amables."

"Nos alegra tenerte en casa, querida," respondió Emma con calidez. "Y es un honor tener al Rey Alfa entre nosotros." Lyra escuchaba la conversación y se ponía cada vez más roja de cólera.

A pesar de la atmósfera general de cordialidad, Mathew, sentado no muy lejos, no podía apartar sus ojos de Luna. La observaba reír y conversar con Arick, una felicidad radiante que contrastaba dolorosamente con la imagen de la joven retraída que recordaba. Lyra, a su lado, notó la insistente atención de su compañero. -"¿Te parece muy interesante la conversación de Luna, Mathew?" preguntó con un tono de voz dulce pero con un filo de celos apenas disimulado.

Mathew se sobresaltó, apartando la mirada de Luna con torpeza. ,-"No... no, Lyra. Solo... me alegro de verla bien."-

Arick, cuya aguda percepción no pasaba por alto la tensión, dirigió una mirada firme y silenciosa a Mathew, una advertencia tácita que no escapó a la atención de Lyra, cuyo labio se curvó ligeramente en una mueca de disgusto.

Alfa Thomas, intentando mantener la conversación en un terreno neutral, se dirigió a Luna. -"¿Y cómo encuentra los cambios en nuestra manada, Reina Luna? Ha pasado algún tiempo desde su partida."-

-"Todo se ve... igual y diferente a la vez,"- respondió Luna con una sonrisa nostálgica. -"Es bueno ver caras conocidas."- Sus ojos se posaron brevemente en sus padres, quienes le devolvieron una mirada llena de amor.

Fue entonces cuando Lyra, buscando desviar la atención y, quizás, menospreciar a Luna, lanzó un comentario con una falsa ligereza. -"Es realmente... admirable cómo algunas personas ascienden tan rápidamente, ¿no les parece, Su Majestad? Sin lazos de sangre importantes, sin el poder que otorga una loba..."- Su mirada se deslizó hacia Luna con una sonrisa forzada.

Antes de que Luna pudiera responder, Arick intervino con una calma glacial en su voz profunda. -"Lyra," dijo, su mirada clavada en la futura Luna de la Manada, -"en mi presencia, y en la de mi compañera, les agradecería que se refirieran a ella con el respeto que su posición exige. Para usted, y para todos los presentes, exceptuando a su familia directa, su título es Su Majestad o Reina Luna. Espero que esta directiva quede clara y sea observada en todo momento."-

Un silencio incómodo se cernió sobre la mesa. Lyra palideció ligeramente, sintiendo el peso de la autoridad del Rey Alfa. Robert y Carolay intercambiaron una mirada de orgullo. La cena continuó con una formalidad aún más marcada, aunque la tensión palpable no se disipó por completo.

Un rato después, Luna se puso de pie con una gracia tranquila. -"Si me disculpan un momento,"- dijo con una sonrisa amable a la mesa, antes de dirigirse hacia el baño. Lyra, con una excusa poco convincente, se levantó casi al instante y la siguió. Luna sintió sus pasos apresurados detrás de ella al doblar un pasillo menos iluminado.

"Escúchame bien, Estúpida,"- siseó Lyra, acorralando a Luna contra la fría pared de piedra, su rostro distorsionado por la rabia contenida. -"No sé qué artimañas has utilizado para embaucar a ese Alfa, pero no eres nada. No tienes la fuerza de un verdadero lazo, no tienes el poder de una loba, no tienes un linaje que te respalde. Eres una simple mortal que ha tenido suerte. No creas ni por un segundo que estás a mi nivel, o que mereces el lugar que ahora ocupas."-

Luna la miró con una calma sorprendente. -"Lo que realmente me molesta, Lyra,"- respondió con una voz suave pero firme, imbuida de una quietud misteriosa, -"es tu profunda inseguridad. Tú tienes lo que dices desear, ¿no es así? Tienes a tu Alfa, a tu lado."-dijo luna encogiéndose de hombros.