El beso de la Luna

34. Las Cicatrices del Pasado y Una Nueva Amenaza

Arick no soltó a Luna ni por un instante en el camino de vuelta a la casa. La mantuvo estrechamente abrazada, su cuerpo temblando ligeramente contra el de él. Al llegar a su habitación, la llevó consigo, sin pronunciar una palabra. El silencio entre ellos era pesado, cargado de la violencia que habían presenciado y la palpable fragilidad de la seguridad que tanto se esforzaba por mantener.

En el baño, bajo el chorro cálido de la ducha, el agarre de Arick se intensificó. El agua enjuagaba la sangre de ambos, un recordatorio sombrío de la brutalidad del ataque. Luna se aferró a él, buscando refugio en su fuerza, el miedo aún latiendo débilmente en su pecho a pesar de la furia helada que la había poseído en el claro. Se lavaron en silencio, la intimidad de su tacto un consuelo tácito en medio del caos.

De vuelta en la habitación, mientras se vestían con ropa limpia, Arick no se separaba de ella. La seguía como una sombra, sus ojos dorados escrutando cada uno de sus movimientos, buscando cualquier signo de debilidad. Finalmente, mientras Luna se peinaba frente al espejo, él se acercó y la abrazó por la espalda, apoyando su barbilla en su hombro.

"Recibí una nota hoy," dijo su voz, grave y tensa, rompiendo el silencio opresivo. Luna detuvo el cepillo y lo miró a través del reflejo. "Una nota... firmada 'Black'."

La mención de ese nombre pareció tensar cada músculo del cuerpo de Arick. Continuó, su voz ahora cargada de una furia contenida. "Creo que sé quién es exactamente el causante de todo esto, Luna. La emboscada en la carretera, este ataque... incluso otros incidentes que ocurrieron hace tiempo."

Luna se giró para enfrentarlo, sus ojos plateados llenos de una preocupación profunda. "¿Quién es Black, Arick? ¿Qué está pasando?"

Él tomó sus manos entre las suyas, sus pulgares acariciando suavemente sus nudillos. "Es una vieja historia, una enemistad que creía enterrada. Black... en el pasado, éramos amigos. Rhysand, él y yo. Éramos inseparables." Su voz se oscureció al pronunciar el nombre. "Pero algo se quebró. Una traición... una lucha por el poder... terminó con él jurándome venganza. Siempre intentó atacarme directamente, pero falló. La emboscada... debió ser él intentando un nuevo método."

Luna apretó sus manos. "¿Por qué atacarme hoy? ¿Por qué los niños?"

Arick apretó la mandíbula. "Cambió de estrategia. El humano que estaba con los renegados... antes de que... antes de que lo detuvieras, ¿dijo algo?"

Luna cerró los ojos por un instante, recordando la voz fría y confiada del hombre. "Dijo... que si me iba con ellos, no habría muertes. Parecía creer que sería fácil, solo mujeres y niños."

Un gruñido gutural escapó de Arick. "Lo sabía. Se dio cuenta de que atacarme directamente era demasiado arriesgado. Ahora... ahora está intentando herirme a través de ti. Quiere quitarme lo que más amo."

Luna se acercó y lo abrazó con fuerza, enterrando su rostro en su pecho. "No lo permitiré, Arick. No dejaré que te quite nada."

Él la estrechó contra sí, sintiendo la determinación que emanaba de ella. "Necesitas saber la verdad, Luna. Black... él siempre fue ambicioso, cruel incluso. Pero había una línea que no cruzaba. Nuestra amistad... nuestra historia... la traición fue profunda, pero nunca pensé que atacaría a inocentes, que te pondría en peligro."

"¿Qué pasó exactamente entre ustedes?" preguntó Luna, apartándose ligeramente para mirarlo a los ojos.

Arick suspiró, el peso del pasado reflejado en su mirada dorada. "Éramos jóvenes, impulsivos. Ambos queriamos poder, la diferencia radicaba en que el trono era mío por derecho después de la muerte de mi padre, Hubo una disputa... una lucha por el poder dentro de la manada en ese momento. Black... jugó sucio. Intentó manipular a otros, sembrar discordia. Rhysand y yo lo descubrimos. La confrontación fue violenta. Terminó con su exilio."

"¿Y nunca lo volviste a ver?"

"No directamente. Pero siempre supe que estaba ahí, acechando en las sombras. Hubo otros ataques, intentos fallidos contra mi vida, contra miembros de mi círculo cercano. Siempre sospeché de él, pero nunca tuve pruebas definitivas... hasta ahora." Señaló mentalmente la nota ensangrentada que aún estaba en su despacho. "Atacarte... usar niños como cebo... es una nueva bajeza, incluso para él. Esto significa que está desesperado... y eso lo hace aún más peligroso."

Luna tomó su rostro entre sus manos. "Vamos a detenerlo, Arick. Juntos. No dejaré que este 'Black' nos quite la paz. No dejaré que te haga daño."

Arick besó su frente, sintiendo una oleada de gratitud por su fuerza y su amor incondicional. "Lo sé, mi Luna. Lo sé. Y esta vez... esta vez lo acabaré. Definitivamente." La promesa resonó en la habitación, cargada de una determinación sombría y la certeza de que la calma había sido rota, y la guerra, una vez más, había comenzado.




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