35. La Sonrisa Siniestra y la Víspera del Cambio
En un escondite sombrío, lejos de los ojos vigilantes de la Manada del Norte, la noticia llegó a Black como un susurro oscuro en la noche. Sus informantes, los pocos leales que aún le quedaban en las sombras, le relataron el fracaso del ataque en los límites del territorio de Arick. La furia inicial que lo consumió al escuchar el informe detallado de la intervención de las lobas cuidadoras y la presencia de Aurora se desvaneció lentamente, reemplazada por una curiosidad fría y calculadora al escuchar el nombre de la responsable final.
"¿Una mujer... de cabello blanco?" preguntó Black, su voz un suave siseo en la oscuridad. La descripción que le dieron de la velocidad y la ferocidad con la que esta mujer había acabado con los renegados, la forma en que había destrozado al último lobo y al humano sin siquiera transformarse, despertó una sonrisa lenta y siniestra en sus labios. Luna. La compañera de Arick. Si lo que sus informantes decían era cierto, esta mujer era mucho más interesante de lo que jamás había imaginado.
"Parece, entonces," murmuró Black, sus ojos oscuros brillando con una nueva intensidad, "que la pequeña ave de Arick tiene garras afiladas. No importa. Este pequeño revés solo hace el juego más... emocionante." Sus dedos huesudos tamborilearon sobre la mesa de madera tosca. "El plan A ha fallado dos veces. Es hora de desempolvar la jugada final. La paciencia tiene sus límites, y el tiempo de Arick... y su preciada Luna... se está agotando." Una risa baja y gutural resonó en la oscuridad, presagiando una nueva y más peligrosa fase en su venganza.
.......Mientras en la manada del Norte.
De vuelta en la Manada del Norte, la atmósfera era una extraña mezcla de tensión palpable y una creciente alegría festiva. Arick, consumido por la rabia y la determinación tras la revelación de la identidad de Black, había redoblado la seguridad en las fronteras. Cada patrulla era más numerosa, cada guardia más alerta. La amenaza invisible acechaba, pero él no permitiría que volviera a acercarse a Luna.
"Necesitamos más hombres patrullando el perímetro sur, Rhysand," dijo Arick en su despacho, su voz grave y autoritaria. "Black atacó allí la última vez. No podemos bajar la guardia."
"Ya está hecho, Alfa," respondió Rhysand, su rostro serio. "He triplicado las patrullas y he apostado a nuestros mejores rastreadores. No se nos escapará."
Mientras la manada se preparaba para la inminente amenaza, la llegada de las navidades llenaba la casa de luces parpadeantes, guirnaldas y el aroma embriagador de los pinos. Luna, a pesar de la sombra que Black proyectaba sobre sus vidas, se sumergió en las festividades, encontrando consuelo en la calidez de su nuevo hogar y el amor de Arick.
"¿Crees que deberíamos posponer la ceremonia, Arick?" preguntó Luna una noche mientras decoraban el árbol de Navidad, su voz teñida de una ligera preocupación.
Arick detuvo la colocación de una esfera brillante y tomó sus manos entre las suyas. "No, mi Luna. No dejaremos que el miedo nos dicte cómo vivimos. Esta ceremonia es importante. Es nuestra proclamación ante la manada, ante todos. Demostraremos que estamos unidos y que no nos doblegaremos ante nadie, recuerda también que en unos días llegarán tus padres y hermano."
"Pero..." Decia luna, la interrumpí.
"Confía en mí, Luna. Estaremos seguros. He tomado todas las precauciones necesarias. Y quiero que tengas este momento. Mereces ser coronada como nuestra Reina."
Los días siguientes estuvieron llenos de preparativos para la ceremonia de proclamación de Luna como Reina de todos los hombres lobo. La manada entera estaba inmersa en los preparativos, uniendo sus fuerzas para honrar a su nueva líder. Se estaban organizando banquetes, se estaban preparando vestimentas ceremoniales y los ancianos de la manada compartían historias y tradiciones ancestrales con Luna.
Una tarde, mientras Luna revisaba los detalles de su vestimenta con Aurora y su madre, esta última le preguntó con una preocupación evidente: "¿Estás segura de esto, Luna? Después de lo que pasó..."
"Estoy segura, Aurora," respondió Luna con una firmeza tranquila. "No dejaré que el miedo me paralice. Arick tiene razón. Debemos mostrar nuestra fuerza y nuestra unidad. Y esta ceremonia... también es mi forma de honrar a mi nueva familia, a mi nuevo hogar."
En otra parte de la casa, Arick conversaba con el papá y el hermano de Luna, quienes habían llegado para la ceremonia. "Estamos a tu disposición Rey Alfa," dijo el padre de Luna, su rostro surcado por la determinación. "Este Black... parece ser una amenaza seria." Dijo su hermano
"Lo es, Rob," respondió Arick, su mirada endureciéndose. -"Pero el subestima a Luna. Ella es más fuerte de lo que nadie imagina. Y yo no permitiré que le hagan daño. He esperado demasiado tiempo para tenerla a mi lado. Black pagará por cada amenaza, por cada sombra que ha intentado proyectar sobre nosotros."
La víspera de la ceremonia llegó con una atmósfera cargada de expectación. En la intimidad de sus aposentos, Arick tomó las manos de Luna. "Mañana," dijo, sus ojos dorados llenos de amor y determinación, "te convertirás en nuestra Reina. Estaré a tu lado en cada paso del camino."
"Y yo al tuyo, mi Alfa," respondió Luna, su voz suave pero firme. "Juntos, enfrentaremos cualquier oscuridad."
Mientras la manada dormía, ajena a la creciente amenaza que aún acechaba en las sombras, Black observaba desde lejos, su sonrisa siniestra reflejando la luz de la luna. Su jugada final estaba a punto de comenzar.
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Editado: 19.07.2025