El día amaneció con una promesa dorada, como si la propia Diosa Luna bendijera este momento. Desde el primer susurro del despertar, sentí el peso dulce de la anticipación. Las horas previas al amanecer fueron un torbellino de susurros y suaves toques. Las ancianas de la manada, sus rostros marcados por la sabiduría y el cariño, me vistieron con un atuendo que sentía como un sueño tejido en realidad. El vestido... ah, el vestido. Blanco como la nieve recién caída, simbolizando la pureza de mi intención, con intrincados bordados rojos que ascendían como llamas danzantes, representando la fuerza que había descubierto en mí, y detalles dorados que brillaban como el sol naciente, augurando un reinado de prosperidad y luz. Cada pliegue de la tela suave, cada hilo brillante, parecía imbuido de las esperanzas de mi pueblo.
Mientras me miraba al espejo, apenas reconocía a la joven que había llegado a esta manada con el corazón lleno de incertidumbre. La mujer que me devolvía la mirada tenía una serenidad en los ojos, una firmeza en la mandíbula, lista para abrazar el destino que se había tejido para mí. Aurora y Elara entraron, sus sonrisas radiantes iluminando la habitación.
"Es hora, mi Reina," susurró Elara, sus ojos brillando con orgullo.
"Estamos contigo, Luna," añadió Aurora, tomando mi mano.
Del brazo de ambas, comencé mi descenso. El sonido de los tambores resonaba, un latido ancestral que anunciaba mi llegada, llenando el silencio expectante con una vibración poderosa. Al cruzar el umbral del gran salón, la magnificencia del lugar me dejó sin aliento. Los colores de mi vestido se repetían por doquier: tapices blancos bordados con hilos rojos y dorados colgaban de las paredes, y arreglos florales en las mismas tonalidades adornaban cada mesa. El salón estaba repleto de alfas y lunas de las manadas cercanas, sus rostros vueltos hacia mí, llenos de una expectación reverente. En los primeros asientos, mis padres y Rob se pusieron de pie, sus ojos llenos de lágrimas brillantes.
Y al final del salón... Arick. Vestido con ropas tradicionales que evocaban la fuerza de nuestros ancestros, en los mismos colores que mi vestido, su mera presencia llenaba la sala de una autoridad tranquila y una belleza que me robó el aliento. Su mirada, fija en mí, era una promesa silenciosa de amor y apoyo inquebrantable. En su mano, sostenía la corona, brillando a la luz de las antorchas como un símbolo de nuestro futuro juntos. Elevó un brazo, ofreciéndome su guía.
"¿Lista, mi Luna?" susurró Aurora a mi oído.
Respiré hondo. "Lista.
.............
La espera era una tortura dulce, cada segundo dilatándose con la anticipación de verla. El salón estaba lleno, los alfas de las manadas y sus lunas aguardaban en un silencio expectante, sus ojos fijos en la entrada. Podía sentir la tensión palpable en el aire, la magnitud del momento resonando en cada corazón presente. Mi propio corazón latía con una fuerza inusual, un tamborileo constante de orgullo y una ansiedad amorosa. Quería que este día fuera perfecto, una celebración digna de la mujer que había transformado mi mundo y que ahora ascendería a su legítimo lugar como nuestra Reina.
"¿Crees que estará nerviosa?" me preguntó Rhysand en voz baja, a mi lado.
"Un poco, tal vez," respondí, sin apartar la vista de la entrada. "Pero Luna es fuerte. Más de lo ella misma cree."
"Es una gran responsabilidad," comentó Apex, con un tono de respeto.
"Lo sé," dije simplemente. "Y ella está más que preparada."
Y entonces, la vi. La puerta se abrió lentamente, revelando una visión que me robó el aliento. Luna. Era deslumbrante, una encarnación de la gracia y el poder. El vestido... los colores parecían danzar a su alrededor, resaltando su belleza pálida y la intensidad de sus ojos plateados. Cada paso que daba era una promesa, una declaración silenciosa de la reina que estaba destinada a ser. Por un instante, el mundo a mi alrededor se desvaneció. Solo existía ella, avanzando hacia mí con una serenidad majestuosa. Era todo lo que había deseado, la fuerza y la dulzura entrelazadas en una sola alma.
"Es... es increíble," murmuré, apenas audible.
"Te enamoraste de nuevo," dijo Rhysand con una sonrisa cómplice.
A mi lado, sobre un pedestal cubierto de terciopelo carmesí, reposaba la corona de Luna, forjada con metales ancestrales y engastada con piedras lunares brillantes. Junto a ella, objetos de oro de significado histórico, símbolos de nuestro legado y la conexión con la Diosa Luna. Un anciano de la manada, su rostro marcado por la sabiduría de incontables lunas, se adelantó. Su voz, resonando con la autoridad de la tradición, comenzó la ceremonia en la lengua antigua.
"Escucha las palabras, Mi Luna," . "Son los votos de nuestros ancestros."
"Lo hago," respondío, mis ojos fijos en Luna cuando se acercó
Finalmente, llegó el momento de la juramentación. Luna se acercó a mí, su mirada encontrándose con la mía, una promesa silenciosa de nuestro vínculo eterno. Con una voz clara y fuerte, pronunció las palabras de su proclamación.
"Juro ante la Diosa Luna y ante mi pueblo," dijo Luna, su voz resonando en el silencio expectante, "gobernar con justicia, con sabiduría y con un corazón compasivo. Defenderé a mi manada, honraré nuestras tradiciones y trabajaré incansablemente por la prosperidad de todos."
El anciano tomó la corona, sus manos temblorosas por la edad pero firmes en su propósito, y la colocó sobre la cabeza de Luna. Una luz dorada pareció irradiar de ella.
"Por el poder que me confiere la Diosa Luna y la tradición de nuestros ancestros," dijo el anciano, su voz temblando ligeramente, "los proclamo a ambos, Arick, Alfa de la Manada del Norte, y Luna, ahora Reina de todos los hombres lobo."
Luna se giró hacia los presentes. "Hoy," dijo su voz, llena de una convicción que resonó en todo el salón, "acepto esta corona no como un símbolo de poder personal, sino como una promesa. Prometo servir a mi pueblo con cada fibra de mi ser, con justicia en mis decisiones, con fuerza en mi liderazgo y con el amor que siento por cada uno de ustedes. Juntos, enfrentaremos cualquier oscuridad y construiremos un futuro donde la paz y la prosperidad florezcan para todas las manadas."
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Editado: 19.07.2025