Desperté con un sobresalto violento, la garganta seca como papel de lija y la cabeza latiéndome con una furia sorda. No tenía ni idea de si era de día o de noche, cuánto tiempo llevaba encerrado en esta celda fría y húmeda. Cada vez que recuperaba la consciencia, vislumbres de horror se grababan en mi mente: los golpes secos, los jadeos ahogados de Rob y Rhysand, sus cuerpos magullados e inertes.
Una calma antinatural me invadió al principio, una especie de negación brutal de la realidad. ¿Podría ser que Kaelen... ese viejo zorro traicionero... estuviera jugando un juego aún más retorcido, aliado con Black? La idea me revolvió el estómago con una náusea amarga. La traición de un viejo conocido dolía más de lo que jamás hubiera imaginado.
Finalmente, la figura arrogante de Black se materializó ante mí, su rostro anguloso y cruel iluminado por la luz vacilante de una lámpara de aceite mohosa. Su sonrisa era una promesa helada de dolor, un escalofrío que recorrió mi espina dorsal encadenada.
"Miren, miren lo que tenemos aquí," se burló, paseándose lentamente frente a mí, sus manos entrelazadas a la espalda con una falsa sensación de poder. "El gran Rey Alfa, el temido líder de la Manada del Norte... encadenado como un simple renegado. ¿Qué dirían tus preciados súbditos si pudieran contemplar este espectáculo? ¿Se arrodillarían aún ante ti, o buscarían un nuevo amo?"
Intenté levantar la cabeza, cada movimiento de mi cuerpo esposado era una punzada de humillación. La rabia, una bestia furiosa, comenzaba a agitarse bajo la superficie de mi confusión y mi impotencia. "¿Qué quieres, Black? ¿Por qué haces esto?"
Black se detuvo, inclinándose para que su rostro estuviera a la altura del mío. Sus ojos oscuros brillaban con una mezcla de triunfo y un odio frío y persistente. "¿Qué quiero? ¡Qué pregunta tan ingenua, Arick! Quiero lo que siempre debió ser mío. El poder que tú usurpaste, el respeto que nunca mereciste... y tu preciosa Luna." Su labio se curvó en una mueca al pronunciar el nombre de mi compañera. "Esa mujer... una criatura tan exquisita. Siempre supe que merecía algo mejor que un rey débil e inseguro como tú."
La bilis subió por mi garganta, un sabor amargo de furia y desesperación. "No la tocarás, Black. Te juro que pagarás muy caro por todo esto. Cada segundo de sufrimiento, cada humillación..."
Black soltó una carcajada estridente, el sonido rebotando en las paredes de la celda. "¡Pagar! ¡Oh, Arick, qué ingenuo sigues siendo! Tú eres el que va a pagar. Ya todo está en marcha, cada pieza en su lugar. Haremos venir a tu adorada Reina. Imagina la escena, ¿no es deliciosamente dramática? La veré suplicar por tu miserable vida, arrodillándose a mis pies, justo antes de que te la arrebate. O quizás... quizás decida probar sus encantos primero, mientras tú observas, impotente y consumido por los celos. Luego, la mataré a ella, extinguiendo la luz de tus ojos. Y finalmente, te liberaré de tu patética existencia." Se echó a reír de nuevo, una risa helada que resonaba en la oscuridad, una burla cruel de mi dolor. Luego se irguió, su sombra proyectándose amenazante sobre mí. "Disfruta tus últimos momentos, Rey. Tu reinado ha terminado antes de lo que imaginas."
Lo vi alejarse, su figura desapareciendo en la penumbra, dejando tras de sí un vacío opresivo de terror y una furia ciega. Mis ojos se posaron con desesperación en Rhysand, cuyo cuerpo yacía inerte en un rincón. A su lado, Rob respiraba con dificultad, su rostro pálido y magullado.
"Resiste, hermano," le dije con voz ronca, mi garganta ardiendo.
Rob abrió los ojos con esfuerzo, sus pupilas dilatadas por el dolor. "Luna... ella no es tonta, Arick. Sentirá que algo anda terriblemente mal." Una débil sonrisa se dibujó en sus labios. "Ella vendrá."
Miré hacia arriba, a una pequeña grieta en el techo, un mísero fragmento de cielo oscuro salpicado de estrellas distantes. Diosa Luna, recé en silencio, con una desesperación creciente que casi me ahogaba. Por favor, protégelos. Protégela a ella. Dales fuerza.
.........
La llamada de Kaelen resonaba en mi mente como un eco helado, cada palabra una puñalada en mi corazón. "Tenemos a tu Alfa, a Rhysand y a Rob. Ven por ellos si los quieres con vida. Pero ven sola. Si intentas algo, morirán." La frialdad en su voz no dejaba lugar a dudas. Era una trampa, lo sabía en lo más profundo de mi ser, pero la idea de Arick, Rhysand y Rob sufriendo a manos de Black me paralizaba de terror.
En el salón, la tensión era casi palpable. Richard caminaba de un lado a otro como un lobo enjaulado, sus puños apretados. Damon permanecía en silencio, su rostro una máscara de furia contenida. Aurora, normalmente tan vibrante, tenía los ojos dorados oscurecidos por la preocupación por Rhysand. Papá, aunque intentaba irradiar calma, tenía la mandíbula tensa y una mirada sombría. Mamá me abrazaba con fuerza, susurrándome palabras de consuelo que apenas alcanzaban mi conciencia.
"Tenemos que ir ahora mismo," insistió Richard, su voz cargada de urgencia. "No podemos perder ni un segundo."
"No," respondí con una firmeza que apenas reconocía como propia, mi voz temblando ligeramente a pesar de mi intento de control. "No podemos caer en su juego. Kaelen dijo que vaya sola. Es una trampa, Richard. Un movimiento en falso y todos podríamos morir."
Mi mente trabajaba a una velocidad vertiginosa, analizando cada posibilidad, cada escenario. Recordé la amarga disputa territorial entre Kaelen y el joven Alfa Lycus. Lycus... él conocía esas tierras como la palma de su mano, cada sendero, cada escondite.
"Damon," dije con una determinación repentina. "Haz que traigan a Lycus. Él nos ayudará. Confío en que su rencor hacia Kaelen será mayor que cualquier miedo a Black."
El plan se tejió en la urgencia del momento. Richard, Damon, Aurora y papá, junto con un grupo selecto de nuestros guerreros más leales, se acercarían a la manada de Kaelen a través de los territorios de Lycus, moviéndose sigilosamente para no alertar a nuestros enemigos. Yo iría sola, tal como Kaelen había exigido, presentándome como un blanco fácil, pero con la certeza de que mi familia y nuestros aliados estarían cerca, listos para intervenir a mi señal: un aullido específico que solo ellos reconocerían.
#2745 en Fantasía
#1211 en Personajes sobrenaturales
#3396 en Otros
#903 en Relatos cortos
sobrenatural y romance, personajes magicos, amor predestinado
Editado: 19.07.2025