La lluvia comenzaba a caer, primero tímidamente, como lágrimas del cielo ante el espectáculo que se desarrollaba. Luna se irguió frente a Black y Kaelen, su rostro sereno contrastando con la furia creciente que emanaba de ambos alfas. La visión de Arick, arrodillado y herido, era un puñal en su corazón, pero no permitiría que su dolor la doblegara.
"Así que esta es tu gran jugada, Black," dijo Luna, su voz tranquila a pesar del nudo helado de terror que atenazaba su pecho. "Secuestrar a mi Alfa, a sus guerreros... ¿Crees realmente que esta vileza te dará lo que tanto ansías?"
Black sonrió con una arrogancia que le heló la sangre hasta la médula. "Por supuesto, mi hermosa Reina. Arick está acabado, su reinado se desmorona ante mis ojos. Y tú... tú serás mía, o morirás con el. Una mujer de tu calibre merece un rey de verdad, alguien con la fuerza para tomar lo que desea, no un debilucho inseguro como él." Su mirada recorrió el cuerpo herido de Arick con desdén.
"¿Un rey como tú?" replicó Luna, su voz tan calmada que hizo temblar la mandíbula de Kaelen de pura frustración. "Un hombre que se esconde en las sombras, que ataca por sorpresa como una rata cobarde y que se alía con la traición para lograr sus mezquinos fines. Tu ambición te ciega, Black. No ves que el verdadero poder reside en la lealtad inquebrantable y el amor sincero, lazos que jamás comprenderás en tu soledad egoísta."
Kaelen dio un paso amenazante adelante, su rostro enrojecido por la cólera, sus venas del cuello latiendo con furia. "¡Zorra insolente! ¿Te atreves a dirigirte a mí con esa falta de respeto? Soy un alfa anciano, he visto caer imperios y levantarme leyendas. ¡Merezco tu reverencia!"
Luna lo miró con una tristeza fingida, como si lamentara su patético estado. "El respeto se gana, Alfa Kaelen, no se exige con gritos y amenazas vacías. Y al traicionar a un rey que te ofreció su mano en señal de paz, has perdido cualquier vestigio del mío. Tu vejez debería haberte otorgado sabiduría, no esta amargura vengativa por unos terrenos, eso te hace tonto." Su voz permaneció suave como la seda, pero cada palabra resonaba con una fuerza innegable, desestabilizando al anciano alfa.
Black, impaciente por el intercambio verbal, blandió el cuchillo de plata que sostenía peligrosamente cerca del cuello de Arick. Un fino hilo de sangre carmesí comenzó a gotear sobre la tierra empapada. "Ya basta de juegos, Reina. Tu Alfa está al borde de la muerte. Y tú decidirás si su final es rápido e indoloro... o lento y agonizante." Su sonrisa era un escalofrío que recorrió la espalda de Luna.
La visión de la sangre de Arick, aunque escasa, encendió una chispa de furia gélida en los ojos de Luna, pero la mantuvo cuidadosamente oculta bajo una máscara de serenidad impenetrable. "¿Crees realmente que el dolor de Arick me hará ceder a tus despreciables deseos, Black? Te equivocas miserablemente. El amor verdadero es un escudo más fuerte que cualquier miedo que puedas infligir."
"Eres una tonta ingenua," siseó Kaelen, su voz temblaba de rabia contenida. "No entiendes nada del verdadero poder, del poder que se arrebata y se mantiene con puño de hierro. Te arrepentirás amargamente de tu insolencia, jovencita."
"Quizás," respondió Luna, su mirada fija en Kaelen, manipulando sus emociones con una sutileza casi imperceptible, alimentando su ira mientras ella permanecía imperturbable. "Pero al menos moriré con la conciencia tranquila, defendiendo a mi Alfa y a mi pueblo con cada aliento. Tú, en cambio, serás recordado en los anales de nuestra historia como un traidor cobarde, un anciano consumido por la envidia y la amargura."
La tensión en el aire era casi palpable, electrizante como la calma que precede a una tormenta. El cielo se había oscurecido por completo, tragándose la última luz del atardecer, y los truenos retumbaban cada vez más cerca, como el rugido de una bestia impaciente. Los relámpagos iluminaban sus rostros con destellos fantasmales, revelando la creciente cólera de Black y Kaelen, contrastando con la serenidad glacial de Luna.
"¡Ya basta de esta farsa!" exclamó Luna de repente, su voz elevándose con una autoridad helada que hizo que incluso Black retrocediera ligeramente. "Este patético espectáculo ha terminado. Tu reinado de terror llega a su fin, Black." Sus ojos plateados se fijaron en el cuchillo que Black sostenía sobre el cuello de Arick, su mirada tan fría que parecía congelar el aire a su alrededor.
En ese instante, un rayo cegador descendió del cielo, impactando justo delante de Luna con un estruendo ensordecedor que hizo temblar la tierra bajo sus pies. La lluvia, que antes caía tímidamente, se desató con furia, empapándolos en segundos, marcando el inicio de la verdadera batalla. Esa era la señal.
Detrás de Luna, como sombras que emergían de la furia de la tormenta, aparecieron su padre, Robert, su rostro endurecido por la determinación; Richard, con los dientes apretados y los músculos tensos, listo para derramar sangre; Damon, su lealtad grabada en cada línea de su cuerpo; Aurora, sus ojos dorados brillando con una ferocidad primigenia; los guerreros leales de Arick, sus formas lobunas erizadas de rabia; y, a su lado, el Alfa Lycus, su pelaje oscuro empapado por la lluvia, flanqueado por sus propios guerreros, todos listos para reclamar su antigua deuda con Kaelen. La sonrisa que se dibujó en los labios de Luna no era de triunfo, sino una promesa helada de venganza.
"Se acabó, Black," siseó Tea a través de los labios de Luna, su voz transformada en un gruñido gutural, sus ojos plateados brillando con una intensidad sobrenatural que heló la sangre de sus enemigos.
El caos se desató en un torbellino de furia y violencia. Lobos contra lobos renegados, guerreros leales enfrentándose a los traidores de Kaelen. Damon, aprovechando la confusión inicial, se abalanzó sobre las esposas de Arick Rob y Rhysand, liberándolos en un rápido movimiento. Luna, impulsada por la fuerza inhumana de Tea, se movía con una agilidad sorprendente, esquivando golpes y contraatacando con una precisión letal, sin siquiera molestarse en transformarse por completo, lo que sembró el terror y la confusión y el terror en las filas de Black al ver cómo le arranco la cabeza al Alfa Kaelan de un solo movimiento.
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Editado: 19.07.2025