El Beso del Demonio

Cap. 04

La música suena estridente, la gente va y viene y el local está completamente lleno sin mencionar la interminable fila fuera de quienes esperan por entrar, las tres muchachas se acercan a la barra a pedir sus tragos de cortesía; el ambiente es bastante agradable y los jóvenes bailan en el centro de la pista al ritmo de una muy popular canción centroamericana pero Luciana se mantiene sumida en sus pensamientos y es que sinceramente no deseaba salir aquella noche, después del mal rato que pasó en el autobús lo único que quería era estar segura en su casa, lejos de cualquier problema y en la comodidad y confianza de su hogar; quías, poder hablar con Marcos y pedirle algún tipo de consejo o que le preste el auto de ahora en más para poder llegar a la universidad, la cuestión era no tener que permanecer sola en lugares abiertos sola, estaba asustada y por alguna razón eso le recordaba a su niñez.

― Realmente es muy bueno el lugar ― grita Sandra para que sus amigas la oigan notando que cierta rubia ni siquiera ha prestado atención a su alrededor.

Luciana observa alrededor, puede reconocer algunos de los chico que van a su universidad y aunque ha empezado algo tarde debido a su accidente ha podido socializar medianamente bien, frente a ella pero en el otro extremo del salón se encuentra con la presencia de un joven, algo inquietante la manera en que parece querer pasar desapercibido pero a ella no le molesta; le causa curiosidad el pensar que lo ha visto en algún lado antes pero lo descarta en cuanto Clara la distrae para entregarle su Mojito, vuelve la vista hacia el otro lado pero el chico ha desaparecido.

― ¿Viste a ese muchacho? ― pregunta Luciana frunciendo el ceño.

― No vi nada Lu ― Sandra observa entre la multitud pero no logra ver nada que llame su atención. ― ¿Quieres calmarte? Nadie va a hacerte daño, estamos aquí contigo, solo disfruta de la noche.

La muchacha asiente suspirando, su amiga tiene razón, debe calmarse y pronto la música cambia para que todos los presentes celebren y griten, la pista cobra vida llena de jóvenes bailando y divirtiéndose, Sandra platica con el barman mientras bebe su trago y Clara ha obtenido la atención de un joven pelirrojo que la saca a bailar apenas puede; Luciana sonríe tomando su móvil y fotografiando a sus amigas, se mueve al compás de la música disfrutando de la velada que promete ser bastante tranquila para ella pero, de pronto, se ve tomada por la muñeca y llevada al centro de la pista por el misterioso muchacho al que observaba. El joven le sonríe persuadiéndola a bailar y ambos se disponen a seguir la melodía, algo insegura al principio intenta seguirle el paso pero no le está saliendo como le gustaría.

― Se te arrugara la cara de tanto fruncir el ceño ― ríe el joven. ― Solo deja que te guíe, verás que es más fácil así.

La muchacha le sonríe, deja de intentar ser la que manda y pronto se ve bailando al ritmo de los demás, divertida presta atención a su acompañante quien lleva el cabello castaño rojizo algo alborotado y no ha perdido la sonrisa desde que llegó, luce cálido y amable, su sonrisa es algo contagiosa.

“¡Luciana!”

“¡Ven, Luciana!”

Voltea de manera discreta, sus amigas están ocupadas por lo que no pudieron gritarle pero está segura que lo ha oído, una voz suave y masculina llamándola, sin embargo, el alto volumen de la música no tendría que dejarle oír ni sus propios pensamientos; vuelve la vista a su acompañante que la observa sin ningún problema, ambos conectan sus miradas y en ese preciso instante escucha risas, una maravillosa risa que puede asegurar que es suya pero… Ella no ha abierto la boca en ningún momento, entonces, ¿Cómo?

― Ven, salgamos un momento ― el chico toma su mano jalándola hacia la salida.

― No, espera… ― voltea en busca de sus amigas pero no logra verlas.

Cuando sus ojos enfocan el frente están a punto de salir del edificio, dirige su vista hacia la unión de sus manos, se siente suave, como si ya antes hubiese estado tomada de ella y eso le asusta, ¿Será que se conocen? ¿Será que no es un extraño después de todo?

― ¿Te encuentras bien? ― pregunta el joven viéndola.

― Sí, solo quisiera poder volver con mis amigas ― sonríe forzada, está nerviosa, incomoda a decir verdad.

― No voy a hacerte nada, no te preocupes Luciana ― susurra.

― ¿Cómo sabes mi nombre? ¿Quién eres? ― retrocede y de inmediato la escena en el autobús se reproduce en su mente; no puede recordar con claridad el rostro de quien la seguía en esa oportunidad pero la voz… su voz… está segura que es la misma.

― Tu amiga me dijo como te llamabas, no te asustes, lamento si te asusté es solo que te veías confundida allí dentro. ― la observa tranquilo ― Mi nombre es Sam.




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