― Cariño, despierta ― la progenitora de los hermanos Vega observa a su hija mientras acaricia su frente ― Luciana.
― ¿Mmmm? ― entreabre los ojos.
― Tranquila, estás en casa ahora ― le sonríe ― Casi me has matado del susto niña, Dios escuchó mis plegarias y te trajo sana y salva.
― ¿De que hablas? ― se incorpora lentamente, su cabeza punza levemente y no entiende nada.
― Volviste a casa sola pero deberías haberme dejado ayudarte ― Marcos la ve desde la puerta. ― Sé que hay cosas que no puedo entender o que tú crees que no comprendo pero siempre estaré para apoyarte. ― la joven baja la mirada frunciendo el ceño, ¿Acaso imagino absolutamente todo? ― No te preocupes, no estoy enojado contigo solo estaba con los pelos de punta. ― suspira.
― Lo lamento mucho, no sé qué pasó… ― suspira.
― Ten, son medicamentos que te recetó un médico ― la mujer acaricia su rostro.
― ¿Un médico? Pero no he visto a nadie, es más, he estado durmiendo todo este tiempo ― la ve confundida.
― Le pedí a un médico amigo que me recomendara una medicación para ti, para que puedas estar más tranquila ― desvía la mirada ― Podemos llevarte a un especialista, espero poder ayudarte con esto hija mía.
― Pero… ― calla repentinamente, ¿Qué puede decir? ¿Qué explicación puede darle a su madre y hermano para que crean lo contrario? ¿Está loca?
“No te preocupes, solo sígueles la corriente y te dejarán tranquila por algunas horas.”
― ¿Qué? ― susurra viendo de reojo a su familia platicar sobre algún tema del que no pudo prestar atención.
“Tranquila, amor mío, todo saldrá bien.”
― ¿Entonces? ― Marcos le sonríe. ― ¿Las tomarás? Solo te darán tranquilidad, nada más, no tendrás sueño ni nada parecido como suelen hacer los demás medicamentos.
― Supongo que no me hará daño ― asiente insegura mientras recibe en la palma de su mano las píldoras.
― Descansa un poco, te traeré algo de comer en unas horas ― su madre besa su frente para retirarse seguida de su hijo mayor que cierra con cuidado la puerta de la habitación.
Su vista queda fija en la puerta de madera, suspira, cierra los ojos apretando la mano donde las píldoras reposan y pensando en que ya todo se ha escapado de su control, su móvil suena una y otra vez y en la pantalla puede ver el nombre de Sandra pero no es capaz de contestar, ¿Qué diría?
Regresa a la comodidad de su cama, se ovilla en el lugar cerrando los ojos y meditando si realmente le daría un buen resultado ingerir la medicación, de pronto, un peso a su lado se hace presente y antes de que pueda incorporarse es atrapada por un par de brazos que la estrechan con cuidado mientras sus nervios se disparan a todos lados.
― Por favor no me temas, puedo sentir tu terror a kilómetros ― habla tranquilo.
― Suéltame ― susurra cerrando los ojos con pavor, ¿Quién es? ¿Qué quiere?
― Bien ― quita sus brazos pero no se mueve del lugar. ― ¿Qué ocurre?
― No lo sé, tal vez un extraño en mi casa, en mi habitación, en mi cama que me toca como si fuéramos una pareja consolidada, dime tu ― aprovecha su libertad para salir despavorida fuera del lecho. ― ¿Quién eres?
― Creo que te había dicho que mi nombre es Sam ― la ve tranquilo.
― No, no es cierto, no puedes llamarte así cuando recuerdo haberte visto con esas cosas en tu espalda y… ― gesticula nerviosa, luego calla y observa sobre las sabanas las píldoras de su madre.
― Ni lo pienses ― las toma rápidamente ― Solo te volverán alguien fácil de manipular ― suspira ― Me llamo Shamshiel, pero Sam es más fácil y corto para ustedes los humanos y las “cosas” en mi espalda son alas mi bella dama, ¿No eres muy creyente verdad?
― No ― sentencia ― Esto no puede estar pasando, lo de la capilla fue un sueño, no pasó y tú no eres real.
― Pero lo soy ― se incorpora viéndola confundido, ¿Realmente será así de dificil?
― ¡Marcos! ― gira sobre su eje corriendo en dirección a la puerta del cuarto cuando Sam se apresura a cubrir su boca con la mano y retenerla con su brazo libre.
― Si él entra aquí no podré ayudarte, no seas terca Luciana, solo intento tenerte a salvo ― susurra.
Pronto la puerta es tocada con golpecitos intermitentes, el hermano de la joven pregunta si todo va bien, es cuando el ser sobrenatural que la aprisiona solo debe ver hacia la cerradura para que el pestillo sea colocado como por arte de magia.
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amor y seres sobrenaturales y mucho mas, amor angeles demonios
Editado: 03.01.2020