El Beso del Demonio

Cap. 17

― Llevo décadas sirviendo a mi amo, Lucifer, conozco la historia de memoria y he compartido con usted más de lo que cree ― la niña toma asiento en el suelo.

― ¿Él te ha enviado? ― frunce el ceño.

― No, lo más probable es que no sepa dónde estoy, que este buscándome ― suspira ― Mi señor tiene tantos problemas y yo aquí, me deje atrapar por un ángel que tiene malas intenciones.

― ¿Qué hay de ti? Eres un demonio, y tu amo es el rey de los malignos ― la ve seria ― No es lo más apropiado que digas que un ángel tiene malas intenciones.

― Y tú crees que porque es lo que es no tiene maldad en su interior, que las cosas que los celestiales hacen están bien y tienen un propósito divino pero hasta a tu Dios se le escapan algunas cosas. Muchos ángeles están encontrando el libre albedrio al desobedecerlo, siguiendo conductas de mi amo, pero llevadas por hábitos estúpidos y creencias mundanas. ― responde a la defensiva, sin quitarle los ojos de encima ― Conoces la historia, te la han contado miles de veces a lo largo del tiempo, aquel cuento en el que el glorioso y amado hijo Samael se revela a su padre cayendo de su reino y siendo condenado a regir a los seres oscuros, la realidad es, que nos dio un propósito, nos enseñó a defendernos de los abuso de sus “hermanos” y a tomar decisiones por nosotros mismos; muchos le debemos la vida, y no, no es como te lo pintan en la biblia.

― Lucifer ha hecho cosas realmente malas ― susurra.

― Sí, pero la humanidad también, los ángeles también ― se encoge de hombros nuevamente ― Todos cometen errores, se equivocan, pero si son predilectos entonces se los perdona, ¿No?  

― No lo sé ― desvía la mirada.

― Mi señor fue un líder, un guerrero para nosotros y se enfrentó a las reglas del Cielo decidido a hacer lo que quisiera y a poder decidir por su propia cuenta, y si, disfruta ciertas cosas del mal pero no podemos evitarlo, es parte de ser ciudadanos del Infierno ― sonríe orgullosa ― Todo parecía ir como lo quería, la Tierra era nuestro campo de juegos, podíamos venir cuando quisiéramos y hacer lo que nos placiera pero ello traía consecuencias, los arcángeles ansiaban detenernos, repelernos al averno para poder tomar el lugar y entonces las guerras no cesaban, no nos daríamos por vencidos y ellos tampoco. ― suspira viendo el techo del lugar, como si de esa manera pudiera recordar las escenas con mayor claridad ― Cierto día, Lucifer puso un pie en la ciudad después de años de recluirse en la fosa y fue allí cuando te encontró, te conoció por mera casualidad mientras se paseaba por la ciudad como si fuera una persona totalmente normal; chocaste con él, a diferencia de todos los que pasaban por su lado, le sonreíste y le pediste disculpas.

― ¿Solo así? ― ladea la cabeza, parece algo tan normal.

― Sí, te invitó un café y aceptaste, para la época eso era algo escandaloso ― ríe ― Te conducías como toda una dama, pertenecías a la alta clase pero no te importó seguir protocolos o reglas y eso fue lo que te llevó a él, el resto fue cosas de ustedes dos, se enamoraron profundamente y cuando te reveló quien era realmente no titubeaste, no tuviste miedo de él y no lo alejaste como todos hacían, te quedaste a su lado y contigo, lo hicimos nosotros.

― ¿Enamorarnos? ― se pone de pie rápidamente ― Pero… no puede ser, algo debe estar mal, Shamshiel es a quien yo veo en mis recuerdos y…

― ¿Shamshiel? Es un traidor ― escupe con desdén ― Él era uno de los comandantes de ejército de mi amo, uno de los pocos que se convirtió en su amigo personal, siempre asistía a cuidar de ti cuando Lucifer no podía, era quien se encargaba de mantenerte a salvo cuando los ángeles venían a buscarnos. Con el tiempo, se convirtió en tu amigo también y comenzó a sentir cosas por ti y no le importó traicionar a su jefe con tal de tenerte.

― Pero yo no le correspondí ― susurra entendiendo algunas de las visiones que ha tenido, recibiendo nueva información, como si la laguna mental estuviera desapareciendo y las piezas del rompecabezas comenzaran a acomodarse con facilidad. ― Shamshiel me confesó sus sentimientos pero negué a aceptarlos, no podía, Lucifer era mi mundo… ― sonríe de lado recordando tomar la mano del pelinegro. ― ¿Por qué intentó matarme en la capilla entonces?

― ¡No era esa la intención! ― agrega apresurada ― Debía convencerte de que fueras con él pero te rehusabas completamente a creer en algo más que no fueras tú, entonces, no quedaba otra opción que llevarte a la fuerza al Infierno pero Sham y Tamiel llegaron pronto y no quedaba tiempo para nada, a desesperación lo invadió y prefirió darte una muerte rápida para que ya no tuvieras que sufrir nunca más.

― ¿Qué? ― abre los ojos sorprendida.




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