RECUERDO 2
“Caminaba tomada del brazo de mi padre, el pasillo frente a nosotros era inmensamente largo, decorado con pinturas y retratos de personas que no conocía, con flores blancas adornando los pilares del mismo; escuchaba la música desde detrás de la enorme puerta y solo pude suspirar, estaba nerviosa, algo triste a decir verdad y es que sería la noche en que conocería a quien sería mi esposo en un par de meses y no podía hacer más que querer desaparecer de la faz de la tierra.
Mientras éramos anunciados a los demás invitados observaba mi figura reflejada en los vidrios de los sofisticados ventanales, mi vestido era rojo pasión –adquisición que mi madre había encargado especialmente para mí- y enmarcaba tanto mi silueta que sentía que no podía respirar, como estaba maldiciendo a mi progenitora por haberme puesto aquel atuendo tan sacrificador. Llevaba mi cabello suelto, dejando ver las largas y llamativas ondas rubias del mismo sin mencionar que había tenido que elegir algo de joyería puesto que deseaban que trajera una cadena enorme atada al cuello y me negué rotundamente excusándome de que me parecía algo exagerada.
Mi mente estaba lejos de la escena en la que mi cuerpo se veía inmerso, no había dejado de pensar en aquel hombre de cabellos negros con el que platiqué en un café hace ya algunas semanas, tras haberme despedido de él apresurada y temerosa de que mi padre pudiera hacerme pasar un bochornoso papelón ni siquiera me atreví a pedirle vernos de nuevo; en cuanto llegué hasta donde mi padre se encontraba recibí esa mirada suya que indicaba que estaba en desacuerdo y a partir de ese día no pude salir a ningún lado sin uno de sus guardias, sin alguna ama de llaves que pudiera contarle a él de mis planes y encuentros. Estaba frustrada, deseaba irme lejos pero no sabía por dónde empezar, ni a quién acudir por ayuda…
― No estés nerviosa, es un buen hombre ― dijo mi padre saludando con un asentimiento de cabeza a los demás caballeros que nos veían.
― No es eso lo que me preocupa ― solté seria.
― ¿Qué es entonces? ¿Crees que no serás buena esposa? ― me observo de reojo.
― Hay mucho más en la vida que ser una buena esposa, pero no vas a entenderlo porque estás ocupado arreglando mi venta ― casi escupí con molestia para verlo abrir los ojos por la sorpresa que mis palabras le habían causado.
Aproveche que varios de sus conocidos se acercaron a saludar para alejarme del tumulto, mi corazón golpeteaba fuerte, los nervios, la emoción de haberle dicho lo que sentía estaban haciendo de mi sistema un caos pero me gustaba, estaba feliz y satisfecha y decidí que no sería la última vez, no podían controlar mi vida de esa manera, no me importaba si era mi deber, costumbre, cultura o lo que fuere.
Atravesando el salón de baile terminé siendo arrastrada hacia el centro del mismo para quedar entre los brazos de un hombre, lo observe con la intención de declinar a su invitación de baile pero no pude hacer más que sonreír cuando me encontré cara a cara con Lucifer enfundado en un traje negro que parecía hacerlo brillar entre toda esas personas aristócratas y refinadas.
― Buenas noches Luciana, no pensé que nos volveríamos a ver pero henos aquí, disfrutando de lo bien que te sienta ese atuendo ― dijo pasando su vista por mi escote con suma lentitud, sonreí coqueta, este hombre sacaba de mí mucho más que la mayoría de las personas que solían rodearme.
― Bueno, estaba segura de que algo bueno iba a pasar hoy ― le devuelvo la mirada, mintiendo obviamente porque de haber sido por mí ni siquiera estaría en ese lugar.
― ¿Coqueteando con el Diablo? Mira que eres atrevida ― ríe haciéndome girar a su alrededor siguiendo a los demás danzantes.
― ¿Quién te ha dado semejante título? Es algo ególatra si te lo has dado tú mismo ― comento divertida.
― Bueno, mi padre me dio un nombre que no me agrada ahora y que ya no me sienta y decidí que uno nuevo sería mejor, ¿Qué crees? Lucifer es el opuesto a mi nombre original ― responde con total naturalidad.
― Ya veo ― asiento pensando lo que ha dicho, si mal no me han enseñado el nombre contrario es Samael y es el nombre que Dios le dio a su hijo alado predilecto pero no es común entre las personas usarlo dado que es… Tabú… desde tiempos remotos.
― A pesar de que me pareces exquisita con ese vestido, ¿No sería mejor que te lo quitaras? ― preguntó de pronto.
― ¿No estás siendo un poco atrevido? ― respondí.
― Lo decía porque pareces no respirar del todo bien, creo que no es de las prendas más cómodas ― me sonríe inocente y yo desvío la mirada avergonzada por mi forma de actuar.
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amor y seres sobrenaturales y mucho mas, amor angeles demonios
Editado: 03.01.2020