Camina decidido por la calle, pareciera que todas las personas han desaparecido sabiendo lo que se avecina. Observa a ambos lados, el lugar luce desierto, no hay rastro de Amenadiel o de algún cómplice pero eso es lo que lo pone más alerta; algo pasa, definitivamente. Las luces de los alrededores se encuentran prendidas, levemente puede verse más allá de lo cercano, las nubes negras han oscurecido el cielo, el aire frío se arremolina y todo parece sacado de una película de terror; suspira, ¿Dónde están todas las personas? Parece que Amenadiel ha pensado muy bien las cosas, está jugando su mejor carta y no teme darlo todo con tal de salir victorioso. Se adentra aún más en la ciudad, sabe que Leviatán y Luciana se encuentran camino a ver a Azrail y es que encontrarlo suele ser fácil para su soldado debido a las cualidades que posee.
Lucifer observa lentamente una vez más a su alrededor, sin que él se diera cuenta los ángeles han estado rodeándolo y acorralándolo, el estar sumido en sus pensamientos y en tratar de encontrar algo que lo llevara al arcángel lo ha vuelto el blanco perfecto; al parecer han adquirido nuevos trucos pues uno a uno comienzan a aparecer como si se quitaran un manto de invisibilidad del cuerpo, son demasiados; no sólo guardianes sino que también Arcángeles y algunos Querubines, debe pensar una manera de que no noten a Luciana y los suyos, poder llegar hasta Azrail es lo primordial ahora y solo ella puede hacerlo, solo a ella escuchará –es su obligación- y debe ser dado el mensaje con claridad.
De pronto una horda de demonios se hace presente igualando el número de ángeles, el rey del Infierno sorprendido los observa tomar posición de pelea y esperar sus órdenes, parece que han tomado muy bien el ejemplo de seguir órdenes puesto que era lo último que les dijo hacer.
― No es nada ― Mammon ríe encantado.
― ¿Cómo...? ― pregunta atónito, ¿Es que no pueden siquiera seguir sus órdenes?
― ¡Oh, vamos! ¿Creíste que ibas a patear traseros angelicales sin tus mejores amigos? ― Belcebú habla haciendo acto de presencia.
El pelinegro sonríe, sin duda alguna ellos son sus más preciados aliados, lo más parecido a un amigo que pueda tener ahora después de la traición de Shamshiel, pero no puede confiar a ciegas como en aquellos tiempos hizo; ahora duda de todo y de todos a cualquier momento.
Los ángeles se lanzan al ataque –sin saber qué es lo que están defendiendo puesto que Amenadiel solo les ha dado escasos detalles y mentiras para manipularlos-, muchos de los demonios bestiales logran herirlos con sus enormes fauces, garras por aquí y allá sumado con espadas y armaduras hacen estragos por todos lados, el estruendoso ataque de un bando al otro comienza a provocar caos y destrozos en los edificios aledaños.
De pronto, el arcángel se presenta ante todos, sonríe de lado a su ex hermano, sabe que falta poco para poder hincarle las garras al Guardián de la Muerte y hacerse de su poder y de todo lo que estos le brindan; el rey de las mazmorras lo observa molesto y no pierde el tiempo extendiendo sus alas con fiereza; ambos se elevan en el aire, la lucha de espadas comienza inmediatamente y todos se mantienen al margen de la situación, una cuestión de honor entre ellos.
El Arcángel golpea al muchacho pero éste extiende sus garras haciendo un largo corte en el rostro angelical, todos observan con atención sin querer intervenir o más bien, sin poder hacerlo puesto que las grandes confrontaciones deben hacerse solo por sus líderes; hace siglos quién luchó con Lucifer fué Miguel Arcángel y ganó la mortal y épica batalla, para ese entonces Amenadiel era solo un guardián a pesar de tener mucha más experiencia y edad –lo cual no bastó para poder detener a su hermano que ya había adquirido rango y poder- que Samael no había podido igualarlo en nada y quedó maravillado con la fortaleza de Miguel pero lo que lo asombró y cautivó más fué la valentía del caído para defender sus convicciones y la fuerza que el mismo infierno le entregó al dejar el reino de Dios aun cuando todo ello lo convirtiera en un traidor.
Una imponente batalla ha dado inicio, una de las muchas en las que el bien y el mal son protagonistas pero ésta vez los roles han sido invertidos, ¿Quién es el malo? ¿Se es el malo sólo por defender lo que se ama? ¿Por evitar que dañen a tus seres queridos? ¿Por devolver un favor? Entonces, si ese es el caso, Lucifer será el más malo de todos los tiempos.
― Parece que no has ejercitado nada ― Amenadiel sonríe ― ¿Será que la humana te ha desgastado? He comprobado que es realmente irritante, molesta pero tiene un no sé qué que te hace querer… hacerle cosas. ― Suelta divertido sabiendo que sus palabras lo molestan.
― Sueña, porque jamás vas a poder doblegarla ― responde.
― Ni tú tampoco, ¿Qué te hace mejor entonces? ― ladea la cabeza ― Dejará de amarte en cualquier momento y no vas a poder impedirlo.
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amor y seres sobrenaturales y mucho mas, amor angeles demonios
Editado: 03.01.2020