El Beso del Demonio

Cap. 30

― Quédate quieto, tal vez el sangrado cese ― susurra quitándose su chaqueta y colocándola sobre la herida.

― No te preocupes, comenzaré a regenerarme pronto pero no puedes quedarte aquí, vete ― ordena intentando ponerse de pie.

― ¿Qué me vaya? No te puedo dejar así ― responde.

― Sí, si puedes ― la ve serio ― Le dije a Lucifer que te mantendría con vida pasara lo que pasara.

― ¿Aún a costa de la tuya propia? ― se pone de pie ― No, Leviatán no quiero que nadie más muera por mí.

Luciana se encamina al centro del galpón, Azrail sigue escondido entre las sombras viéndolos con cautela, debe admitir que la cercanía entre el demonio y la humana le ha causado curiosidad; si ella es realmente quien dijo Leviatán que es, debe al menos esperar a ver sus acciones. En el Reino de los Cielos el nombre “Luciana” es conocido por todos, saben quién es, que hace, a quien elige…

― Por favor, déjame verte, necesito hablarte ― grita ― Soy humana, no tienes de qué temer.

― ¿Qué te hace pensar que temo? ― aparece repentinamente frente a ella luciendo inmaculado, atento, interesado.

― Oh, Dios, eres… magnifico ― susurra sin poder creer lo que sus ojos ven.

― ¿Qué quieres? ¿Qué haces en compañía de un demonio y porque me has seguido? Tengo cosas importantes que atender ahora, mucho más que una humana ― cruza sus brazos sobre el pecho.

― Me envía Lucifer ― responde.

― ¿Samael? ― abre los ojos sorprendido ― ¿Dónde está él? ¿Por qué no ha venido en persona? ¿Qué planea realmente tratando de tomar este plano? ― se acerca tanto a ella que invade su espacio personal tomándola por la muñeca y jalándola hacia él.

― ¿Qué? ¡Él no quiere eso! ― niega ― Intenta protegerte…

Antes de que pueda seguir hablando es atrapada por extrañas sombras que la inmovilizan, sus extremidades son tomadas con fuerza y su boca cubierta por las mismas; aterrada intenta liberarse pero es en vano, desviando la mirada puede notar que Leviatán está en las mismas condiciones y aun peor, herido.

― Te ruego no prestes atención a los desvaríos de una humana que no puede soportar que Lucifer no la ame, tan solo la ha utilizado lo suficiente para poder permanecer entre los humanos, poder estudiar la dimensión terrenal y así encontrar los puntos clave para liberar su energía y apoderarse de todo ― Shamshiel se acerca a ellos.

― Eso no puede llevarse a cabo, todas las dimensiones correrían peligro si una es alterada ― Az niega preocupado ― Mi misión es proteger ese equilibrio, no me queda mas remedio que enfrentarme a él ― suelta con pena.

― Me temo que tu viejo amigo ha sido corrompido finalmente por toda esa maldad que fluye en las mazmorras, ¿Qué esperabas? ¿Qué regresara en algún momento? ― eleva una ceja ― Pobre muchacha, no sabe lo que dice.

El caído toma a la rubia arrastrándola con él, alejándola del compungido Guardián que se encuentra en una encrucijada entre sus sentimientos y su misión, retorciéndose y luchando con Sham logra liberar su rostro de las extrañas sombras para gritar a todo pulmón.

― Lucifer es tu más grande amigo, ¡Intenta protegerte de Amenadiel, él quiere asesinarte! ― grita desesperada ― ¡No creas en sus palabras, solo te usa para apoderarse de tu poder! ¡Por eso te necesita a ti y a Lucifer en este plano, juntos!

― Calla Luciana, no te metas en más problemas ― farfulla Shamshiel cubriendo su boca.

― ¡Espera! ― Azrail voltea a verla como si algo le hubiese sido revelado.

― Demasiado tarde ― susurra Leviatán al escuchar un estruendo fuera del galpón y posteriormente una sacudida terrible que los envía al suelo.

Lucifer está luchando con todas sus fuerzas fuera, Amenadiel ha conseguido que varios de sus hermanos alados lo sigan a base de mentiras y engaños, tanto poder divino junto obliga al pelinegro a tomar las riendas del asunto e invocar todo la oscuridad acumulada en las mazmorras. Poniéndose de pie, totalmente lleno de ira y odio hacia esos seres asquerosos a los que alguna vez pudo llamar "hermanos". Ellos le han arrebatado sin piedad alguna a quién más amaba cuando decidieron perseguirlo sin razón, a la única persona que él ha amado desde su existencia, el dolor profundo y desgarrador que sientió no lo deja pensar con claridad, el solo hecho de siquiera imaginar volver a pasar una eternidad solo, recibe un ataque propinado por el arcángel; cae al suelo pero rápidamente se incorpora para defenderse de dos ángeles guardianes y dejarlos fuera de batalla. Sus negruzcas alas se expanden más de lo normal, su cuerpo adopta la tan temida apariencia del Diablo, no es mitad cabra como algunos dicen haber visto, ni de piel completamente roja con cuernos y cola como aseguran otros, no lleva alas de murciélago ni nada parecido pero es aún más intimidante que todos esos mitos juntos. Sus ojos rojos como la sangre se clavan en todos y cada uno de los ángeles que se encuentran presentes dándoles una mirada fiera, sus manos se transforman en espeluznantes garras y su cuerpo se llena de símbolos y marcas en un lenguaje extraño probablemente demoníaco y que ya no dejan ver aquella anatomía que se le dio hace tantos siglos con su nacimiento.




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