El beso del Dragón

Primer contacto (2)


-¿Amigos?

-Lo siento... -dije mirándolo fijamente -. Se que no somos amigos, pero si le decía como llegue aquí se iba a preocupar.

-Coma. Cuando termine la Srta. Pérez la llevará  con uno de los choferes.

-¿No me llevara usted? -pregunté justo cuando se paro.

-No creo que sea muy prudente que yo lo haga. Su abuela no se notaba muy contenta con el hecho de que sea amiga de un Volaide.

No dije nada y el se marchó.

En realidad no comí nada. No tenía ganas de comer nada. Todo me resultaba tan extraño. Él me resultaba tan extraño.

Volaide, ese apellido se me hace muy familiar y al parecer a Má también. Sus gestos y miradas son poco usuales. También su casa, llena de polvo y tan oscura.

-¿Terminó? -pregunto la misma chica que antes había traído la comida.

-Si -dije tratando de sonreír. Pero ella no cambió su expresión en lo más mínimo.

-Vengo en un momento.

-Gracias por la comida.

La chica no comentó nada y desapareció tras la puerta por la cual había salido.

Me detuve a mirar a mí alrededor. Había solo una lámpara encendida. La que estaba más cerca de mi. 
El salón estaba adornado con cuadros opacos.

Todo el lugar daba escalofríos. Los muebles antiguos y polvorientos, la escasa luz y esos cuadros. 
Me pare del comedor para ver los cuadros más de cerca.
La luz no ayudaba a ver muy bien los cuadros por lo que saque mi celular para tener una mejor iluminación.

Los cuadros eran de una familia, iban ordenados en una cronología ascendente, se podía ver cómo iban creciendo. Padre, madre e hijos, cinco hijos en total. Una sola niña y los otros varones. 
Iban vestidos como en el renacimiento italiano. 
Los dos últimos cuadros era idénticos, solo la ropa cambiaba. Podía jurar que el hijo más pequeño era idénticos a Austin. En los últimos cuadros se veía muy parecido a él. 
Los dos últimos cuadros las personas parecían tener la misma edad, pero los cuadros eran totalmente distintos.
Me acerqué aun mas. Quería ver las fechas de los cuadros. 1505, 1510, 1515 1520, 1525  1530 y 1602. 
Me sorprendió mucho las fechas de los dos últimos cuadros.

-¿Que?... -susurre mirando los últimos cuadros, eran las mismas personas con aparentemente las mismas edades.

-Son los antepasados del amo.

El celular se me callo de la mano al escuchar la voz de la chica. Se hizo pedazos.

-Siento haberla asustado -dijo con su expresión sin vida -. ¿Se encuentra bien?

Estaba recogiendo los pedazos de mi móvil. Me parecía tan ilógico que se haya quebrado por esa caída. La pantalla se había despegado del celular. El protector no dejo que los pedazos de vidrios se regaran por el sucio suelo.

-Si estoy bien. Solamente me parecían interesantes los cuadros  -trate de fingir una sonrisa pero no pude. Realmente estaba muy incómoda por todo esto. Él, su casa, sus cuadros, su sirvienta sin expresión.

-Me alegra escuchar eso -me miro ladeando un poco la cabeza y frunciendo el ceño. Le devolví la fea mirada y está sonrió un poco de mala gana, como si se burlara de mi.
-Vamos, un chófer la llevará a su casa.

Me llevo de vuelta a los pasillos, pero está vez hacia la izquierda. Todo igual, oscuro, lleno de polvo y antiguos muebles.

Llegamos a un enorme salón, con dos enormes escaleras que dan al segundo piso. El salón igualmente estaba repleto de muebles polvorientos y cuadros espeluznantes de la familia. La casa mas bien parecía un pequeño castillo. De techos altos y confusos pasillos. 

La señorita Perez abrió de par en par la puerta principal de la casa. La luz del sol entro de golpe dejándome ciega por un momento. 

-Adelante -dijo mientras se escondía un poco de la luz -, el chófer la espera. 

Aunque estaba ocultándose del sol, la chica parecía muy incomoda por la luz. Como si en cualquier momento me echaría a patadas solo para poder cerrar la puerta.

Salí a paso lento. Bajando unos peldaños se encontraba un señor de edad avanzada vestido de traje. Junto a él estaba un muy lujoso coche. 

-Buenos días, señorita -saludó cuando llegue hasta el. Sonreí a modo de respuesta. Se escucho como las pesadas y enormes puertas se cerraban. 

Me gire levemente. Tenía razón, era un castillo. Impulsivamente mire mi alrededor, estaba rodeado por una enorme muralla de concreto y frondosa maleza. 

El conductor me abrió la puerta trasera. Al llegar a la entrada de la muralla ya estaba abierta. Solo cuando ya llevábamos varios minutos de camino fue que me di cuenta de que estábamos en el bosque.

-¿Hace mucho tiempo que trabaja para los Volaide? -pregunté tratando de hacer conversación.

Él me miro por el retrovisor por un momento.

-Se podría decir que toda mi vida -abrí mucho los ojos.   
-Mi familia a trabajado desde los tiempos de la colonia para los Volaide. 

-Eso hace mucho tiempo ya. No se lo hubiera creído a no ser por los cuadros y el gran parecido del señor Austin con sus antepasados... ¿Pasa algo?

El señor se movió incómodo mientras tosía levemente.

-Es la edad -comento cuando al fin se recupero. -Algunos no tenemos tanta suerte con respecto a ella... 

Iba a preguntarle a que se refería pero un grupo de personas a la entrada del pueblo me distrajo. Justo donde empezaba el bosque. Podría decir que medio pueblo se encontraba aquí, hasta la policía. Seguro algún animal muerto.

-¿Qué habrá pasado?  -pregunte mas para mi que para el señor. 

Algunas de las personas se habían quedado mirando el vehículo, entre ella pude distinguir a mi abuela.

-Detenga el auto.

-El amo me ordeno que la llevara directamente a su casa...

-Pues le dice que lo hizo -me miro pensativo hasta que al fin dejo que saliera del auto a unos metros del grupo de persona.




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