-Los Volaide -susurro mirándome.
-Sonia, no seas ridícula -comento un hombre acercándose a la mujer y arrastrándola fuera de la escena.
-SON ELLO, ES SU MALDICIÓN -gritaba mientras era casi arrastrada por el hombre.
Habíamos llegado a casa, Má no había comentado nada sobre mi desaparición, pero cree fervientemente que el homicidio fue cometido por algún Volaide.
-Niki -susurro abriendo la puerta de mi alcoba. Yo me encontraba mirando por la ventana.
-¿Qué es lo que pasa con esa familia? -pregunte sin dejar de mirar por la ventana.
-¿Dónde estuviste todo el día? -pregunto ignorando totalmente mi pregunta y sentándose junto a mi.
-Con uno de ellos -dije tratando de recordar su rostro, pero simplemente no llegaba nada claro a mi mente.
Suspiró y se sentó a mi lado.
-¿Cómo habías dicho que se llamaba? -la mire un momento. Mi cuerpo se tenso. No podía recordarlo, no podía recordar nada de él o su casa.
-¿En realidad crees que hayan sido ellos? -trate de que no se me quebrara la voz. Estaba muy nerviosa.
-Quizás no, pero cada vez que vuelven siempre ocurren cosas raras en el pueblo. Están malditos.
Había comenzado a temblar. Tenía miedo. Miedo de que todo fuera verdad. Miedo de no recordar nada. Trate de guardar la compostura mientras observaba las colinas bañadas por la luz de la luna.
-¿Malditos? -pregunte sin mirarla.
-Según lo que cuentan, fueron malditos por una tribu de indígenas que vivían cerca a donde ellos tienen su castillo. Se dice que los indígenas mataron al padre de ellos y desde ese entonces todas las esposas de los Volaide quedan viudas con la llegada de su quinto hijo. Pero también se dicen que guardan una bestia ahí y cada vez que vienen la liberan para que se alimente de nosotros.
-Lo que inventa la gente...
En realidad me parece una historia absurda. Pero aún así todos los rumores me sacan de lugar.
-En realidad no se sabe mucho sobre esa familia. De lo único que se esta seguro es que cosas raras pasan cuando están cerca.
-Es la primera vez que escucho sobre esa familia y su maldición-comente. Todo mi ser se esforzaba en recordarlo, pero simplemente no podía.
-Porque es la primera vez en mucho tiempo que regresan. Son una familia tan extraña que nadie puede decirte ni como se ven o cuales son sus nombres...
El teléfono de la casa empezó a sonar haciendo que ambas nos sobresaltáramos. Nos miramos por un momento hasta que Má sonrió.
-Seguro es tu tío -se levanto del hueco de la ventana y como si estuviera las manos sucias se las limpio del pantalón. Siempre hace eso cuando se levanta de algún sitio.
-Creo que me iré a dormir. Ha sido un día muy agitado.
También me puse en pie. Me estire un poco antes de abrazarla.
El teléfono dejó de sonar.
-Dulces sueños, querida -susurro besando mi frente.
La acompañe hasta la puerta y luego la cerré con seguro. No bajé las cortinas de la ventana, me agradaba la luz de la luna y al amanecer me ayudaría a despertar.
Trate de dejar de pensar en él. En realidad ya no pensaba en mucho, simplemente sabía que había un él.
Me dormí luego de un rato, soñe cosas raras. Con dragones enormes y princesas.
-¿Por que no me dejas ser libre? -pregunte al enorme dragón desde mi torre.
Me miró con sus enormes ojos en llamas. Y acercó su hocico hasta mi ventana.
-Yo no te tengo cautiva. Simplemente te protejo de los malos -Sus ojos eran hermosamente diabólicos.
-¿De los malos? -pregunte mientras miraba sus ojos embobada.
-Si, mi dulce princesa -Giro su cabeza mirando hacia el frente. Dónde se podían ver siento de sombras negras.
-Los enviados del diablo.
Las sombras comenzaron a correr hacia nosotros. Sentí una gran opresión en mi pecho. El dragón me miró una vez más antes de correr a hacerle frente a las sombras.
No podía permitir que se enfrentará a ellas el solo. Lo destruirían. Pero ¿cuál es el nombre de mi dragón?
-¡Austin!...
Desperté sudada y con el corazón muy acelerado.
Al paso que voy, me dará un ataque al corazón antes de los veinticinco.
-Austin -susurre saboreando el recuerdo de sus ojos.
-Dominic.
Mi corazón volvió a acelerarse cuando volví a escuchar su voz.
-Respira, Niki, respira -susurre tratando de tranquilizar mi corazón.
Examine toda la habitación. Aunque aún estaba oscuro, la luz que entraba por la ventana era suficiente para poder ver si había alguien aquí.
De mi cuerpo salió todo el aire que había estado conteniendo al darme cuenta de que no había nadie.
-Dominic...
De nuevo su voz. Me pare de la cama y me dirigí a la ventana, no antes sin revisar debajo de la cama y el closet.
Estaba ahí, mirando hacia mi ventana.
Me sentía sumamente desconcertada y sin detenerme a pensar salí lo más rápido que pude de la casa.
-Dominic -susurro al verme llegar hasta donde él. Me miró de arriba a abajo.
Tratando de que nada de esto me dé miedo no me pare a pensar que solo tenía una fina bata y pantis.
-Austin -susurre entre pequeños jadeos por el recorrido. Él me sonrió levemente. Y en ese momento pude asegurar que era la primera vez que sonreía en mucho tiempo.
-Me gusta como suena mi nombre en ti... -susurro dando un paso hacia mí. Cortando el espacio que había dejado a propósito.
-¿Que buscas aquí? -pregunte mirándolo. Llevaba el cabello en una pequeña cola hacia atrás y vestía jean y camiseta azul. Como cualquier joven normal, pero yo estaba segura de que no lo era.
-No fuimos nosotros -comento dando otro paso.
Lo miré tratando de recordar algo más de él. Pero simplemente no podía.
-No fuimos nosotros que matamos a aquel chico.
-Si fueron o no, eso no tiene porque importarme. La policía dará con los culpables.
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Editado: 26.01.2020