El beso del Dragón

Dulces sueños

Pi-pi-pi pi-pi-pi...

Seis de la mañana. Había despertado en mi cama.

-Había sido un sueño -suspire aliviada.

Rápidamente revise que la puerta y la ventana aún tuvieran seguro, y para mí calma, así era.

Hoy iba a comenzar a trabajar en el cafe del pueblo, con mi tío.
Tenía que conseguir dinero mientras pensaba en que hacer con mi vida.
Rápidamente me aliste y me puse unos shorts y la camiseta del local. Tenía grabada en letras doradas «Bar y café el Rincon Dorado»

Mirándome al espejo supe que hoy sería un muy largo día.

Bajé a desayunar. Má estaba en la cocina tomando café y leyendo el periódico local.
En la portada se encontraba la imagen del letrero del pueblo con un encabezado que decía:

«Cuerpo de adolescente encontrado descuartizado a las afueras del pueblo»

-¿Aún no han encontrado al culpable? -pregunte sirviéndome una taza de café y tostadas.

-Dicen que tienen algunas pistas...

-Eso es bueno -comente dándole un bocado a mi tostada.

-Ramona me dijo que la esposa del primo del comandante le contó que no han conseguido nada aún -dijo muy rápido.

-¿Qué?

-Que aún no hay nada.

-Bueno, aún es muy pronto, supongo.

-Tu positividad es asombrosa, todo está bien en tu mente.

-Eso es bueno, ¿no?

Se encogió de hombros. 
-No van a encontrar nada de todos modos -afirmo volviendo la vista a su periódico.

 


Me gire sobre mis talones y me acerque a él con una mirada de desagrado y sin la mínima intención de cambiarla.

-Diga -dije tosca mientras sacaba la libreta de los pedidos de los shorts.

-Otro sandwich de atún y una cerveza.

-Otro sandwich de atún y una cerveza -repetí mientras lo anotaba.

-Y si ya está disponible, tú número -dijo giñandome un ojo. Rodé los ojos para luego irme hasta la barra.

-Sandwich de atún y una cerveza -dije pasándole la copia del pedido a Isabel, la cajera.

-¿De casualidad el sándwich no lleva un aderezo de tu número celular? -pregunto burlona.

-Lleva tres horas comiendo sandwiches de atún, tomando cerveza y acosandome -le informe.

-Que tal si cambiamos de puesto por un rato -propuso Philips, quién buscaba algo por debajo del mostrador. Era el otro camarero. 
-Yo tengo que ir a limpiar el almacén...

-Si, definitivamente si -dije antes de que el terminara de hablar.

 

Cuatro y cuarto de la tarde. 
Lo único que pensaba era en irme a mi casa a darme una ducha.

Llevaba más de dos horas limpiando el almacén. Me había dado la impresión de que tenían semanas sin limpiarlo. Había encontrado ratas muertas y un gato fofo. 
No creo que haya un departamento de salubridad en este pueblo.

Escuche ruidos venir desde el callejón dónde se encontraba el contenedor de la basura. Me saque los guantes y los guardé en el bolsillo del delantal.

Abrí la puerta tratando de no hacer ruido.

Pude distinguir una figura encorvada sobre lo que parecía ser una funda de basura.

-¿Hola? -susurre acercándome. La figura giro su cabeza totalmente y grito. Era pálido calvo y con enormes colmillos, sus ojos eran totalmente negros.

Sino hubiera estado tan asustada, también hubiera gritado pero la reacción de la cosa esa, no me había dado ni el mas mínimo chance a hacerlo.

Comenzó a acercarse a mi rápidamente, dejando atrás el cuerpo que se había estado devorando, al cual yo había confundido con una funda de basura. Iba rápido, en cuatro patas y de espaldas.

Trate de acercarme a la puerta del almacén pero él se apareció frente a mi. Llevaba un arma la cual subió a nivel de mi cabeza.

-Malditos hijos de puta -gruño para luego disparar.

Cerré los ojos al escuchar el disparo.

-Vamos -me tomo de las muñecas. Abrí los ojos y ví por dónde hace menos de 30 segundos se acercaba un horrible monstruo, pero ya no estaba. Solo quedaba el cadáver de la persona que se estaba devorando.

Estaba tan sorprendida y asustada que no me di cuenta de que me estaba jalando débilmente la muñeca.

-¡Oh por el mismísimo hijo de las tinieblas! -exclamo para cargarme en sus hombros.

-No, no, no... Bájame -dije nerviosa. Todo mi cuerpo había comenzado a temblar. Tenía que ser un sueño. 
-Es un sueño. Si. Es otro sueño...

-Callate, ya vienen y te pueden escuchar.

Comenzó a avanzar muy rápido, acercándose a la pared donde terminaba el callejón. Al pasarle por el lado al cadáver note que tenía muy buena imaginación para haber imaginado aquella escena tan real.

-No pienso abrir ningún pasadizo ni nada por el estilo para que cruces -dije refiriéndome a las puertas de mallas de las esquinas.

Se comenzaron a escuchar las voces y pisadas de las personas.

-Eso no es necesario -dijo justo antes de saltar la gran pared. Sentí como mi cabeza choco contra su espalda y el dolor que sentí no creo que sea posible que lo sintiera sin despertar.

¿En qué momento me había dormido?

-Bajame -grite golpeando su espalda. Había saltado más de tres metros y mi cabeza y yo lo habíamos sentido muy real. 
También se sentía muy real el vértigo al mirar para abajo.

-Si quieres seguir sana, salva y fuera de las rejas mejor cálmate -comento acomodandome más en su hombro. 
Salto al techo del restaurante para luego seguir saltando entre los tejados cercanos, hasta llegar al cine del pueblo. En todo el transcurso no dije nada. 
Simplemente no podía creer que no estaba soñando.

-Espero que estés bien -susurro mientras me pasaba de sus hombros al piso.

-Dime que estoy soñando, por favor -le rogué mirándolo fijamente.

-No te preocupes, mañana no te acordarás ni de que existo -dijo con una sonrisa dulce.

-No estoy soñando -asegure con ojos muy abiertos y piernas temblorosas -. ¿Quien eres? Pregunte mirándolo a los ojos. Parecía que me iban a volver cenizas en cualquier momento.




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