El beso del Dragón

Dulces sueños (2)

-Lo siento, Dominic.

Se acercó a mí y sentí que la tierra tembló con sus pisadas.

-¿Qué...? -Susurre cuando sus ojos se tornaron totalmente rojos. De su boca se asomaron unos enormes colmillos. Sentía que el corazón se me salía del pecho.
Apreté mucho los ojos.

"Esto no es real, esto no es real, esto no es real..."

Sentí un aire frío chocar contra mi cara e inundar todo mi ser. Olía a duraznos y limón. Pronto comencé a marearme.

-Allá en las colinas del pueblo, existe un castillo. Un castillo que es el hogar de una feroz bestia come humanos y destroza imperios. 
Esa bestia había sido engendrada por la bruja Sarhes.
Se dice que fue concedida por el mismo rey del infierno y la bruja. Después de siglos encerrada, sirviendo a la familia de las colinas se cansó, o se asustó. Eso es algo que uno no sabe.
«Una noche bestia escapó. Se cuenta que extendido su majestuosas y escamosas alas y emprendió un vuelo eterno.
Ha estado en muchos sitios huyendo de sus dueños y otros que se han enterado de su existencia. Dicen que poseía un valioso tesoro dentro de si y que ellos lo deseaban.»

-¿No pretenderas que creamos esa historia? -comento Donald incrédulo.

-¿Que era esa bestia?

Se acercó más a mí. Yo con ojos muy abiertos esperaba su respuesta.

-Un dragón -comento mirándome fijamente.

-¡Guau!

-Si, fantástico, ¿no? -pregunto mi abuelo con una media sonrisa.

-Es patético.

-¿Cuál era su tesoro? -pregunte.

-Hay quiénes dicen que su corazón era de oro, otros dicen que era dueño de una piedra filosofal, hasta hay quienes dicen que su tesoro era un bebe.

-¿Un bebe?

Abrí los ojos con dificultad. La cabeza me dolía horrible.
Estaba de vuelta en aquella habitación. Ya no estaba llena de polvo. 
Me incorporé lentamente. Él estaba ahí, sentado frente a la cama con su mirada clavada en mi.

-Hola, Dominic.

Mire a mí alrededor para confirmar que estaba despierta y no seguía soñando.

-¿Que hago aquí? ¿Que eres? ¿Quien eres? -no recordando lo que había pasado.

-¿Cuántos años tienes? -preguntó mirándome fijamente. Dude.

-¿Qué? -pregunte incrédula. Sin dejar de mirarlo en ningún momento.
Me parecía una preguntas estúpida tomando en cuenta todo lo que ha pasado. 
-¿Eso que tiene que ver?

-¿Cuantos años crees que tengo?

Lo miré sin comprender mucho. Seguramente tenía algunos treinta o menos. No parece que haya tenido barba nunca en su vida y su piel se ve tersa. 
¿Por qué rayos pensaba en cuántos años debía tener?
Antes de que pudiera contestar alguien entró de golpe en la habitación.

-¿Qué pretendes hacer con ella? -pregunto una chica algo enojada. Era castaña, tenía la nariz muy bien perfilada y unos labios carnosos, tenía ojos grandes y oscuros. A pesar de su apariencia frágil daba la impresión de ser un tanto peligrosa.
-¿Tenerla de mascota?

-Nada de eso. Aunque la idea de tenerla de mascota no esta nada mal -contesto sin apartar su mirada de mi. Si la chica hubiera podido matarlo en ese momento lo hubiera hecho.

-Tienes que llevarla ante la madre.

-¿Por qué? No le veo escamas ni ojos de lagarto -inquirió.

-¿Qué? -pregunte mirándolos.

La chica clavo su agresiva mirada en mi. Bufó y salió de la habitación.

-Suele ser más educada. Lo siento.

-¿Que son ustedes? -pregunte mirándolo. 
-¿Que fue todo eso que pasó? ¿Que era eso?

-No te preocupes por esas cosas, pronto no recordarás nada. 
Suspiró cansado.
-Te traeré algo de comer.

-No, no quiero olvidar nada - dije hincándome en la cama. 
-Quiero explicaciones. Aquí está pasando algo muy raro y no entiendo nada.

-Si te lo explico no podrás volver a tu vida normal, es por tu bien.

-Eso es absurdo -bufé enojada.

Frunció el seño.

-Buscare que comer -avisó antes de salir.

Me sentía desconcertada y enojada. 
Tengo que salir de aquí. Gracias a Dios no me habían quitado la ropa como suelen hacerlo en las películas.

Me levanté de la cama despacio y busque mis zapatos en el clóset.

Él no le había puesto seguro a la puerta. Hice el anterior recorrido, el había hecho la vez que estuve aquí.
Llegué al comedor. 
De frente había una pintura de una señora, la que aparecía en los otros cuadros. La vez anterior no me había percatado de ella, era espeluznante.

-Es verdad Ronnie, te digo que el señor Antonio tiene una chica humana aquí...

-¿Una humana y sigue viva?

Voces cerca. Tenía que huir de ahí.

-¿Hueles eso?

Salí por la puerta más cercana. Estaba en otro pasillo. Avance hasta el final del oscuro pasillo, daba a una escalera en forma de caracol. Las voces de las chicas avanzaban junto conmigo.

-Huele a humano.

Subí las escaleras, parecían interminables. Ya sus voces no se escuchaban. Era una torre.

Parece de libro de terror todo lo que está pasando.

Al final de la escalera, en el techo, había una pequeña puerta de hierro con varias cerraduras antiguas. 
Mientras mi sentido de supervivencia me gritaba que lo hiciera, la curiosidad buscaba la manera de abrir las cerraduras.
Fue más fácil de lo que pensé.

Curiosidad 1 ;
Instinto de supervivencia 0

Empuje la pequeña puerta con fuerza. Esta al abrirse crujió, supongo que por lo oxidada que estaba. 
Todo olía a añejo.

Era una habitación. En su mayoría estaba quemada. Tenía enormes ventanas de madera, con barrotes de metal. La cama estaba desarreglada y el tocador tenía el vidrio quemado. A la izquierda de la cama había un clóset, el cual estaba en su mayoría quemado. Habían unos que otros muebles, estaban arañados y destrozados. Supuse que todo aquello debería valer una fortuna en esta época, eran cosas muy antiguas.




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